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TLCAN: México va por todo
Jueves, Agosto 17, 2017 - 06:56

EE.UU., México y Canadá comienzan hoy la renegociación del TLCAN, tratado que Donald Trump quiere modificar radicalmente. México, por su parte, ha marcado sus líneas rojas. Pero hay una interrogante decisiva...

Las partes se reunirán del miércoles al domingo en Washington para comenzar a renegociar el texto de 1994, que abrió las fronteras a la libre circulación de bienes y servicios entre los tres países, que juntos tienen 478 millones de habitantes.

Será una primera ronda de definición de temas y aproximación, a la que seguirá una segunda, que comenzará el 5 de septiembre en Ciudad de México. Se cuenta con que las negociaciones lleven unos dos años.

La renegociación del  TLCAN se prevé dura, dado que el tratado fue calificado de "desastre para Estados Unidos" por el ahora presidente estadounidense durante su campaña electoral. Desde el inicio, el tratado ha tenido tanto detractores como defensores en los tres países.

Trump, en su conocida retórica, ve a EE.UU. como "loser", porque la balanza comercial estadounidense con México pasó desde la firma del tratado de un superávit de US$1.300 millones a un déficit de US$64.000 millones.

Intereses a corto y largo plazo. Para México, el TLCAN es esencial, ya que el 80 por ciento de sus exportaciones van para Estados Unidos. Pero el acuerdo también es crucial para numerosas empresas estadounidenses y de terceros países, que producen partes y productos terminados en México para el mercado estadounidense o dependen de insumos mexicanos. 

El acuerdo supuso, sobre todo, un gran impulso para el sector mexicano del automóvil, que ha crecido enormemente debido a la gran oferta de mano de obra barata en el país. Según la actual Administración estadounidense, ello ha tenido como contrapartida una significativa pérdida de empleo en Estados Unidos. Si Trump implementa realmente su retórica electoral, las negociaciones podrían alcanzar ribetes dramáticos.

México no aceptará aranceles. En todo caso, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México, dijo, con ocasión de la presentación del equipo negociador del nuevo TLCAN, este martes, que "México no aceptará regresar a un esquema de aranceles, cupos o barreras técnicas que dificulten u obstaculicen el comercio al interior de América del Norte”.

El peor escenario sería que Estados Unidos decidiera retirarse del acuerdo. En ese caso pasarían a regir las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En el sector del automóvil, la tasa máxima para los países con los que EE. UU. no tiene acuerdo sería del 2,5 por ciento. "Lo cual nos hace un poco menos competitivos, pero no es catastrófico para el crecimiento y desarrollo de México”, subrayó Guajardo.

Un buen "deal" para México. "Un buen 'deal' para México sería conservar sus ventajas en el comercio y las inversiones como taller de producción para EE. UU. y asegurar su posición en las cadenas internacionales de creación de valor. Ambas cosas podrían lograrse, a pesar de condiciones restrictivas de EE. UU. o, alternativamente, podría generarse una más fuerte competencia entre plazas de producción", dice el Dr. Günther Maihold, vicedirector de la Fundación Ciencia y Política, con sede en Berlín.

Para el Dr. Christian Ambrosius, de la Universidad Libre de Berlín, actualmente profesor visitante en la Universidad Autónoma de México, "la estrategia mexicana de política económica está basada en dos pilares centrales. Por un lado, desde los años 80, una estrategia de integración con Estados Unidos. Por otro, la emigración a Estados Unidos desde los años 90 y las remesas han funcionado como una válvula de escape social, sobre todo, para la población rural, afectada por los cambios estructurales en el país". Trump cuestiona ahora ambas cosas. 

"México tiene que reaccionar, pero no está claro cómo va a comportarse. Por el momento, parece reinar, sobre todo, la esperanza de que los intereses propios de Estados Unidos lleven a que las limitaciones al comercio sean menores de lo que los pesimistas temen", agrega Ambrosius.

Dos nuevos temas. México aspira a integrar en el nuevo TLCAN dos temas que, hace 23 años, cuando se firmó el tratado, nadie siquiera podía imaginar: el de las nuevas tecnologías de extracción de petróleo y el de la industria 4.0.

Las nuevas posibilidades de extracción de shale gas, petróleo de fracking y petróleo derivado de las arenas en Canadá suponen para América del Norte un reposicionamiento estratégico mundial en el abastecimiento de energía en grandes volúmenes y barata.

México buscará, por un lado, dijo Guajardo, incorporar el tema de la energía en el nuevo acuerdo y, por otro, impulsar la inversión privada en el sector energético del país y desregular las inversiones en puntos de la frontera con EE. UU.
También la industria 4.0 plantea una situación completamente diferente a la de hace dos décadas. Supone el desarrollo de "fábricas inteligentes", apoyadas en la Internet de las cosas y los sistemas ciberfísicos, o sea, la interactuación de capacidades digitales con procesos materiales, en redes interconectadas y a su vez relacionadas con el mundo virtual y las redes digitales globales. En ese marco, un aislamiento de los tres países del TLCAN entre sí tiene poco sentido.

México ha recibido grandes inversiones en ese sector y tiene que dar "certidumbre jurídica de la orientación hacia adelante de esa apertura para seguirla consolidando debido a que la plataforma de telecomunicaciones es la base de una nueva cultura en la manufactura en América del Norte”, agregó Guajardo.

Todos pueden perder. No obstante, existe el peligro, si Trump permanece duro, de que al final, los tres países del TLCAN pierdan. "Una reducción del nivel de vida es un peligro real, sobre todo, teniendo en cuenta el gran volumen del comercio intraempresarial en el intercambio entre Estados Unidos y México. Menos validez tiene para el comercio entre México y Canadá, de mucho menor volumen. Pero sí para las relaciones entre Estados Unidos y Canadá. Decisivo será hasta qué punto son afectados los puestos de trabajo y las inversiones", dice Maihold.  

Por su parte, Ambrosius resalta que, "en caso de una limitación del comercio México-EE.UU., aumentarán los precios de los productos importados, lo que supondría una pérdida de poder real de compra de la población estadounidense".

Además, ve otro peligro: "Una limitación de la producción en México puede no llevar automáticamente a un traspaso de la producción a Estados Unidos, sino a una sustitución de importaciones de México por importaciones de otros países".

Además, subraya el experto, "las cadenas de producción entre los EE.UU. y México están estrechamente integradas, por lo cual se verían afectadas fuertemente también empresas estadounidenses y de terceros países a ambos lados de la frontera". Por eso, Ambrosius espera que "el lobby de las empresas norteamericanas que no tienen interés alguno en socavar el TLCAN desempeñen un importante papel en las negociaciones".

Autores

Deutsche Welle