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Bolivia: ¿fin de un dialogo muerto con Chile?
Jue, 24/03/2011 - 10:00

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Este fue un día del mar movido en Bolivia y con réplica en Chile. El presidente Evo Morales ha hecho ver la intensión del país altiplánico de recurrir ante tribunales y organismos internacionales para lograr un acceso soberano al océano pacífico. De concretarse esta posición, entonces hay que sostener que hemos llegado al fin del Acuerdo de los 13 puntos: el acuerdo ha muerto. 

Firmado en 2006, el acuerdo -lo cual reforzó las instancias políticas existentes- permitió efectivamente un mejoramiento en la confianza entre ambos países, lo cual se tradujo en sendas reuniones presidenciales, de ministros (Defensa, Salud, Trabajo, Obras Públicas y Cultura) y cancilleres. 

Al mismo tiempo permitió desarrollar una amplia agenda bilateral, la cual permitió entre otras actividades trabajar en tres direcciones: reuniones (Mecanismos de Consultas Políticas, Comité de Fronteras, Municipios y Comunidades fronterizas, Bilateral de Autoridades Aduaneras, Comité Técnico de Controles Integrados de Frontera, Grupo de Trabajo sobre Libre Tránsito, Grupo Técnico sobre Infraestructura, ATIT, Grupo de Trabajo sobre el tema del Silala, Grupo de Trabajo de Cooperación); visitas (Directores de medios de comunicación y formadores de opinión, organizaciones sociales) y encuentros (Rectores de Universidades, Mujeres Líderes, Alcaldes, Academias diplomáticas e Intelectuales).

El Acuerdo de los 13 puntos intentó corregir un error de acercamiento entre ambos Estados. Parafraseando a José Miguel Concha (diplomático chileno, 2007), “en resumidas cuentas, la situación de tensión crónica que todavía rige en las relaciones entre Chile y Bolivia resulta perjudicial para los intereses permanentes de ambos países, principalmente de sus pueblos. Donde, (además), en la relación entre (ambas naciones) basta señalar que el discurso anti chileno ha sido el catalizador de dirigentes políticos para acceder a la presidencia; mientras que la política interna de Bolivia no se puede comprender sin tener en cuenta el factor enclaustramiento y el factor Chile como país hostil”.

Efectivamente, 13 años después, el Acuerdo de los 13 puntos venía a dar el respaldo político al Acuerdo de Complementación Económico de 1993, el cual es uno de los acuerdos más antiguos de lo que correspondió (y corresponde) a la política de la década de los 90 de reinserción al mercado global. Así, el Acuerdo de los 13 puntos no sólo era un avance sustantivo en el estado de la relación bilateral, sino que además tendía a consolidar y dar un necesario piso a un intercambio económico secundario, pero estratégicamente importante para Chile. 

De esta forma, basados en datos entregados por la página de Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de Chile (Direcon), entre este país y Bolivia, desde 1993 a 2008 (evitando la crisis económica internacional entre 2009 y 2010), es factible observar un incremento de 601% en el intercambio comercial bilateral. A este respecto, ambas naciones presentan cambios positivos. Chile ha incrementado sus exportaciones al país altiplánico en 623%, mientras que Bolivia lo hizo en 496%. Sin embargo, en términos reales la balanza comercial es claramente deficitaria para Bolivia. Mientras Chile incrementó en US$386 millones sus envíos, Bolivia solo ha visto crecer los suyos en US$64 millones.  

El Acuerdo de los 13 puntos marcaba un punto de inflexión, con claras señales, de ambos lados, de avanzar hacia un proceso constructivo, armónico y de visión futurista. Sin embargo, desde la perspectiva boliviana, el mismo tenía sólo tangencialmente considerada la esencia de sus demandas: la problemática de su mediterraneidad (el Acuerdo sostiene: Desarrollo de la Confianza Mutua, Integración Fronteriza, Libre Tránsito, Integración Física, Complementación Económica, Tema Marítimo, Silala y Recursos Hídricos, Instrumentos de lucha contra la Pobreza; Seguridad y Defensa, Cooperación para el control del Tránsito ilícito de drogas y de productos químicos esenciales y precursores, Educación, Ciencia y Tecnología, Cultura y Otros Temas).

En sí, la idea del Acuerdo no era errada, pero la problemática no se resolvía. En el caso de ambas naciones el incremento comercial no hará desaparecer la demanda por una salida al mar. Por lo tanto, las opciones son tres: 

1.- Una nueva agenda más arriesgada (que definitivamente incorpore la salida al mar con soberanía boliviana. 

2.- Una política exterior más creativa.

3.- O volver al principio de status quo (donde no hay demanda posible).

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