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Entérese de los desafíos que tiene Uruguay para enfrentar los efectos de su ley de Cannabis
Jueves, Junio 5, 2014 - 17:31

El gobierno uruguayo hizo historia al regular el mercado de la Cannabis. Ahora le falta lo más difícil: disipar temores y mitos urbanos del uso recreativo y dictar normas técnicas para el uso medicinal.

El Tasende es un bar tradicional de Montevideo, queda a una cuadra de la Plaza de la Independencia, a metros del Teatro Solís, y desde ahí se puede divisar la Rambla que da al Río de la Plata. Un ingeniero cordobés residente recuerda su primera noche en Montevideo recorriendo la Rambla, aquellos mismos caminos por los que caminaba el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti; al hacerlo se encontró con un hombre sobre una roca que, mirando hacia el río, negaba con la cabeza como quien piensa lo peor.

En los bares se discute con pasión cómo repercutirá en el país la nueva ley que regula la producción y comercialización de Cannabis. No a todos les gusta, y el precandidato presidencial conservador Jorge Larrañaga anunció que, de ser elegido, una de las primeras cosas que hará será derogar la ley que le ha valido al gobierno de José Mujica la admiración de publicaciones internacionales, como The Economist.

Revolución o experimento. Detractores y partidarios de la ley están conscientes de que Uruguay está viviendo una mini revolución. Holanda despenalizó el consumo, pero no la producción; Israel tiene una ley que permite la marihuana sólo para usos medicinales, mientras que los estados de Colorado y Washington permiten el uso medicinal y el recreativo. Por esto todo lo que está ocurriendo en este pequeño país se está mirando con lupa desde el exterior.

¿Pero en qué consiste esta revolución o, como han dicho muchos funcionarios de gobierno, este “experimento”? Uno de los responsables del proceso es el secretario general de la Junta Nacional de Drogas (JND), Julio Calzada, quien explicó a AméricaEconomía que, a grandes rasgos, se trata de que el consumo de marihuana para usos medicinales y recreativos será controlado por el Estado. Para la prensa opositora y algunos dirigentes políticos la ley convertirá al Estado en un cartel o en un megadealer, obligando a las fuerzas armadas a producir marihuana e instaurar un negocio que beneficiaría al magnate George Soros a través de la Cannabis transgénica.

Según Calzada, la derecha ha tratado de denostar este experimento, como si nunca se hubieran llevado a cabo otros de su tipo en el país, y con éxito: “La socialdemocracia o el concepto de estado de bienestar, que luego tomaron otros países, es uno; el divorcio por la simple voluntad de la mujer es otro, y la legalización de la prostitución y el juego”, señala. Uno de los experimentos que sí fracasaron, según el secretario general de la JND, fue el neoliberalismo, que dejó, en una época, sin cobertura de salud a enormes sectores de la población.

Se trata, en cualquier caso, de un experimento bastante controlado. Según el prosecretario de la Presidencia de la República, Diego Cánepa, la decisión de legislar se tomó en el consejo de ministros hace tres años, al analizar que los resultados de las políticas prohibitivas en relación a la droga habían fracasado. Sin embargo, para las drogas más consumidas en Uruguay –el alcohol y el tabaco– las políticas han seguido siendo muy estrictas: “No prohibimos, pero hay una estrategia antiabusiva del consumo de alcohol y del tabaco”.

Una de las organizaciones que han asesorado al gobierno uruguayo ha sido la estadounidense Drug Policy Alliance. Hannah Hetzer es la encargada de esta organización para las Américas y estuvo viviendo casi todo el 2013 en el país. Más que preocuparle lo que pasará en Uruguay, se muestra aprensiva con lo que está ocurriendo en Colorado: “Como por ley en Estados Unidos no se puede prohibir el márketing o la publicidad de un producto que es legal, la marihuana se está promocionando como si fueran cigarros Philip Morris”. Según Hetzer eso está prohibido en Uruguay, donde la ley “establece un mercado pero con límites”.

Curiosamente, las autoridades uruguayas se resisten a hablar de “mercado”. Calzada, de la JND, aclara que ninguna repartición del Estado va a producir ni a distribuir marihuana, “por lo que difícilmente el Estado va actuar como un cartel”.

Afirman también que la idea es producir marihuana de alta calidad (los fines medicinales lo justifican) y que ya algunos laboratorios especializados están interesados. La perspectiva de nuevas inversiones no convencionales no deja de ser interesante, pero hay un tema no menor que el gobierno uruguayo deberá aclarar: ¿qué entiende por marihuana de calidad?

