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¿Una mujer presidenta para Estados Unidos?
Jue, 04/02/2016 - 09:31

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Hace ocho años cubría las elecciones presidenciales en Estados Unidos. En la primaria del Partido Demócrata se enfrentaban Hillary Clinton y Barack Obama. A los encuestadores siempre les preguntaba sobre las preferencias de los hombres blancos: si estarían dispuestos a votar más por una dama que por un afroamericano. Todos coincidían que  dicho segmento prefería al hombre de piel negra que a la mujer. Eran más misóginos que racistas. Extraño, tomando en cuenta el profundo racismo histórico que prevalecía en Estados Unidos.

El caso es que Obama ganó las primarias de su partido y luego la Presidencia. Pero la idea de la misoginia se me quedó en la cabeza. Desde luego que la derrota de Hillary hace ocho años se debió a múltiples factores. No dudo, sin embargo, que también le haya pesado su género en muchos votantes cavernarios que siguen considerando inferiores a las mujeres.

Pues bien, resulta que Clinton está de vuelta ocho años después. Y resulta que le está costando un trabajo endemoniado hacer realidad su sueño: ser primero la candidata presidencial del Partido Demócrata y luego Presidenta.

Lo vimos el lunes pasado en la primera elección primaria en Iowa. Creo que Clinton fue la mayor damnificada de esa jornada. Explico por qué.

Por un lado, empató en los resultados de la interna demócrata con Bernie Sanders. La diferencia entre los dos candidatos fue de 0,3%, aunque Clinton obtuvo dos delegados más que el senador de Vermont (23 contra 21).

Una primera aduana difícil, sin duda. La que sigue, New Hampshire, también la perderá. Los apostadores en el sitio de PredictIt.org le están dando una probabilidad de 92% de ganar a Sanders. Y es que el senador es conocido y querido en ese estado, vecino de Vermont. Sólo hasta la tercera y cuarta primaria, primero en Carolina del Sur y luego en Nevada, se prevé que Clinton gane contundentemente.

Sean peras o manzanas, la realidad es que Sanders le está dando la batalla a Hillary. Si bien ella sigue liderando las apuestas de quién será el candidato presidencial demócrata, con 77% de probabilidad, la creciente popularidad de su adversario alargará la contienda interna con todo lo que eso implica, incluyendo el desembolso de muchos millones de dólares. Mala noticia para ella.

Como mala es que le haya ido bien a Marco Rubio en la interna del Partido Republicano. La nota de la jornada en Iowa fue que Ted Cruz le ganó a Donald Trump. Pero me parece más importante el tercer lugar que ocupó Rubio por una diferencia mínima frente a Trump. De hecho, el senador de Florida obtuvo el mismo número de delegados (siete) que el multimillonario. El senador texano, por su parte, se quedó con ocho. Así que, medido en lo que cuentan en las elecciones primarias estadunidenses —los delegados que obtiene cada candidato— prácticamente hubo un empate entre tres.

Creo que de esa tercia saldrá el candidato presidencial republicano. Aunque Trump ganará con toda probabilidad la primaria en New Hampshire el martes (74% en las apuestas de PredictIt.org), Rubio es hoy por hoy el favorito para finalmente aparecer en las boletas en la elección presidencial de noviembre. Así lo indican las apuestas después de Iowa: con todo y que Cruz ganó tiene una probabilidad de 18% de ser el candidato republicano, Trump 32% y Rubio 47 por ciento.

Es otra mala noticia para Hillary, porque el senador por Florida es al que más le temen en su campaña. Sería más fácil ganarle a Trump o Cruz, dos demagogos de extrema derecha que difícilmente obtendrían votos de las minorías electorales que cada vez pesan más, sobre todo los latinos. No así a Rubio, quien es el menos loco de la tercia. Dentro del derechismo actual de los republicanos, es el más centrista y pragmático. Además, según demuestran las encuestas, es el que extrañamente podría capturar más votos latinos para los republicanos a pesar de su dura postura en contra de los inmigrantes indocumentados.

En conclusión, hoy por hoy sigo pensando que los candidatos en la elección de noviembre serán una mujer y un latino: Clinton versus Rubio. A Hillary le costará un trabajo endemoniado sacudirse a Sanders, pero eventualmente lo logrará. Luego, si efectivamente enfrenta a Rubio, tendrá un problemón para ganar la Presidencia. En parte, por ser mujer. Y es que ahí siguen, presentes, los cavernarios misóginos de hace ocho años.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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