Pasar al contenido principal

ES / EN

Perú: el mejor clima de negocios para microfinanzas y el dowscaling
Mar, 27/07/2010 - 17:17

María Rosa Morán

Perú: el mejor clima de negocios para microfinanzas y el dowscaling
María Rosa Morán

Master en Administración de Negocios, ESADE (España); Maestría en Recursos Humanos Europeos, École de Management de Lyon (Francia); Magíster en Administración, ESAN (Perú), y abogada de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha trabajada como asesora de diversos ministros de Industria, y de Comercio Exterior y Turismo. Fue jefa de la Mesa de Fortalecimiento de Capacidades Comerciales y miembro del Equipo Negociador Peruano en la negociación del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. Actualmente es consultora para instituciones y organismos internacionales en temas de comercio exterior  e integración comercial, y profesora de ESAN.

De acuerdo a los resultados del Índice Microscopio 2009, Perú fue elegido como el país con las mejores condiciones de negocios del mundo para las microfinanzas. La elección se realizó entre 55 países en todo el mundo.

Este no es un fenómeno aislado, toda vez que es el segundo año consecutivo que Perú encabeza la tabla del Microscopio divulgado por el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Economist Intelligence Unit (EIU).

Sin duda, estos son reconocimientos llenos de optimismo para quienes siguen atentos y expectantes el desarrollo de las microfinanzas en el Perú y en America Latina. Y es justamente debido a estos indicadores que en los últimos años los grandes bancos han realizado significativos esfuerzos para incursionar en las microfinanzas, fundamentalmente alentados por el atractivo de las grandiosas utilidades que genera el atender este nicho de mercado tradicionalmente pospuesto por la banca tradicional.

Debemos recordar que en el Perú, como en la mayoría de los países, las empresas dedicadas a las microfinanzas -Instituciones Microfinancieras (IMFs)- han contribuido sustancialmente a la bancarización en el país. Son estas IMFs las que introducen nuevos actores en el sistema financiero, incorporando a quienes históricamente no han sido sujetos de crédito para la banca tradicional. Este proceso ha dinamizado el crecimiento de muchos sectores productivos, y por consiguiente, el crecimiento del mercado interno peruano.

Sin duda, son las IMFs las que incorporan al sistema la mayor cantidad de clientes, lo que determina que ostenten un indicador número de clientes/patrimonio bastante más alto que el de la banca múltiple (bancos); si bien la oferta de crédito de las IMFs es menor en monto comparada con la banca comercial, el número de créditos otorgados por estas instituciones es bastente mayor.

En el Perú, desde hace algunos años la banca tradicional viene intentando incursionar a un ritmo galopante en las microfinanzas. Este concepto es conocido como downscaling, es decir, los grandes bancos proveen préstamos o créditos a microempresarios.

Esta incursión en el mundo de las microfinanzas (downscaling) se desarrolla, principalmente, adquiriendo IMFs que se encuentran en el mercado o constituyendo un área especializada dentro del mismo banco que implemente la tecnología crediticia aplicable al crédito destinado al micro y pequeño empresario urbano o rural.

A diferencia de la metodología implementada por la banca tradicional, la esencia de los microcréditos se encuentra en la capacidad de pago del cliente, no en las garantías; y a diferencia de la banca de consumo, la gran mayoría de los créditos a la microempresa están orientados al financiamiento de capital de trabajo y activo fijo.

Pero debemos tener mucho cuidado en no confundir conceptos. El downscaling no necesariamente contribuye a la bancarización de un país. Al contrario, mal entendido y realizado inexpertamente, puede resultar hasta peligroso para el mercado que atiende a los microempresarios.

Me explico: muchas veces sólo cuando se introducen a nuevos clientes en el sistema financiero, a través de las IMFs, es que éstos resultan atractivos para la banca tradicional. Es decir, son las empresas microfinancieras las que realizan el esfuerzo de evaluar a clientes sin antecedentes crediticios para incorporarlos al sistema financiero, con todos los costos operativos y riesgos adicionales que ello implica, para que luego los bancos tradicionales o casas comerciales que venden bienes de consumo se lleven la cartera de clientes generada, toda vez que los pequeños empresarios tienen casi como requisito previo para acceder a un financiamiento de la banca tradicional la obligación de mostrar un historial de crédito impecable en una IMFs.

Esto que suena bastante natural e incluso congruente con las leyes sobre la libre competencia (atraer a los mejores clientes de la competencia), puede acarrear consecuencias muy nocivas para las entidades ligadas al sector de microfinanzas;  pero sobre todo, para los pequeños empresarios, debido a que esta política comercial en muchos casos devienen en problemas de sobreendeudamiento.

En el último año, las IMFs han monitoreado atentamente los indicadores de cartera en riesgo y mora, los que experimentaron una preocupante alza sistémica, debido, entre otros factores, al cada vez más nutrido número de clientes en peligro de sobreendeudamiento.

Lo más fácil, y a la vez imprudente, es desarrollar una estrategia de downscaling basada casi exclusivamente en clientes ya bancarizados o clientes ya endeudados. Lamentablemente, cuando un pequeño empresario cuenta, a base de mucho esfuerzo, con un buen historial crediticio, “aparecen” instituciones financieras, sobre todo las dedicadas a los créditos de consumo, a ofrecer créditos de forma irresponsable, con el único objetivo de cumplir metas de colocaciones.

Esta estrategia puede ser la generalizada y funcionar bien en términos de banca tradicional, pero no necesariamente es la más correcta en el sector de microempresarios, toda vez que las microempresas tienen una capacidad de endeudamiento muy limitada y recursos escasos para recuperarse de una eventual situación adversa en el negocio.

Lamentablemente, muchas veces un pequeño empresario que venia cumpliendo sus obligaciones crediticias de forma diligente con una entidad financiera, se ve tentado por ofrecimientos reiterados de créditos fáciles, con el consecuente riesgo de sobreendeudarse. De caer en mora, aparecerá como mal pagador en las centrales de riesgo, perdiendo finalmente el acceso al crédito que tanto esfuerzo había logrado.

En este contexto, tanto las IMFs como la banca tradicional en proceso de downscaling tiene la obligación de desarrollar sus actividades con responsabilidad y plena conciencia del impacto positivo o negativo que sus políticas crediticias puede generar en los pequeños empresarios.

Países