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Inés Manzano: los empresarios ecuatorianos “no tienen claras sus obligaciones frente a las normas ambientales”
Viernes, Marzo 21, 2014 - 16:23

Recientemente designada presidenta del Directorio del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible del Ecuador (Cemdes), Manzano explica en esta entrevista las barreras que existen para que el empresariado incorpore con convicción la sostenibilidad.

-¿Hay confusión entre sostenibilidad y responsabilidad corporativa?

-La responsabilidad corporativa se basa en hacer más allá de lo que la norma exige, mientras creemos que la sostenibilidad abarca un universo más allá de la norma, pero que al mismo tiempo quiere convertirse en aquella, que tenga un elemento diferenciador frente a la competencia, y que se ajusta mucho a lo que sucede actualmente a nivel internacional. Por ejemplo, en Europa ya se discute que los productos de consumo masivo deben tener en su etiqueta su huella de carbono, cuando acá posiblemente muchos empresarios no saben de qué se trata esto, así como la mayor parte de los consumidores no distinguen si es que esto es bueno o malo. El trabajo es arduo, y consiste en mejorar la percepción de lo que es la sostenibilidad, para evitar confusiones y trabajar en conjunto.

-¿Pero por qué hay desconocimiento del empresario?

-Es que algunos no tienen ese requerimiento del consumidor y no se interesan en esto. Pero la realidad es que deben conocer más sobre esto por convencimiento propio, de que el negocio se nutre de valores ambientales que están alrededor nuestro. Si no se percibe esto por parte del empresario, significa que está perdido en lo que son las nuevas escuelas de liderazgo y negocio empresarial, donde éste es un elemento que hay que tenerlo como un activo.

-Entonces, ¿cuáles son las principales dudas en este campo de parte de los empresarios?

-Los empresarios no tienen muy claras sus obligaciones frente a las normas ambientales. Creen que con la licencia ambiental ya pasaron el examen, pero su andamiaje va más allá. No es solo cumplir un proceso, sino que adquieres una serie de obligaciones como supervisar constantemente, hacer reportes, estar dentro de los límites permitidos de contaminación, contratar auditorías... Si haces una ampliación del negocio, hay que incluirla dentro de la medición. Creo que como los empresarios están metidos de lleno en la producción, no tienen en cuenta estos riesgos ambientales.

Por otro lado, estamos en un país lleno de trámites, y en los temas ambientales no es diferente. Esto genera uncorte en la productividad y competitividad de las empresas. Por ejemplo, en el sector del banano, cuando quisimos hacer un análisis legal vimos que habían 99 normas que lo regulan, y no es posible que suceda eso. Sólo de leerlas te cansas; imagínense aplicarlas. Y el 90% de la carga de esas normas es para el productor, incluidos los pequeños, que no están bien preparados para enfrentarlas. Quienes tienen desde 0 a 75 hectáreas, deben presentar fichas ambientales, pero cuando se ve la realidad del pequeño productor, que tiene pocas hectáreas, sabes que será complicado que cumpla con las normas porque su situación social es diferente. En ese sentido, lo ambiental sí se vuelve una barrera. Por eso hay que buscar fórmulas ideales para que todos cumplan. Por ejemplo, le sugerimos al Ministerio que homologuen ciertos procesos que los pequeños y medianos productores ya tienen certificados, y que en todo caso les aumenten una o dos detalles que falten.

-¿Cuáles son los incentivos que actualmente existen?

-Uno de ellos nació con el Código de la Producción en 2010, con una reforma que se refiere a la adquisición de tecnología, equipo o maquinaria, que reduzca el impacto ambiental o emisión de CO2. Este, en beneficio de la compañía, se puede depreciar en 100% adicional a su porcentaje normal. Y aunque es un incentivo que si bien no va de la mano con el flujo de caja, enfatiza que es importante usar algo más eficiente en la producción. Ahora, lo que sí dice adicionalmente es que esa tecnología no debe ser para cumplir la norma ambiental normal, es decir, debe ser para ir más allá; y lo otro es que una autoridad lo certifique. Pero hasta ahora creo que sólo diez empresas han obtenido este certificado. Poco, en realidad.

Y hay que apuntar al pequeño y mediano empresario porque el grande es visible, y por lo general se encuentra dentro de la norma. Y las pymes, para estar dentro de la norma, requerirán de ciertos incentivos. Esto no significa que el incentivo del Código de la Producción no sea para ellos, sino que las pymes no alcanzan a usarla. Y allí pasa algo a notar: las empresas grandes se sienten presionadas por los controles mientras pequeñas y medianas no son reguladas. Y estas últimas crecen de una forma que podría pensarse hasta desleal. Y lo que debe hacer el Estado es intervenir, ayudar en las licencias ambientales en el mismo sitio, costeándolas, sin hacerles sentir una carga extra. Adicional, deben crear mecanismos de financiamiento para estas pymes que quieran lograr saltos hacia nuevas tecnologías eficientes.

-¿Son los principales retos que enfrentarán?

-Tenemos una gran espada de Damocles como empresarios en el camino a la sostenibilidad porque el desafío, primero, es entender bien el Plan del Buen Vivir, lo del cambio de la matriz productiva y de la energética, que tiene como objetivo llegar a la sostenibilidad. Este año, como Cemdes, planeamos publicar un ránking de empresas sostenibles para ver los esfuerzos en este campo. Al ser un ránking basado en una metodología internacional, no pagado por ninguna empresa, se califica a la empresa en base a once criterios. Lo que queremos definir con esto es qué es una empresa sostenible, que nadie sabe qué es. Y el primero es que debe cumplir la norma del país, no solo la ambiental, sino la laboral, societaria, tributaria… Porque no puedes tener una empresa sostenible si no se cumple todo esto.

Autores

Jorge Cavagnaro