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Silvio Rodríguez, "yo me muero como viví"
Vie, 15/05/2015 - 12:01

Claudio Pereda Madrid

La batalla de la avenida que abre heridas en Chile
Claudio Pereda Madrid

Claudio Pereda Madrid es sub editor del sitio LifeStyle. Con estudios de magíster en Ciencias Políticas (Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, Anepe, Chile) y Estudios Latinoamericanos (U. de Chile), se ha desempeñado en las secciones Economía (Las Últimas Noticias), Cultura (La Nación) y Reportajes (La Tercera), además de la radio Cooperativa y revistas Rock&Pop y Zona de Contacto, entre otros medios chilenos. Es fundador de la revista Cultura y Tendencias. Posee también experiencia como profesor universitario en Comunicación Estratégica y Periodismo de Investigación. Sus cuentas en redes sociales: @peredamadrid y @RevistaCyT

Cuando a comienzos de los 90 la Unión Soviética se desarmaba y con ello terminaban sus prodigiosos aportes económicos a las naciones amigas, Cuba comenzaba su aciago devenir sola frente al mundo, enfrentando el embargo impuesto por Estados Unidos en la más cruda realidad.

Justo en medio de eso, Silvio Rodríguez -el icónico compositor de la revolución verde oliva- presentaba al mundo la primera parte de un intenso tríptico que haría honor a su nombre completo: "Silvio" (1992), "Rodríguez" (1994) y "Domínguez" (1996). La saga musical fue también una intensa instrospección vivencial desde Cuba. La portada de "Silvio", por ejemplo, fue impactante y simbólica. Una sombra del artista proyectada en una pared, lo muestra mirando pensativo su mano izquierda. Tal como estaba Cuba. Los temas incluidos en el disco no sólo reflexionaban en torno a lo que enfrentaba la isla, sino que también -de manera sincera y honesta- cómo reformular desde el propio convencimiento un ideario de izquierda, en medio de un mundo que miraba claramente hacia el otro lado.

La gracia que tuvo Silvio es que observó la crisis cara a cara y no le echó la culpa a nadie. Pero siempre con una mirada hacia el horizonte.

Mientras en uno de sus temas planteó "Tocando fondo nací un buen día/ tocando fondo ando todavía", en otra escribió decidido: "Dirán que pasó de moda la locura/ dirán que la gente es mala y no merece/ más yo seguiré soñando travesuras/ acaso multiplicar panes y peces".

El compositor se encuentra en gira por Argentina y Chile. Para algunos puede ser sólo un promotor del comunismo, pero para un oyente más atento, Silvio es una mirada inquieta, que representa en cierto sentido a ese cubano medio que encuentra agradable el arroz con frijoles, pero no todo el año.

Silvio transita por el cono sur justo cuando Cuba vive un nuevo proceso, en que se encamina al fin del bloqueo y una nueva relación con Estados Unidos. Es decir, un cambio ostensible y radical de lo que ha sido la realidad isleña en las últimas y largas seis décadas.

En su último disco, el compositor opta por una mirada más íntima, quizás hasta sentimental. Pero con una postura clara frente a la actualidad: "Demasiado tiempo, demasiado sombra, demasiado sol, demasiada boca, demasiada voz, demasiado azul, para que mi deseo quepa en un solo destello de luz (..) Demasiados nunca, demasiados no, para tanta alma, para tanto sueño, para tanto amor".

El artista habla desde una Cuba cercana a la oficial, por cierto. Pero es una voz que hay que tomar en cuenta. Sus canciones dan cuenta de un ánimo y de una voluntad cubana que hay que entender.

En muchas instancias lo han visto así: desde 1997 es Artista Unesco por la Paz y en 2006, por ejemplo, recibe el Premio Latino por toda una vida, de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música de España. En 2007 la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Perú -la más antigua de América- le confiere el título Doctor Honoris Causa. En 2010 se le permite entrar a Estados Unidos y realiza un memorable recorrido.

A nivel interno, el compositor desarrolla una intensa vida artística. Desde 2008 participa en un grupo de artistas y escritores cubanos que recorre las cárceles, actuando y departiendo con reclusos. Desde finales de 2010 encabeza un grupo de músicos, escritores y artistas que hacen constante presentaciones en los barrios más necesitados de La Habana.

Claramente no podría calificársele en la corriente de Yoani Sánchez, pero con su arte es una contraparte serena de la mirada oficial. Hace unos días, de hecho, sostuvo que en Cuba "a menudo aparecen injurias y chirridos, cuando lo que más falta hace es lucidez para no caer en actitudes que son trampas a la inteligencia".

Rodríguez no es un hueso fácil de roer. En medio de la crisis más intensa, escribió "Abrió un negocio/ reanimando el ocio/ la desilusión./ Como turismo/ inventó el abismo/ la desilusión", para luego rematar: "Será que la necedad parió conmigo/ la necedad de lo que hoy resulta necio/ la necedad de asumir al enemigo/ la necedad de vivir sin tener precio".

Sin embargo, las horas que vive Cuba necesitan voces como las del compositor. En su blog Segunda Cita (en el que se presenta como "trovador nacido en San Antonio de los Baños, en 1946, hijo de Argelia y Dagoberto"), siempre está destacando ejemplos de buena convivencia, ofreciendo espacios para debatir.

Eso sí, el compositor siempre lo ha tenido claro: "Yo no sé lo que es el destino/ caminando fui lo que fui/ allá dios, que será divino/ yo me muero como viví".