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Violencia doméstica: nuevos roles en las fuerzas policiales
Mar, 19/08/2014 - 10:40

Ana Inés Basco

Violencia doméstica: nuevos roles en las fuerzas policiales
Ana Inés Basco

Ana Inés Basco es consultora en el área de seguridad ciudadana y justicia del Banco Interamericano de Desarrollo donde trabaja desde hace 9 años. Es Economista y Licenciada en Ciencia Política, ambas de la Universidad de Buenos Aires y posee una maestría en Integración Económica Regional de la Universidad Internacional de Andalucía y un postgrado en Gestión de Negocios Internacionales de la Universidad de Georgetown.

En América Latina y el Caribe, el perfil de las fuerzas de seguridad suele estar asociado a una cultura machista, patriarcal y hasta con un cierto dejo autoritario, que hace difícil pensar que estos mismos oficiales puedan destinar parte de su tiempo a atender a mujeres que fueron víctimas de violencia doméstica de manera humanizada, amable y calificada.

La Red de Asistencia de seguridad pública para la Lucha contra la Violencia Doméstica y Familiar de Rio Grande do Sul, Brasil, uno de los programas premiados dentro de la categoría de Gobierno Seguro en el marco del concurso Gobernarte: el Arte del Buen Gobierno organizado por el BID, ha contribuido en cierta manera a romper con ese mito.

El programa implementa una serie de servicios orientados a disminuir los homicidios contra las mujeres, prevenir la violencia doméstica y humanizar la asistencia ofrecida a este segmento de la población hasta entonces casi olvidado por la mayoría de las instituciones de seguridad pública. El foco central del programa estuvo puesto en el acompañamiento a las víctimas desde el registro policial de los casos, protegiéndolas de un posible aumento de la violencia a través de la verificación del cumplimiento de las medidas de protección de urgencia solicitadas al juez.

Uno de los mayores desafíos se centró en la coordinación de las múltiples instituciones y cuerpos policiales que intervienen en una situación de violencia doméstica, que en el caso de Rio Grande do Sul fueron tres:

*La articulación de la Red se da a partir de acciones coordinadas entre la Policía Militar, que a través del programa Patrulla Maria da Penha realiza visitas a los domicilios de las víctimas para verificar el cumplimiento de las medidas de protección de urgencia solicitadas, aclara dudas y dirige el proceso hacia las unidades de la asistencia social específicas requeridas por las víctimas

*La Policía Civil, a partir de la atención a mujeres damnificadas en las comisarías de la mujer

*Y el Instituto General de Pericias, a través de la Sala las Lilas para recibir atención calificada y humanizada.

La creación de mecanismos para una real actuación conjunta de las instituciones de seguridad, incluyendo tanto a la Policía Civil como a la Militar, fue un aspecto clave e innovador en esta estrategia de prevención de la violencia contra la mujer.

Asimismo, el Departamento de Enseñanza y Entrenamiento de la Secretaría de Seguridad Pública dicta cursos de formación y capacitación para quienes participan en los programas de la Red, y los prepara para el desempeño adecuado de sus funciones. Mientras que el Observatorio de la Violencia Contra la Mujer recibe los datos generados por las instituciones de seguridad pública que componen la Red y realiza los análisis que permiten la evaluación y el monitoreo de los resultados obtenidos. La actuación de las instituciones que forman parte del programa se mide por las solicitudes de medidas de protección de urgencias requeridas a los jueces y por la atención humanizada y calificada a las víctimas de la violencia.

A diferencia de las actividades policiales asociadas al tráfico de drogas, robos u homicidios que se desarrollan en el espacio público y cobran una mayor visibilidad, las tareas de prevención, monitoreo y patrullaje en los casos de violencia doméstica para la disminución del crimen, en general, no se caracterizan por ser funciones de prestigio. Sin embargo, este programa consiguió que dentro de la institución policial cobraran relevancia y fueran tratadas como un verdadero problema a enfrentar. Este cambio de paradigma no se dio de manera automática ni sencilla, sino que fue necesario un trabajo profundo de sensibilización de los profesionales que actúan en actividades tanto técnicas como administrativas para prevenir y combatir este flagelo.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Sin Miedos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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