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Economista argentina sobre el default: “a quien tenía una enfermedad se le está sumando otra”
Lunes, Agosto 18, 2014 - 17:44

Diana Mondino, dice que en este momento hay incertidumbre, porque no queda claro si el gobierno espera acatarlo dentro de los seis meses, o si directamente va a haber desacato.

Universia Knowledge Wharton Apesar de las arduas negociaciones realizadas en la oficina del mediador Daniel Pollak, finalmente el jueves 30 de julio Argentina entró en default o cesación de pagos por desconocer el fallo que condena al país a pagar al menos US$1.330 millones a los fondos de inversión que no se habían sumado a la reestructuración de la deuda soberana que el país lleva negociando desde que, en 2001, entró en la mayor crisis económica y social de su historia.

Pollack, designado por el juez neoyorquino Juez Thomas Griesa para llevar a cabo el acercamiento de posiciones, no pudo lograr una definición y las repercusiones no tardaron en llegar. Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta argentina, pidió “a todos los argentinos que se queden muy tranquilos porque Argentina utilizará todos los instrumentos legales para cumplir con los bonistas”, y aseguró que “default es no pagar, impedir que alguien cobre [el Gobierno quiere pagar a los bonistas y tiene los fondos para hacerlo, pero encuentra obstáculos legales] no es default, van a tener que inventar una palabra”. En tanto, el ministro de Economía, Axel Kicillof, calificó de “pavada [bobada] atómica” el decir que ha habido un cese de pagos.

Más allá de los discursos e intenciones políticas, la Argentina recibe este golpe institucional en el medio de una situación económica complicada con alta inflación (cercana al 30% anual), recesión y fuentes de empleo débiles. Así lo confirma Diana Mondino, especialista en finanzas de la Universidad de CEMA, en Buenos Aires, quien advierte sobre la profundización de estas variables si el Gobierno no toma medidas urgentes.

-¿Cómo evalúa el momento actual de la Argentina frente a la deuda después del fracaso de las negociaciones?

-En este momento hay una extraordinaria incertidumbre porque ante un fallo adverso no queda claro si el gobierno espera acatarlo dentro de los seis meses, cuando se llegue a la fecha en que se cumplen las sentencias, o si directamente va a haber desacato. La verdad es que en ambos casos las consecuencias son negativas, o nefastas.

Si se llega a enero con cumplimiento efectivo de la sentencias, se debería cumplir el pago a los holdouts [fondos y particulares acreedores] en las condiciones del fallo. El tema de establecer las condiciones es justamente lo que le compete al mediador Daniel Pollak. Es quien tiene que ver cuál es el mejor mecanismo para dar cumplimiento a la sentencia.

La situación en Argentina es complicada porque hay un extraordinario déficit fiscal que además es creciente y, ante un problema de desfinanciación internacional, ese déficit aumentaría porque claramente no va a haber una suba de la recaudación. Pero aunque haya reducción en el gasto la única forma de cubrirlo sería con más emisión de dinero. Ya sabemos que más emisión, significa más inflación.

Por lo tanto, en la situación actual -e incluso un mes antes de que se planteara este problema de la deuda- Argentina ya tenía déficit, inflación y recesión. El posible desacato al fallo implica más inflación, más déficit y recesión. Es decir, estamos en una situación complicada que podría empeorar, lo que realmente es muy preocupante.

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-¿En qué medida cree se van a agravar estas variables económicas?

-Dependerá de la estrategia que vaya asumiendo el gobierno. Si se mantiene absolutamente firme en su posición de no pago y no hubiera una solución con los [acreedores] privados o los fondos buitres, los indicadores se van a agravar bastante. Si a esto se le agrega el aceleramiento de los bonos (que ya emitió el Gobierno en otras oportunidades), que es posible que suceda por haber incumplimiento, se convertiría realmente en un panorama difícil porque no podríamos importar. Y, entonces, el déficit fiscal se complicaría mucho en el frente externo.

-¿Piensa que la Argentina tiene posibilidades de volver a negociar con los fondos buitres y los bonistas que todavía no ingresaron al canje de deuda?

-Siempre hay margen. Esta deuda la vamos a pagar nosotros, nuestros hijos o nietos. Pero esta deuda se va a terminar pagando. Cuál va a ser el costo de esta deuda es lo que habrá de negociarse.

Los Estados no quiebran y estas deudas se arrastran. Las deudas se pueden negociar y se prolongan en el tiempo. Se puede discutir cómo, cuándo y cuánto se paga. De hecho, en la reestructuración de la deuda argentina de 2005 se demoraron cuatro años y medio en definir el proceso y se pagó un bono nominal mucho menor que el anterior. Con nueva deuda se puede hacer lo mismo.

Es certero que este tema, entonces, pasará a la siguiente administración de Gobierno [habrá nuevas elecciones a mitad de 2015]. Si el Gobierno paga en efectivo, le traerá el problema de que se caen las reservas; y si el problema se paga con bonos, los próximos gobiernos tendrán que pagar con bonos.

-¿Cómo nos miran en la región y en el resto del mundo ante esta situación?

-En este momento nos miran con absoluta incredulidad. Nadie puede entender, ni comprender ni creer lo que está haciendo la Argentina. No hay una razón de peso para que la Argentina actúe así porque el monto total, desde el punto de vista de la recaudación impositiva o cualquier indicador, es razonablemente bajo.

Hay otro problema: si debieron haber existido alguna vez los holdouts, si debieron haber ganado el juicio. Todo esto es una desgracia horrible y espantosa con la que nadie está de acuerdo. Pero dado que ya ocurrió, ahora hay que cumplirla.