Mitos y sospechas. La Cannabis tiene dos componentes activos principales, uno problemático y otro benéfico, según el consenso científico actual. El problemático es el THC, que produce alteraciones cognitivas, sensoriales y del ánimo, y que también puede provocar ansiedad y brotes psicóticos y esquizofrénicos en algunos usuarios.

El componente benéfico y que concita el interés de científicos y empresas farmacéuticas es el cannabidol o CBD, que opera en un sentido sedativo, exactamente contrario al THC, y por ello podría dar lugar a poderosos medicamentos ansiolíticos y antipsicóticos. 

La concentración relativa de ambos componentes es el resultado de la genética natural de la planta y de las modificaciones a que ha sido sometida a lo largo de la historia. Una columna de opinión publicada en el Huffington Post por los médicos Rajad Persaud y Peter Bruggen lo explica en los siguientes términos: el hashish tiene 4% de THC y 4% de CBD, pero el skunk o sin semilla tiene 16% de THC y 0% de CBD. 

¿Cómo pretende regular esto la ley uruguaya? El problema recae en uno de los aspectos más polémicos de la industria agrícola actual: la semilla. La ley señala que Uruguay podrá importar semillas de Cannabis, pero no precisa qué tipo de empresas la proveerán ni en qué concentraciones esperadas de THC o CBD. 

Michael Dor, director médico de la Unidad de Cannabis del Ministerio de Salud Pública de Israel, explica que hace tres años se aprobó la marihuana para usos medicinales en su país: sus principales usuarios han sido pacientes oncológicos, psiquiátricos y neurológicos. Se han expedido desde ese tiempo 17.000 recetas, de las cuales 14.000 se encuentran activas. Y la calidad de la marihuana terapéutica, por estar sometida a un control de calidad, contempla aspectos como la concentración relativa de THC/CBD. 

La ley uruguaya ha dado lugar a una curiosa forma de teoría conspirativa que involucra a Monsanto y al millonario George Soros. Conocido por promover causas liberales como la despenalización de la Cannabis, Soros tuvo alguna vez inversiones en Monsanto. Los conspiranoicos lo sindican como “dueño” de la multinacional (lo cual es falso) y presentan la ley como un caballo de Troya para introducir este tipo de cultivo en América Latina.

Que el contenido de THC de la marihuana ha aumentado en los últimos años es un hecho. Ahora bien, ¿es resultado de manipulación del genoma de la planta mediante alta tecnología? Uno de los pocos estudios al respecto es el de Flavia Cascini, investigadora de la Universidad de Roma, quien concluyó que estas concentraciones anormalmente altas de THC serían más bien el resultado de técnicas de cruza y selección como las que se aplican en otros cultivos agrícolas. Más aún, el estudio de Cascini advierte del riesgo de falsos positivos por contaminación de Cannabis con otros cultivos transgénicos.

Trending Topic. Las dudas sobre los alcances de la ley se aclararán con la elaboración de dos reglamentos específicos. El que se aplicará para el uso recreativo de la marihuana ya está listo y permite el cultivo para consumo personal mediante seis plantas por usuario, o a través de clubes regulados de cultivadores.

Por otra parte, el reglamento para el uso medicinal debería estar listo en junio o julio a más tardar. Diego Cánepa, el prosecretario de la presidencia, afirma no habrá problema si hay que corregir algo cuando se empiece a aplicar la ley.

Respecto del cultivo en terrenos de las fuerzas armadas, decisión en la que intervino el propio presidente Mujica, se debe a razones geopolíticas: evitar que la droga “huya” a los países limítrofes y que los carteles que se sientan perjudicados estropeen la “cosecha”.

Pese a la admiración que está causando el experimento uruguayo, a Cánepa esto no le quita el sueño. “Nosotros, como gobierno, no tomamos esta decisión para estar en la primera plana en el mundo, sino que la tomamos basándonos en la realidad nacional”, señala.

Pero si la idea era no estar en primera plana, las cosas están resultando precisamente al revés. El presidente Mujica dio que hablar en las últimas semanas cuando un periodista del sitio Vice se fumó un porro frente a él. “Si para ser libre tengo que tomar una droga, estoy frito”, le dijo un molesto Mujica. 

Mientras tanto, paseando por la Rambla al atardecer uno puede sentir el olor inconfundible de la Cannabis. A lo lejos, el Río de la Plata se ve amarronado y quieto, como si anunciara una tormenta. 

Autores

Gonzalo León