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Entérese de la frustrada carrera presidencial del cuestionado vicepresidente argentino
Martes, Agosto 26, 2014 - 17:32

Amado Boudou es una figura externa al peronismo gobernante, y su procesamiento lo saca de una carrera presidencial en la que tenía buenas chances de competir.

A fines de junio, en pleno Mundial, el juez Ariel Lijo procesó al vicepresidente de la República, Amado Boudou, por cohecho y negociaciones incompatibles. La acusación se basaba en el intento de compra de la Imprenta Ciccone (hoy Compañía de Valores Sudamericana), que se dedica a la impresión de billetes y a la confección del documento nacional de identidad (DNI). 

Durante más de dos años el “caso Ciccone” fue ganando página y minutos en los medios locales, especialmente en los opositores. El gobierno minimizó la acusación, para luego señalar que era la justicia la que debía pronunciarse. Hoy, con el vicepresidente procesado, ha salido a respaldarlo. La presidenta Cristina Fernández lo ha mantenido en funciones, sin hacerles caso a las amenazas de juicio político. ¿Pero quién es Boudou y por qué el empeño de la prensa opositora en investigarlo?

Rockero fashion

Nacido en Mar del Plata y formado en economía, Boudou viene de las filas universitarias de la derecha argentina, de la Unión para la Apertura Universitaria (APAU). En las fotos de la época se muestra a un joven de pelo frondoso, de aspecto informal pero cuidado. La APAU dependía de la Unión del Centro Democrático (Ucedé), agrupación que había salido del Partido Demócrata Cristiano. No es el único: también lo fue Sergio Massa, hoy presidenciable con serias posibilidades de ganar en las elecciones del próximo año. En WikiLeaks hay un despacho de la embajadora Vilma Martínez que describe un encuentro con Boudou: “Se describió a sí mismo como pro-americano, aunque agregó que debe cuidarse de no manifestarlo en público”.

Como dicen en Argentina, Boudou es un “fachero” que anda en moto y está emparejado con una atractiva periodista, con la que vive en el barrio de Puerto Madero. Durante su época universitaria fue DJ; en plena campaña presidencial del 2011 tocó y cantó en un programa de televisión.

Boudou mezcla, pues, conservadurismo y rock & roll fashion. ¿Pero qué lo catapultó a la vicepresidencia y por qué los medios opositores hicieron de su apellido un sinónimo de “corrupción”? Según el diputado Andrés Larroque, líder de la agrupación oficalista La Cámpora, hay mucha gente poderosa que no le perdonó su desempeño como director de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) cuando se enfrentó al “sistema de intereses económicos que había detrás de las AFJP”. Efectivamente a Boudou le tocó liderar la estatización de los fondos de pensiones en 2008, durante el primer mandato de Cristina Fernández. Al año siguiente, y en virtud de esa estatización, fue nombrado ministro de Economía.

El politólogo Nicolás Tereschuk, editor del blog arteypolitica.com, recuerda que tanto en 2007 como en 2011 hubo casos de corrupción muy difundidos por la prensa opositora, que no influyeron en el resultado electoral. En cambio, el “caso Coimas” en 2000 generó una crisis política interna que derivó “en la ruptura de la coalición de gobierno; en un contexto económico muy complicado impactó en las elecciones legislativas de 2001 y en la posterior renuncia de De la Rúa”. De ahí que Tereschuk sea muy cuidadoso al hablar de corrupción.

Resulta llamativo que este procesamiento se realice justo en un momento en que el oficialismo se encamina a efectuar sus primarias para elegir al sucesor de Cristina. Por ello hay dos escenarios esperables: acrecentar las divisiones al interior del oficialismo, cosa que se ha manifestado principalmente de parte del ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien en plena reunión de emergencia del equipo económico con la presidenta por el juicio con los fondos buitre salió a lanzar su candidatura en un programa de televisión. El otro escenario, que por el momento cuenta con menos ráting, sería unir más al kichnerismo para enfrentar los embates externos.

Rosendo Fraga, analista político y director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, cree que hay que hablar de la corrupción sin pelos en la lengua. “Es un problema relevante y prioritario para la opinión pública que, lógicamente, cede ante las urgencias”, dice. 

Para Fraga ya van dos décadas desde el “caso Coimas”, lapso en que la corrupción ha cedido espacio en los medios y en las encuestas ante otros temas de impacto en la población: el default y la crisis económica, la pobreza y la inseguridad. De ahí que haya una relación entre crecimiento económico y preocupación por estos temas: “En 2011 la economía crecía al 7% y había récord de consumo, la presidenta fue reelecta con el 54% y la corrupción cedía ante el bienestar. En cambio, en las elecciones parlamentarias de 2013, con la economía creciendo sólo al 2% y el consumo estancado, el gobierno obtuvo la mitad de esos votos y perdió en casi todo el país”. Es decir, a menor crecimiento, menor tolerancia hacia la corrupción. En un país creciendo poco o nada durante el 2014, al gobierno le conviene poco o nada que la corrupción esté en la agenda política. De ahí que Fraga crea que la presencia del vicepresidente perjudica al gobierno. Es más, en un marco de definición del sucesor de Cristina, “cualquier figura del oficialismo que pretenda ser candidato prefiere que Boudou pida licencia”, cosa que al parecer querría el ministro del Interior. 

Sin embargo, la situación no es tan fácil. “Un alejamiento [de Boudou] podría llevar a que este tipo de situación se multiplique. Hay 44 denuncias por corrupción contra funcionarios del Ejecutivo y varias de ellas podrían derivar en procesamientos en los próximos meses”, recuerda Fraga.

Por otro lado, hay algunos actos con los que la presidenta claramente está desafiando al Partido Justicialista: primero respalda a un vicepresidente que viene de la Ucedé, luego “impone un presidente provisional del Senado [Gerardo Zamora] para reemplazar a Boudou, que tampoco pertenece a esta fuerza política, y comienza a hacer medir en los sondeos al ministro de Economía, Axel Kicillof, quien nunca ha militado en el peronismo, como eventual candidato a presidente para 2015.

Sin el procesamiento que pesa sobre él, Amado Boudou tenía serias posibilidades de ser el candidato presidencial del oficialismo; de ahí la tesis de que ir por él a toda costa haya sido una idea que rondó en algunos círculos opositores apenas Cristina asumió su segundo mandato, en diciembre de 2011. No es casualidad que la acusación haya venido sólo dos meses más tarde. En política cuando se es mal pensado, habitualmente se da en el clavo. Por eso no importa cuál sea el destino judicial del vicepresidente, lo importante es que quedó fuera de juego.

Autores

Gonzalo León