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Si no puedes con los robots, únete a ellos
Mar, 16/06/2015 - 10:34

Verónica Alaimo

 Mi mujer, que no trabaje
Verónica Alaimo

Verónica Alaimo es economista de la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Lidera la investigación en temas de protección contra el riesgo de desempleo, así como participa en el diseño e implementación de proyectos sobre mercados laborales en la región. Cuenta con un Doctorado en Economía de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign en el 2007, y con una Maestría y un Bachillerato en Economía de la Universidad Nacional de La Plata.

Recientemente Richard Freeman, profesor de Economía en la Universidad de Harvard, publicó un artículo titulado "Los dueños de los robots dominarán el mundo". Freeman explica en él que los robots y otros avances tecnológicos van a quitar el trabajo a muchas personas, pero que los trabajadores pueden beneficiarse de esta situación convirtiéndose en dueños de los robots. Enseguida vinieron a mi memoria los dibujos animados de los "Supersónicos", que tenían en su casa a Robotina, una empleada doméstica muy querida por toda la familia. ¿Será ese el futuro que nos espera?

Los académicos que han abordado este tema encuentran dos fuerzas complementarias: por un lado, los avances tecnológicos generarán pérdidas de empleos debido a la automatización, pero también se abrirán nuevas oportunidades en actividades donde la tecnología complemente las tareas realizadas por los trabajadores. La postura de Freeman es distinta: los trabajadores se adueñarán de esa tecnología para así obtener rentas del capital.

Esta última opción suena difícil, especialmente en los países de Latinoamérica, donde gran parte de los trabajadores vive de su empleo y cuenta con pocos ahorros para invertir. Sin embargo, la historia nos demuestra que muchas cosas que pensábamos que iban a suceder nunca se convirtieron en realidad, como llegar al año 2015 con coches voladores y, en cambio, sí ocurrieron muchas otras que las películas de Hollywood nunca anticiparon, como el avance de internet o la llegada de los ‘smartphones’.

Entonces, ¿cómo podemos prepararnos para competir con los robots? Para responder, no debemos pensar en los puestos de trabajo sino en las tareas asociadas a cada empleo. ¿Qué acciones realizamos en nuestros trabajos día a día? ¿Cuáles de ellas son rutinarias y podrían ser “automatizadas” por una máquina o computadora? Cuanto mayor sea el número de tareas con posibilidad de automatizarse, mayor es el riesgo de que un trabajo deje de existir, es decir, de que sea reemplazado por una máquina. Por el contrario, si logramos especializarnos en habilidades que sean complementarias a las máquinas y a la tecnología en general, tendremos oportunidades de mantener o mejorar nuestras oportunidades laborales. Una experiencia interesante de este tipo de transformación laboral se dio en la industria de la caña de azúcar en Brasil, donde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Federación de Trabajadores Rurales unieron fuerzas para capacitar a los trabajadores que cortaban la caña manualmente: así pudieron operar con maquinaria pesada y desempeñar otras posiciones mejor remuneradas.

Además, existen cualidades que poseen los humanos que difícilmente serán reemplazadas por robots: las habilidades de comportamiento o socioemocionales, como la responsabilidad, el grado de compromiso, la capacidad para trabajar en grupo, la persistencia y el autocontrol.

La evidencia dice que, ya hoy en día, la falta de habilidades socioemocionales es un problema a la hora de encontrar trabajo. Y, para las empresas, también dificulta contratar y retener trabajadores. Encuestas recientes realizadas a empresarios en Bahamas, Honduras, Panamá y Uruguay revelan que las habilidades socioemocionales en el trabajo explican en mayor o menor medida gran parte de los despidos en estos países. Los empresarios afirman estar dispuestos a invertir en las habilidades técnicas específicas requeridas en sus empresas, pero no así en las socioemocionales, que fácilmente pueden trasladarse a otros puestos de trabajo. Allí es donde la política pública puede intervenir. Muchos programas de capacitación, especialmente los que están destinados a jóvenes, hacen un esfuerzo por incorporar módulos de formación en este tipo de habilidades.

Invertir en mejorar nuestras habilidades interpersonales no sólo nos ayudará a conseguir trabajo hoy, sino que nos permitirá estar más preparados para adaptarnos al cambio. Este puede ser el factor determinante que nos ayude a ganar la batalla contra los robots en un futuro quizá no tan lejano.

*Esta columna pertenece a la serie de posts titulados "El futuro del trabajo", del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).