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¿Su empresa es colaborativa sólo porque derribaron muros y tienen mobiliario cómodo?
Vie, 10/04/2015 - 14:33

Daniela Arce Valiente

¡¿Mandona?!: supéralo, tu jefa tiene opinión
Daniela Arce Valiente

Daniela Arce Valiente es Sub Editora del sitio MBA & Educación Ejecutiva.

Facebook se cambia de casa a un edificio diseñado por el arquitecto canadiense Frank Gehry, mientras la empresa King, creadora del juego Candy Crush, inaugura oficinas basadas en el videojuego. Se trata de compañías, al igual que otras como Google, Microsoft y Twitter, que abrazan la filosofía de trabajo donde los espacios son productivos sin dejar de lado el relajo y la diversión. Algo que la multinacional Hewlett-Packard experimentaba hace varias décadas, sin quizá tener tan claro que en los 90 esto se conceptualizaría. Con ausencia de despachos, la empresa de tecnología proponía un ambiente de colaboración espontánea, algo que cada vez persiguen más empresas en el mundo, quizá de forma no tan natural.

Porque de que existe el interés por emular esta clase de ambiente, bien de moda, existe. Muy pocos jefes no abren los ojos cuando escuchan que la empresa se inclinará por un espacio más colaborativo, para que la creatividad no tenga límites. Suena a lema de una marca, pero no. Esto es lo que en algunas compañías se escucha y se vive, por cierto. En otras, en cambio, esto sólo permanece como un lindo recuerdo o una dolorosa añoranza.

En este último tiempo he notado que varias empresas están abriendo oficinas o remodelando las que ya poseen, impregnándose un poco de este espíritu creativo. Pero, ¿es realmente necesario que toda firma se empeñe en tener un espacio colaborativo? Quizá no es necesario. José Ramón Pin, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE, dice que en este tema "a veces hay un camino de ida y vuelta, porque hay compañías que se abren a implementar espacios abiertos y al cabo de unos meses o años el jefe pone un despacho y todo comienza nuevamente".

Es una especie de ensayo y error. Sobre todo, porque a veces empapelar las oficinas con un diseño vanguardista, instalar una cama elástica o demoler muros sin tener detrás una cultura de colaboración, puede no ser la vía. Para Pin, las empresas que son colaborativas no siempre tienen espacios abiertos, sino que optan por lugares de encuentro donde se dicta el trabajo sin que éste sea la cafetería.

Y algo clave en culturas de colaboración son las personas. Ahí es donde se me ocurre pensar que puede ser que el proceso de selección juegue un papel central en todo esto. Al menos para el profesor Pin, al instaurar este tipo de cultura se deben considerar una serie de aspectos, como el contratar personas creativas, generar movilidad al interior de la compañía, fijar un sistema de retribución salarial o promoción, diseñar los puestos de trabajo y tener también un sistema de comunicación.

Hace tiempo, cuando entrevisté a la especialista en Capital Humano, Martha Alles, para un artículo de la felicidad en el trabajo, le consulté qué generaba gente menos satisfecha con sus tareas y ella me contestó que era estar haciendo un trabajo para el que no fueran capaces. Muy simple. La culpa realmente no era de ellos, sino de quienes los elegían o los derivaban a labores angustiantes. Ya sea porque estaban sobrecalificados o no estaban aptos para asumir.

Es por lo mismo que es muy relevante tener gente que sea creativa y colaborativa. No se puede tener un lobo solitario. Tal como explica el profesor Pin, son las pequeñas empresas las que pueden crecer con la colaboración en su ADN. No se puede tener una gran empresa -con la cultura corporativa establecida- y pretender que de un día para otro la comunicación fluya como nunca, por incorporar en una misma mesa a varios trabajadores o decirles que habrá reunión el lunes por la mañana.