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¿Un New Deal para Europa?
Vie, 13/02/2015 - 09:59

Florent Sardou

¿Un New Deal para Europa?
Florent Sardou

Florent Sardou posee una Licenciatura en Derecho (Universidad de Toulouse, Francia) y un Master de la misma universidad en Historia Contemporánea. Su tesis fue sobre la Historia Social contemporánea de Chile. Ejerció como profesor en el colegio la Alianza Francesa de Santiago de Chile. Después de haber vivido cinco años en París, volvió a Chile en 2013. Desde entonces es invitado como analista en canales (CNNChile, 24Horas, NTN24 de Colombia) y radios locales (Duna, Zero, Bio Bio, Cooperativa, ADN).

"Grecia tiene la oportunidad de convertirse en la vanguardia del cambio de las políticas económicas en Europa", decía días antes de la victoria de Syriza, Yanis Varoufakis. El mediático ministro de Finanzas griego inició estos días una gira para tranquilizar a sus pares europeos. Frente al temor de que Grecia no pague su deuda, Varoufakis aboga por un New Deal paneuropeo. Una política que busca poner fin al modelo de austeridad, impuesto en el viejo continente tras el estallido de la crisis en 2008. Patrón impuesto por Alemania y que consiste fundamentalmente en decir que el reembolso de la deuda pública es el alpha y el omega de cualquiera política económica. El problema es que una economía no es solamente cifras, sino también seres humanos. Seres seriamente desesperados en Grecia. Y la victoria de Syriza es un mensaje contundente: los ciudadanos no harán más esfuerzos.

El carisma del ministro y el miedo generado por la situación crítica de la economía helénica da un nuevo impulso a la idea de buscar alternativas. Sin embargo, desde hace ya algunos meses varios gobiernos de la euro zona abogan por romper el modelo económico alemán basado en la austeridad: España, Francia, Italia y recientemente la propia Comisión Europea. Su presidente, Jean-Claude Juncker, decidió hace un mes poner en marcha un plan de inversión de 315 mil millones de euros en los tres próximos años. Y en enero, el BCE lanzó un  programa de adquisición de deuda pública con un Quantitative Easing (QE).

Es que, desde que la crisis estalló en 2008, la euro zona no ha logrado todavía recuperar su PIB de entonces y mantiene una tasa de crecimiento débil, en torno a 1%. Acoplado con una casi deflación, los países que comparten el euro no podrán crear empleos y tampoco reducir el altísimo nivel de sus deudas públicas.

El modelo alemán de austeridad. El BCE se dio cuenta de que el modelo alemán no puede ser el modelo a seguir. Sencillamente porque éste se nutre de las debilidades de sus vecinos. Me explico: este modelo no se puede exportar porque existe en él una contradicción fundamental: se basa en la oferta y no en la demanda. Alemania basa todo en sus exportaciones (y entonces en la competitividad de sus empresas, reduciendo los impuestos para ellas y bloqueando las alzas de sueldos).

El éxito de este modelo funcionaba mientras en Europa del Sur (Italia, Portugal, España, Grecia) había un consumo importante (con un fuerte aumento de los sueldos), permitiéndole así exportar a Alemania. Porque, a pesar de sus éxitos en China y EE.UU., más del 50% de las exportaciones germánicas se venden en Europa. Es la demanda europea la que alimenta el crecimiento alemán. ¿Qué pasaría, entonces, si todos los países de Europa decidieran adoptar el modelo germánico? Sería, un fracaso absoluto: precarización del trabajo (sueldos bajos) y pérdida de mercados. En 2014, debido a la fragilidad de sus vecinos europeos, que son sus mejores compradores, Alemania creció sólo 1,5%.

Es el drama actual de la euro zona. Sus economías son interdependientes, pero demasiado heterogéneas. El norte es industrial y exportador, mientras el sur se basa en los servicios y el consumo. La diferencia se encuentra también en los sueldos, en la legislación laboral y en las deudas públicas.

¿Cómo resolver las diferencias? Algunos economistas, en particular Paul Krugman, habían anticipado lo que está sucediendo en la euro zona (leer su artículo de 1993, Paul Krugman, "Lessons of Massachusetts for EMU", in Adjustment and growth in the European Monetary Union, Cambridge University Press, 1993). Frente a la especialización productiva de los países, la coherencia de la unión monetaria sólo podría lograrse vía un New Deal europeo. Para sanear las finanzas públicas, reactivar la economía y restaurar la justicia social.

Estos objetivos no podrán ser alcanzados sin una inversión masiva de dinero: los 315 mil millones de euros del Plan Juncker serán insuficientes. Una profunda reforma institucional será también una obligación para llevar a cabo este proyecto. Un New Deal significará primero crear un verdadero presupuesto europeo (el de ahora es ridículo: sólo 1,5% del PIB de la euro zona), dirigido por una entidad independiente. Esta autoridad presupuestaria organizaría transferencias para atenuar las diferencias económicas: creación de un Fondo de Solidaridad, inversión masiva en política de empleo y de investigación; construcción y modernización de infraestructuras. Y luego, crear una verdadera armonización fiscal (leyes tributarias comunes y un impuesto europeo), un mercado laboral unificado (mismos sueldos mínimos, misma legislación laboral) y financiera (unión bancaria y separación entre bancos de depósitos y bancos de inversión).

En realidad, un New Deal paneuropeo es la única manera para acceder a una Europa Federal. Una Europa creativa, emprendedora, responsable y atenta a la justicia social. El tiempo se acaba. El descontento de los pueblos de Europa aumenta día a día y ya aparecieron propuestas radicales con Syriza. Y detrás, más al norte (Francia, Alemania, Suecia, Finlandia),  movimientos al acecho de soluciones nacionalistas y totalitarias. Los posibles verdugos del sueño europeo.

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