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Un regalo para el día de la mujer: el cerdo chovinista
Jue, 12/03/2015 - 10:45

Sarah Hofmann

Un regalo para el día de la mujer: el cerdo chovinista
Sarah Hofmann

Sarah Hofmann es periodista en Deutsche Welle.

Este año me quiero hacer un pequeño regalo en el Día Internacional de la Mujer. En los próximos días iré a uno de los anticuados almacenes alemanes a comprarme una alcancía y un marcador grueso para escribirle en letras grandes "cerdo chovinista".

Pero debe ser un cerdito pequeño. Uno que toda mujer pueda llevar consigo constantemente. Así, cada vez que un hombre haga un comentario estúpido, lo podemos sacar y decir "paga". Eso evitaría las situaciones que casi todas odiamos: el inesperado momento en que un hombre hace un comentario inapropiado. ¿Y qué hacemos nosotras, que en otras ocasiones somos tan perspicaces? Nos quedamos calladas, porque nos quita el habla que en esta Alemania "oh tan emancipada" del año 2015, aún sucedan estas cosas.

Anécdota 1: Una mujer joven se sienta el primer día en una nueva oficina que deberá compartir con un colega. Un tercer colega entra en la habitación y dirigiéndose al hombre, pregunta: "Ah, ¿es que ahora tienes una secretaria?".

Los machos demuestran su poder. El cerdo chovinista es una gran idea, viene de una amiga economista. Y es que el cerdo podría ayudar a nivelar las dos áreas en que la emancipación aún se queda corta: la denigración de la mujer, ya sea verbal o física y el hecho de que los hombres realmente siguen teniendo más poder: tanto jerárquico como económico.

Anécdota 2: Luego de que mi amiga estableciera las reglas del "cerdo chovinista" y lo pusiera sobre la mesa de su oficina, uno de sus colegas llegó agitando un billete de 10 euros: "Para mi una tarifa fija, por favor".

Claro que la mayoría de estas anécdotas resultan graciosas. Sin embargo, también están los hechos:

Según un reciente estudio de la Agencia de Lucha contra la Discriminación, más de la mitad de todos los empleados han experimentado u observado alguna vez el acoso sexual en su lugar de trabajo, y una de cada cinco mujeres ha sido tocada en contra de su voluntad, por algún colega. En la vida cotidiana sigue habiendo a diario mujeres que son agredidas sexualmente, en la calle o en el metro.

El diablo está en los detalles. Comparada con la discriminación legal en contra de las mujeres en países como Arabia Saudita, las violaciones masivas en la India o la mutilación genital femenina en el África subsahariana, la situación en Alemania quizá a muchos les parezca trivial. ¿De qué se quejan, queridas mujeres? Aquí pueden estudiar lo que deseen, hacer carrera ¡e incluso convertirse en canciller!

Cierto. Y, sin embargo, el diablo está en los detalles: en Alemania las mujeres ganan en promedio 22% menos que los hombres. Esto nos convierte en uno de los países menos igualitarios a nivel de Europa. En apenas el 13% de las relaciones en pareja, la mujer gana más que su cónyuge. Por eso urge una "Ley de Igualdad Salarial ", además de una cuota de mujeres en los consejos de supervisión. Recientemente el porcentaje de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas públicas incluso se ha vuelto a reducir, a un miserable 5,5%.

Anécdota 3: Una mujer en una posición de liderazgo debe emplear a un/a asistente. Está claro que este es el billete de entrada en el escalafón. Entonces, a puerta cerrada ella dice: "La verdad es que no puedo trabajar muy bien con las mujeres", y contrata a un hombre.

El cerdo chovinista no sólo es para los hombres. También las mujeres participan en el juego de ponerles trabas a otras mujeres, fieles al lema de: "si yo tuve que batallar para llegar a donde estoy, ¿por qué he de ayudarle a otra a que se lleve todo el crédito?". En la mayoría de las profesiones todavía no hay camarillas de mujeres.

Solidaridad es una palabra anticuada: por eso no debemos olvidarla. Anécdota 4: Una mujer joven, con una buena formación y varios años de experiencia laboral, tiene un hijo. Tras un año de maternidad, decide reducir sus horas laborales a 50%. "Qué tonta", susurran sus compañeras de trabajo, "con eso cavó la tumba de su carrera profesional".

Sí, es cierto que sobre todo los hijos provocan una "interrupción" en el ascenso de nuestras carreras. Sobre todo porque siguen siendo las mujeres las que se toman más tiempo para cuidar de ellos (los hombres en promedio sólo toman dos meses de paternidad), y luego regresan a un trabajo de medio tiempo, o tienen que salir corriendo de alguna junta para recoger a los hijos de la guardería.

¿Pero eso nos da derecho a juzgar cómo una mujer acopla su vida laboral con la familiar? ¿No deberíamos apelar a que los padres asuman más responsabilidades, en vez de criticar a nuestras colegas?

Una de las imágenes más lindas del movimiento feminista es la de Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo marchando tomadas del brazo. Ellas sabían que sólo de manera conjunta podrían alcanzar un cambio político. Hoy en día en Alemania ya no tenemos que luchar por derechos fundamentales como el del voto, pero todavía hay mucho por hacer. Lograrlo, queridas mujeres, ¡sólo juntas!

Puede ser que en los próximos días no compre una sola alcancía para comentarios chauvinistas, sino varias. Mujeres a quienes regalárselas, hay suficientes.

*Esta columna fue publicada originalmente en el sitio web de Deutsche Welle.

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