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Un comentario sobre la inflación mexicana
Mar, 23/06/2015 - 10:54

Iván Franco

México: mercados de consumo antes y después de la crisis
Iván Franco

Economista del ITAM (México), con estudios de Econometría en la misma institución. Es consultor de negocios para diversas organizaciones en America Latina. @IvanFranco555

Es muy meritorio que después de décadas de vivir el problema de la inflación, finalmente México alcance el objetivo establecido por el banco central de 3%. Quizá es uno de los mayores logros en la historia económica moderna del país. Pero más allá del reconocimiento, esta parece ser una buena oportunidad para revisar el indicador, porque una inflación de 3% parece no coincidir con la percepción menos optimista sobre el poder adquisitivo en México. Recordemos que la inflación además de ser una variable fundamental de la economía, es en la práctica y en la más simple realidad, la tasa de cambio de un índice de precios. 

Si analizamos las células que componen los índices de precios al consumidor encontraríamos varias imprecisiones y errores de diseño que también afectan al cálculo de su tasa de cambio. En la era de las tecnologías de la información y del big data el diseño conceptual, el proceso de investigación y la metodología de cálculo de los índices parecen obsoletos. Lo que resulta más discutible es la canasta de productos de consumo que se utiliza como insumo para la construcción de los índices. La canasta de productos no es representativa y además, su característica estática la vuelve imprecisa ya que los mercados de consumo son dinámicos. 

Si el índice de precios es una fotografía del consumo vista a través de una canasta de productos, entonces nos quedamos con un entendimiento muy corto de las decisiones que toman los consumidores diariamente. Por ello, es imposible que el índice de precios al consumidor represente el nivel real de los precios de los productos que consume la población. A continuación algunas razones:

1. Sustitución dinámica. Los productos de consumo que conforman el índice son siempre los mismos. Esto con el fin de comparar sus precios en el tiempo. El problema es que el consumidor modifica racionalmente -y a veces irracionalmente- marcas y presentaciones de productos en función del precio. El índice de precios no puede capturar este comportamiento ni la dinámica temporal de esos precios.

2. Competencia. Los productores dinamizan y modifican su oferta de productos adaptándola a las necesidades cambiantes del consumidor. Lo que ayer era un producto representativo, hoy puede no serlo. 

3. Lanzamientos. Los lanzamientos no forman parte de los precios que actualmente se auditan y la dinámica de sus precios sale por completo del alcance de análisis de la inflación. 

4. Liderazgo y concentración del mercado. Los productos que conforman los índices de precios al consumidor, son generalmente las marcas líderes de mercado  cuyos precios son generalmente rígidos en el tiempo. Por otro lado, hay productos que aunque no son líderes, son representativos pero están excluidos del cálculo. 

5. Distribución de los precios. Las cadenas minoristas, donde mayormente se obtienen los precios de la canasta que componen los índices, buscan maximizar sus ingresos. Esto lo realizan con estrategias parecidas a la discriminación de precios. Un solo producto de los que se auditan presenta cientos de precios a través de ciudades, comunidades y tiendas. La distribución de estos precios se comporta de una manera anormal y los precios no pueden ser útiles desde un punto de vista estadístico. Dado que los índices utilizan precios promedio, estos promedios son estimadores inválidos para hacer comparaciones temporales.

6. La encuesta de ingreso y gasto de los hogares que sirve como referencia para los ponderadores de los índices de precios es una generalización del consumo que hacen los hogares por categorías de productos, pero no tiene el nivel de atomización requerido para auxiliar en el cálculo de un índice dinámico. Cabe señalar que los ponderadores de la encuesta pierden vigencia rápidamente y el hecho que los productos de consumo no representen más del 35% del índice de precios al consumidor parece poco real. 

Las preguntas relevantes serían, ¿la inflación actual sobreestima o subestima al cambio de los precios reales? ¿A cuánto asciende esta brecha y cuál sería la inflación real de México?

El impacto de un mal cálculo del índice de precios e inflación es multidireccional. Al productor, le afecta en la planeación de sus objetivos y resultados. Así como en la revisión salarial. A las personas, en su consumo corriente y en sus expectativas de consumo futuras. A los inversionistas, en la estimación del valor de sus ganancias reales. Al sistema bancario, en la estimación de las tasas nominales y a los deudores en la valuación de su deuda real. A los responsables de la política económica, en las proyecciones y planificación de los ingresos y gastos y en las perspectivas de inflación futuras. A la economía, le afecta en la medición del cambio real del valor total de la producción. 

En fin, es necesario que este indicador se modernice independientemente de las recomendaciones y mejores prácticas que existen en la actualidad a nivel global. En el mundo de las tecnologías de la información, el método tradicional de cálculo de los índices de precios y de la inflación ya no tiene cabida. 

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