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Un acuerdo inédito en Brasil
Mar, 14/10/2014 - 08:43

Hernán Pérez Loose

Fujimorato judicial
Hernán Pérez Loose

Hernán Pérez Loose es analista político ecuatoriano.

Marina Silva, la derrotada candidata brasileña –y que por unas semanas parecía que iba a entrar a la segunda vuelta– anunció este fin de semana que ella y su partido, el Partido Socialista, han resuelto apoyar políticamente al Aécio Neves, el candidato del Partido Socialdemócrata, en su afán de ganarle a Dilma Rousseff la presidencia del Brasil. Lo más importante de este acuerdo no es realmente si el mismo va a funcionar, es decir, si este acuerdo hará posible o no que Neves gane las elecciones. Lo que realmente llama la atención es el hecho mismo de que el acuerdo se haya dado, y en especial los términos sobre los que se sustenta. En Brasil, como en buena parte de América Latina, la cultura política no está para acuerdos programáticos y compromisos políticos entre partidos antagónicos. Y menos aún cuando uno de ellos ha salido derrotado electoralmente.

Marina puso importantes condiciones: la continuación de muchos de los programas sociales del actual régimen, un giro importante en la política medioambientalista, la profundización de la reforma agraria y liderar un debate para introducir una reforma constitucional que eliminaría la reelección presidencial (ella ha sugerido que podría ampliarse el periodo presidencial de cuatro a cinco años). En el acuerdo no hubo reparto de ministerios, ni ofertas de parcelas burocráticas.

En el espectro político brasileño este acuerdo era prácticamente impensable años atrás. Para comenzar, no hay prácticamente afinidad ideológica alguna entre las partes. El candidato Neves y su partido se ubican del centro a la derecha en el escenario de esa nación, mientras que Marina Silva y el Partido Socialista se encuentran bien a la izquierda. Ella ha mantenido una férrea línea de defensa del medio ambiente que la alejó del gobierno del ex presidente Lula, y del Partido de los Trabajadores donde había militado por dos décadas.

Pero no son estos tiempos normales en Brasil. La inflación ha comenzado a subir, la economía está en un claro estancamiento –la propia presidenta Rousseff lo ha admitido–, el descontento social se ha agudizado, los escándalos de corrupción son cada vez mayores, y la prolongada presencia de un mismo partido en el poder parece haber corroído la institucionalidad democrática. Para Marina, la clave del cambio que está reclamando la sociedad brasileña es la superación de la “vieja política” con la que ha terminado identificándose el Partido de los Trabajadores, especialmente por la forma como ha gobernado.

Llegar a acuerdos políticos entre adversarios parecía ser monopolio de los políticos europeos y estadounidenses. Era impensable en nuestra región donde los adversarios son vistos como enemigos. Pero hay algunos vientos de cambios, y no solo en Chile que ha sido siempre la excepción. En México, por ejemplo, luego de las últimas elecciones presidenciales, el presidente de la república sorprendió al mundo al anunciar que los tres principales partidos habían llegado a un pacto para introducir profundas reformas constitucionales y legislativas necesarias para sacar al país de la crisis. Un cambio de actitud que debería convertirse en algo habitual.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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