Esa situación nos va a impedir conseguir créditos en el exterior, que es un efecto económico y financiero instantáneo. Al no pagar deudas anteriores, nadie te va a dar deuda nueva. Por eso al principio me refería a la importancia de mirar el déficit fiscal, ya que cuando gastas más de lo que tienes tú única forma de financiarte es con la tarjeta de crédito si eres un particular, y con bonos si eres un Estado. Dado que ha habido modificaciones en los gastos, el Gobierno para financiarse va a emitir más dinero.

Hay tres formas de obtener dinero: teniendo un sueldo (ingresos por trabajar), vendiendo un activo o endeudándote. El sueldo de Argentina -que son los ingresos fiscales- está cayendo, no quiere vender activos -como las acciones de la ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) o licitar empresas-, por lo que la alternativa que le queda es la emisión. Esa emisión se va a traducir en mayor inflación, tanto para los gastos del Estado como de las provincias, que están muy delicadas en lo financiero.

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-¿Cómo cree que la población valora lo que ha estado sucediendo?

-Hay distintos niveles de información en la gente. Creo que igualmente todos nos hemos dado cuenta que esto es un problema. Cuando veas que tu vecino pierde el trabajo, que cuando vas al supermercado aumentan los precios o que no haya un remedio que necesites -porque no se puede importar-, la gente va a tomar conciencia.

En el fondo, la cuestión es a quién los ciudadanos le van a adjudicar la responsabilidad. Si son malas decisiones del Gobierno, si es un enemigo externo, los holdouts o los fondos buitres. Pero el golpe en el bolsillo de la gente es letal.

Los problemas económicos no se le pueden adjudicar a lo que viene pasando en las últimas semanas con la deuda. Porque ya venimos de una franca recesión. Un mes y medio antes de todos estos problemas con la deuda Argentina ya teníamos alta inflación, déficit y recesión. Lo que hemos observado ahora es que estos problemas se han agravado.

-¿Puede darnos ejemplos de los efectos reales de esta situación?

-En los últimos cinco años la destrucción del sector ganadero implicó 12.000 trabajos menos en los frigoríficos y más de la mitad de ellos han cerrado. De hecho se acaba de anunciar el cierre de dos frigoríficos más.

Las autopartistas ya están teniendo suspensiones y se han producido despidos en algunas de ellas. Es un problema que viene de arrastre. Es decir, si bien son problemas anteriores, se han agravado con la situación de la deuda externa.

Si bien los [efectos en los] sectores ganadero y autopartista son evidentes, hay otros signos negativos de la economía. Todo lo que es el sector gastronómico viene mostrando cierre de locales y menos mozos empleados; la industria de la construcción muestra desaceleración en distintas partes del país. También se ven afectadas las economías regionales como la fruta, yerba mate, verduras y tabaco, que muestran niveles menores de actividad en los últimos tres años. Lo mismo ha pasado con el turismo receptivo ante una baja en la ocupación de hoteles.

En suma, la situación se debe a que las políticas intervencionistas del Gobierno han destruido los indicadores de precios, entonces no es fácil trabajar. Ahora se suma este problema adicional de la deuda, grave, entonces a quien tenía una enfermedad se le está sumando otra. O sea, quien tenía una gripe hoy puede tener una neumonía.

-¿Hay formas de evitar que los fondos buitres sigan actuando? ¿Este debate sigue vigente?

-Es un debate que se está planteando de una forma muy activa y cuidadosa desde hace más de 15 años, y no porque esté pasando esto con la Argentina. Anne Krueger [ex dama de hierro del Fondo Monetario Internacional] lideraba este tema en el 2001 y, por el atentado a las Torres Gemelas, se postergó. Después parecía que en el mundo no había necesidad de plantear de nuevo el problema, pero claramente el sistema legal actual hay que replantearlo.

Es un tema que debe ser analizado y revisado, pero ahora con el régimen actual Argentina ha perdido el juicio. Si llegara a cambiar el sistema legal esto se podría evitar. El problema es que hay un sistema que hace que los países puedan demorar mucho un pago y que los únicos que estén dispuestos a comprar este tipo de bonos es gente que puede esperar y litigar.

Se podría haber probado un cambio con las deudas de Irlanda, Islandia o Grecia y en ninguno de los casos fue necesario llegar a este extremo. Si se llega a retomar el debate sobre el tema legislativo no va a ser porque la Argentina y el Gobierno de Cristina lo solicite, sino que es la reedición de un tema que se discute desde hace mucho tiempo. Es más, en 1984, cuando fue la ola de defaults en países latinoamericanos, se discutió muchísimo. Hoy, para mí, el problema es hacia adentro del país.

Qué debería hacer un próximo Gobierno para tratar de mejorar la imagen de Argentina frente al mundo es lo que debemos debatir.

-¿Cuáles son las medidas inmediatas que deberá tomar el próximo Gobierno?

-Se debe reducir el déficit fiscal. Recién después de eso se va a poder pagar, no hay otra forma de obtener fondos para poder pagar. Si se logran reordenar las finanzas del país se podrá ver qué hacer con la financiación externa.

Es distinta la imagen que se tiene frente a los mercados financieros que frente a los mercados comerciales. Y diría que la principal preocupación no es hacia los mercados financieros porque todo el mundo entiende que hay una cuestión política y de imagen hacia afuera que debe seguir el Gobierno de Cristina. Entonces, en lo que hay que trabajar en forma rapidísima es en recuperar mercados en todos los productos que hemos perdido. Argentina está exportando menos que hace dos años.

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