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Las dificultades y necesidades de las lecheras colombianas
Martes, Abril 23, 2013 - 11:05

Colombia mantiene los niveles de producción por encima de los 6.500 millones de litros, consolidando el sector lácteo como uno de los más activos en la industria de alimentos; pero la percepción de los productores es muy distinta: cada jornada es más difícil sobrevivir.

Alrededor de 350.000 familias madrugan todos los días en Colombia con el objetivo de producir leche. Gracias a su esfuerzo, el país mantiene los niveles de producción por encima de los 6.500 millones de litros, consolidando el sector lácteo como uno de los más activos en la industria de alimentos (según el DANE, abarcó el 11% de la producción de alimentos y bebidas en febrero pasado); pero la percepción de los productores es muy distinta: cada jornada es más difícil sobrevivir.

“El clima nos ha afectado en los últimos tres años. Primero fue el verano y después el invierno, lo que nos obligó a mi hermano y a mí a vender 30 vacas. Era la mitad de todo nuestro ganado”, explica Alberto Castellanos, productor de leche de la región de Simijaca, en el altiplano cundiboyacense, a quien las cuentas desde hace tiempo no le cuadran: los 1.200 litros de leche que producía diariamente se convirtieron en 600 tras las inundaciones y las ventas, y así también disminuyó el precio de compra de la leche.

“Antes nos pagaban el litro a $980 y hoy lo compran a $880. Con los descuentos de Fedegán y la retefuente nos queda en $850”, asegura. Aquellos reveses pueden comprobarse en las cifras de producción del gremio: en 2008 el país registró 6.607 millones de litros de leche, que se convirtieron en 6.452 millones en 2011; aunque cálculos recientes indican que en el último año aumentó la actividad, los expertos señalan que rondaría los 6.500 millones de litros.

En contravía, Colombia se ha convertido en un destino excelso para las importaciones de alimentos lácteos. En 2012 se compraron 28.594 toneladas de leche, 7.056 de lactosueros (uno de sus derivados para uso industrial), 1.145 de quesos, 59 de mantequilla y 65 de yogur y leche ácida, para incrementos superiores al 60% en cada uno frente al año anterior.

Esta situación llevó al gobierno a replantear el rumbo de la industria. En su Plan para el Impulso de la Productividad y el Empleo (Pipe), con el que busca dinamizar la producción del agro y la industria, asignó alrededor de $500.000 millones (US$271,1 millones) para fortalecer todo el sector, de los cuales $100.000 millones se destinarán a la reconversión de la pequeña industria lechera.

“El objetivo es aprovechar el plan de desgravación de materias primas y maquinaria para transformarla”, explicó Juan Camilo Restrepo, ministro de Agricultura, durante la presentación de una medida que fue recibida con reservas.

“Es un gran esfuerzo por parte del Ministerio, pero consideramos que los fondos siguen siendo insuficientes”, comenta Diego Marulanda, gerente general de Analac, quien considera que el presupuesto asignado debe dirigirse a superar retos importantes como la asistencia técnica para aumentar la productividad y la rentabilidad, fomentar la asociatividad y fortalecer los laboratorios.

“En la medida en que tengamos sistemas de medición de los impactos y la evolución de la producción, podríamos tomar a tiempo decisiones tanto correctivas como preventivas”, agregó.

En contraste, las cuentas de Alberto Castellanos son mucho más sencillas. “Lo que más necesitamos es un tractor y el refuerzo de los jarillones, para evitar que el invierno nos siga afectando. También necesitamos más carreteras, para aumentar las ventas de leche”.

Aunque los estragos climáticos no han sido tan fuertes como en años anteriores, la principal angustia ha sido el precio cada vez más bajo por el que compran la leche: “Así nos van a llevar a la quiebra. Tendríamos que rebajar el concentrado y despedir gente”.

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ELESPECTADOR.COM