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Nobel a Svletana Alexievich: el periodismo bien hecho
Vie, 09/10/2015 - 13:55

Claudio Pereda Madrid

La batalla de la avenida que abre heridas en Chile
Claudio Pereda Madrid

Claudio Pereda Madrid es sub editor del sitio LifeStyle. Con estudios de magíster en Ciencias Políticas (Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, Anepe, Chile) y Estudios Latinoamericanos (U. de Chile), se ha desempeñado en las secciones Economía (Las Últimas Noticias), Cultura (La Nación) y Reportajes (La Tercera), además de la radio Cooperativa y revistas Rock&Pop y Zona de Contacto, entre otros medios chilenos. Es fundador de la revista Cultura y Tendencias. Posee también experiencia como profesor universitario en Comunicación Estratégica y Periodismo de Investigación. Sus cuentas en redes sociales: @peredamadrid y @RevistaCyT

Si bien para muchos el reciente Premio Nobel de Literatura a la bielorrusa Svletana Alexievich es una evidente muestra de desaire surgida desde Occidente hacia el mandatario ruso Vladimir Putin, lo cierto es que el reconocimiento ofrece también lecturas más nobles.

Una de ellas es que el premio se trata -por sobre todo- de un reconocimiento al hoy vapuleado y viejo oficio del periodismo.

En tiempos en que el desarrollo tecnológico ha llevado a muchos entusiastas de lo ligero a decir que se debe prescindir de esa forma "antigua" de comunicar, porque hoy está todo visto en las redes, surgen casos como el de la incansable bielorrusa que a sus 67 años demuestra cuánto se requieren más de esos ejemplos que sólo mera tecnología.

A través del papel, ese elemento que se resiste abandonarnos a pesar de todos los embates infringidos, Alexievich ha hecho una mella intensa y profunda a la aparentemente triunfadora dinámica del silencio y el olvido.

Con profundos reportajes en diarios y con crudos e impactantes libros, se ha encargado de un trabajo de hormiga pero imperecedero: darle voz a los derrotados, a los silenciados, a los escondidos.

Aunque suene mesiánico, lo cierto es que el trabajo de la Premio Nobel es más bien práctico y, dado el caso, hasta simple: es el ejercicio de un oficio de la mejor forma posible.

La diferencia y la agradable gracia que tiene éste en particular es que, si se hace bien, pueden pasar cosas como esta distinción. Y con ella, que trabajos sobre mujeres silenciadas en el Segunda Guerra Mundial o sufrientes que son escondidos tras la tragedia de Chernobyl sean conocidos globalmente.

En momentos en que el ejercicio del periodismo se da por muerto, algunos demuestran que las cosas pueden ser mejores.

Hija de maestros rurales, Alexievich se graduó en 1972 en la Facultad de Comunicaciones de Minsk, Bielorrusia, que entonces era parte de la Unión Soviética. Nació el 31 de mayo de 1948 en la ciudad ucraniana de Ivano-Frankvisk.

La Academia Sueca destaca que “sus escritos polifónicos son un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”. Ella ha dicho que “respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”.

Traducidos a más de veinte idiomas, sus libros buscan acercarse a la dimensión humana de los hechos a través de una yuxtaposición de testimonios individuales, un collage que acompaña al lector y a la propia Alexievich a un terrible “descenso al infierno”.

El Premio Nobel, de hecho, enfatiza que “a través de ella, un cuidado collage de voces profundiza nuestra comprensión de toda una época”.

La periodista es considerada un gran ejemplo de periodismo narrativo y su principal obra conocida en español -"Voces de Chernobyl", 1997- documenta las vivencias que deja el trauma de la increíble catástrofe nuclear ocurrida el año 1986 y el afán de esconder lo que sucedía con miles de víctimas.

"La guerra no tiene rostro femenino", en tanto, se centra en el papel de las mujeres rusas durante la Segunda Guerra Mundial, aspecto de lo cual ni siquiera existía bibliografía a mano.

El estilo y la óptica de Alexievich nunca han sido bien miradas por las autoridades rusas, ya que la autora se caracteriza por la crudeza de sus temáticas en casi una decena de libros, fuera de toda versión oficial.

Sus temáticas siempre enfatizan la necesidad de escuchar todas las voces existentes en la compleja cultura rusa, reivindicando una dinámica más participativa y dialogante.

Un ejemplo que permite entender la manera profunda en que la reciente Premio Nobel asume las cosas es cuando le preguntan, una vez sabida la noticia, que hará con el jugoso premio en dinero, que es de casi US$1 millón.

La periodista dice: "Me compraré la libertad. Me lleva mucho tiempo escribir mis libros, entre cinco y diez años". Un verdadero tributo al periodismo bien hecho.

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