Pasar al contenido principal

ES / EN

El campo y los medios, las dos últimas grandes batallas de Kirchner
Jue, 28/10/2010 - 10:49

José Crettaz

El campo y los medios, las dos últimas grandes batallas de Kirchner
José Crettaz

Periodista del diario La Nación de Buenos Aires (Argentina).

Néstor Kirchner fue un peleador. Se peleó con empresarios locales y extranjeros, obispos, opositores y hasta con sus propios partidarios y aliados. Lo que para unos esa característica de la vida del ex presidente fue virtud (entendida como “lucha contra las corporaciones”), para otros se trató de un defecto (la incapacidad de negociar y consensuar).

En ese extenso catálogo de escaramuzas, casi siempre dotadas de ribetes épicos, destacan las últimas dos grandes peleas que marcaron su vida pública: la guerra con “el campo”, que duró tres meses eternos, y el enfrentamiento con las empresas de medios y los periodistas. Por esas cosas de la vida profesional, me tocó seguir de cerca ambas contiendas.

No fueron batallas desconectadas. Para Kirchner y su entorno, la derrota en la primera de esas contiendas, justificó declarar la segunda. Hasta sus últimos días, el ex presidente fallecido y su entorno creyeron que la revuelta agropecuaria tuvo más de construcción mediática que de reclamo popular genuino.

En marzo de 2008, ya con su esposa en la presidencia y una economía con “viento de cola”, Kirchner impulsó una suba de los impuestos a las exportaciones de granos. Con esa medida buscaba apuntalar la “caja” del Estado, una de las obsesiones que marcaron su estilo de gobernar. En un contexto de fuerte suba de los precios internacionales de las commodities, no era el primer aumento de retenciones para los productores agropecuarios.

Aquel aumento de impuestos originó primero la protesta de las entidades gremiales del campo, pero con el correr de las semanas cientos de productores se volcaron a las rutas y las cortaron. Desde ese momento, la pelea sólo tendió a profundizarse. Kirchner entendió aquella reacción, que dominó la vida política y la cotidianidad de la gente durante tres meses, como un intento de destitución del gobierno.

La amplificación de la noticia por parte de los medios de comunicación irritó al ex mandatario más que el hecho en sí. La historia es conocida, el 17 de julio de 2008, el conflicto -que estuvo repleto de marchas, actos y contraactos masivos- terminó con el voto negativo del vicepresidente Julio Cobos y la derrota del gobierno, que finalmente no logró imponer aquel aumento de las retenciones.

En diciembre de 2007, pocos días antes de delegar el poder en su esposa electa, junto a Julio Cobos meses antes, había prorrogado por decreto las licencias de los canales de televisión abierta de Buenos Aires, sobre los que todavía se construye buena parte de la información que circula en todo el país. Kirchner, hijo de una provincia árida, petrolera y minera, nunca entendió la idiosincrasia rural de la pampa húmeda. A pesar de eso, en 2007 el campo le aportó una cosecha de votos que ayudo a Cristina Fernández a llegar cómodamente a la presidencia.

Pero Kirchner, que siempre identificó al campo con el estereotipo de la Sociedad Rural, culpó a los medios de comunicación, particularmente al conglomerado empresario más grande, el grupo Clarín. Y allí comenzó a incubarse la segunda gran guerra kirchnerista: la embestida contra los medios.

Esa pelea, todavía abierta, tuvo su declaración formal con la presentación del proyecto de ley de medios en el Teatro Argentino de La Plata en marzo de 2009, exactamente un año después de la suba de las retenciones al campo. Eso ocurrió además poco antes de las adelantadas elecciones legislativas de junio, en las que Kirchner no logró imponerse en su nuevo distrito, la provincia de Buenos Aires.

La estrategia de Kirchner siempre fue la de huir hacia adelante. A pesar del duro golpe que significó esa derrota electoral, que se tradujo en la pérdida de las mayorías que su sector tenía en las dos cámaras del Congreso, la ley de medios -que obliga al desguace de las principales empresas multimedios del país- se terminó aprobando y rige actualmente a los medios electrónicos. Salvo un artículo para el sólo caso del grupo Clarín: el de la desinversión. A principios de octubre, la Corte Suprema rechazó el pedido del gobierno de levantar una medida cautelar favorable a esa empresa de medios.

Como en la guerra del campo, Kirchner tampoco se dio por vencido en esta batalla: a la sanción de la ley de medios, le siguió el embate contra los diarios por el control de la fábrica Papel Prensa, el lanzamiento del sistema de televisión digital terrestre sólo estatal y la caducidad de la licencia para dar internet a Cablevisión, entre otras decisiones.

Hoy, todos los medios modificaron sus programaciones y rutinas de trabajo habitual para informar sobre su muerte, su trayectoria y su legado.

Fueron tres años intensísimos para todos los argentinos que ante esas batallas fuimos casi siempre espectadores extrañados. Para Kirchner tal vez hayan sido demasiadas peleas juntas para una salud que cada vez más seguido le daba señales claras de debilidad.

Países
Autores