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Venezuela: patatas fritas... 127 dólares
Mar, 24/11/2015 - 08:53

Juan Ramón Rallo

Hasta el colapso final y más allá
Juan Ramón Rallo

Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España) y profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos.

Venezuela se ha convertido en el campo de pruebas de una política económica con un perfil muy determinado: control estatal de los recursos naturales con el propósito de incrementar el gasto público dirigido a comprar votos. El resultado de esa irrefrenable adicción estatal a gastar ha llevado a que, incluso después de que el precio del petróleo se haya desplomado en los mercados internacionales, el gobierno siga tirando de chequera por la vía más descerebrada posible: imprimir nueva moneda en gigantescas cantidades.

Ello ha conducido a que el país viva una de las tasas de inflación más terroríficas del mundo: según los manipulados datos oficiales del propio gobierno venezolano, entre 2001 y 2015 la inflación acumulada asciende a casi el 6.000%, y sólo en el último lustro totaliza un 1.000%. Cifras de espanto que, sin embargo, el ejecutivo bolivariano se niega a trasladar a muchos bienes de consumo o al mercado de divisas: Venezuela impone controles de precios tanto en productos de primera necesidad como en la compra de dólares, lo que está llevando a un desabastecimiento generalizado de bienes esenciales.

Probablemente, uno de los ejemplos más llamativo de esta carestía de bienes sea el caso de las patatas fritas de McDonalds: hace diez meses, la cadena de comida rápida estadounidense anunció problemas de abastecimiento de patatas fritas, debido entre otras razones a los rígidos controles cambiarios del gobierno de Maduro. Ahora, las patatas fritas de McDonalds vuelven a venderse en Venezuela, pero a un precio desorbitado: 500 bolívares para el paquete pequeño y 800 bolívares para el paquete grande. Al irreal tipo de cambio oficial que establece el gobierno venezolano entre el bolívar y el dólar (6,3 bolívares por dólar), el paquete pequeño costaría 79 dólares y el grande 127.

Sí, las cifras son tan malas como parecen: el salario mínimo de Venezuela se incrementó 30% el pasado 1 de noviembre y asciende a 9.649 bolívares. O dicho de otro modo, el salario mínimo mensual del país equivale a doce paquetes de patatas fritas grandes del McDonalds: en España serían unos 390 paquetes. Ésa es la terrible realidad de un país al que muchos han tomado durante demasiado tiempo como referencia y del que ahora, cuando observamos en toda su crudeza los pauperizadores resultados de las políticas económicas allí aplicadas, nadie reconoce como propio. Ojalá Venezuela cambie de rumbo y España no tome su relevo.

*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.

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