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Ucrania, en la zaga de las potencias
Mar, 14/07/2015 - 14:45

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

La exclusión de Rusia del G-8 y del G-20, producto de las sanciones de EE.UU y la UE, desequilibra el orden mundial. Pero no asegura del todo su aislamiento de las grandes decisiones mundiales, ya que es parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y uno de los ocho países con un director ejecutivo asegurado en las Juntas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Asimismo, perdió más de 25% de su territorio y parte de su zona de influencia en Europa central y oriental con el derrumbe de la Unión Soviética y la expansión de la UE de la mano de la OTAN. Sin embargo, los rusos no han renunciado a ser un país poderoso con influencia imperial en Europa y Asia. Por lo tanto, un actor clave y determinante por su poder energético y militar en la política mundial.

Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró hace seis años que los escudos antimisiles estadounidenses, en Polonia y la República Checa, serían abandonados, el mundo creyó que se llegaba al fin de las tensiones militares entre EE.UU y Rusia en Europa del este. Pero no fue así: los escudos antimisiles estadounidenses cercanos a las fronteras rusas no fueron abandonados, sino ampliados para consolidar más el dominio estratégico de EE.UU en Eurasia.

La respuesta de Rusia, en tanto, fue impulsar una alianza con Irán y China para afrontar el cerco de las bases militares de EE.UU. y de la OTAN en Asia Central y el Medio Oriente. Además, buscó consolidar una unión aduanera Euroasiática con Kazajstán, Bielorrusia, Ucrania y otros que formaron parte de su antigua órbita. Alianza que significaba para EE.UU. y la UE la pérdida de una gran torta de un mercado en una región estratégica.

Ahora, parte de las rivalidades de EE.UU. y la UE con Rusia en Asia Central tienen mucho que ver con el control de las rutas de transito de energía y, sobre todo, por la construcción de un corredor energético que desde el mar Caspio llegue a China. Se atribuye que parte de la inestabilidad política de Pakistán, por ejemplo, obedece en gran medida a la oposición de EE.UU. y la UE a la creación de una ruta de abastecimiento energético a China.

Por eso los acuerdos de cooperación militar que han suscrito los rusos con Irán y China, para crear un escudo de misiles, son para contrarrestar los despliegues militares de EE.UU. y la OTAN, un asunto que amerita ser examinado dentro del marco de lo que significa Eurasia en el nuevo orden mundial.

Para Noam Chomsky, uno de los grandes intelectuales norteamericanos, Rusia tiene motivos legítimos para preocuparse por la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, porque está rodeada de sistemas de armamento ofensivo estadounidenses. En su opinión, ningún líder ruso, sin importar quién sea, puede tolerar que Ucrania, el núcleo geoestratégico de Moscú, pase a formar parte de una alianza militar hostil para los rusos.

De allí que la meta de EE.UU. y la UE es controlar el mercado ucraniano, en razón de que Ucrania es uno de los países más ricos en recursos mineros en el mundo, al poseer uno de los depósitos de uranio, hierro y magnesio más grandes. Al mismo tiempo, tiene una de las mejores tierras cultivables en el mundo, lo que le ha permitido una de las mayores producciones de trigo y maíz en el planeta. En el pasado fue el granero de Europa.

En consecuencia, es un territorio estratégico en el tablero del control euroasiático debido a que se encuentra en el centro y no en la periferia de una histórica lucha geopolítica entre Rusia y Occidente. Es un país que hace parte de la identidad rusa.

En conclusión: está en la zaga de los intereses estratégicos de las potencias porque su relación con EE.UU. y la UE se percibe en Rusia como una amenaza directa a sus intereses estratégicos.

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