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Entérese del esplendor y el ocaso del chavismo de cara a las elecciones legislativas en Venezuela
Martes, Diciembre 1, 2015 - 09:52

DW habló con conocedores del acontecer venezolano sobre los factores materiales e inmateriales que le dieron impulso al proyecto político de Hugo Chávez y hoy propician el aparente ocaso de la “revolución bolivariana”.

En vida, el presidente venezolano Hugo Chávez (1954-2013) le prometió a millones de seguidores un futuro próspero y nada lejano, auspiciado por el “socialismo del siglo XXI”. A casi tres años de su muerte, el balance de ese proyecto político es más bien negativo y su partido teme un pase de factura en las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre. DW habló con dos conocedores de ese país caribeño sobre la evolución del chavismo y sobre lo que las encuestas locales describen como su menguante respaldo popular.

“En 1998, como candidato presidencial, Chávez criticó ferozmente al status quo, que la mayoría de los venezolanos asociaba con corrupción y elitismo. Chávez atrajo a distintos grupos sociales, instrumentalizando muy bien la noción de ‘pueblo’ para acercarse al ciudadano de a pie y promocionándose como su interlocutor directo en el Estado. Por otro lado, el mandato de Chávez (1999-2013) fue uno con muy buena estrella”, comenta el politólogo Jesús Azcargorta, autor del libro Los partidos monopólicos latinoamericanos.

Chávez, un político con suerte. “La fortuna juega un rol nada despreciable en la política. Al contar por tanto tiempo con altos precios del petróleo, Chávez tuvo la suerte que no tuvo su predecesor en la presidencia, Rafael Caldera (1994-1999), ni su sucesor, Nicolás Maduro. Además, Chávez llegó al poder cuando comenzaba un nuevo auge de la izquierda en América Latina y eso le garantizó apoyos duraderos”, agrega el investigador venezolano doctorado por la Universidad de Rostock, subrayando la importancia de los gestos simbólicos.

Claudia Zilla, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, no está segura de que el progresivo aislamiento del estamento chavista en Latinoamérica influya sobre la política interior del país al punto de catalizar el actual descenso de la popularidad del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que, según las encuestas, está por perder su hegemonía en la Asamblea Nacional. Pero, como Azcargorta, la experta señala que los factores materiales no explican por sí solos ni el período de esplendor ni el ocaso del chavismo.

Una nueva exclusión. Para comprender lo que ocurre con la “revolución bolivariana” es imprescindible hacer un balance de elementos tangibles e intangibles. “El boom petrolero le permitió a Chávez fundar programas sociales y también articular por muchos años un discurso populista convincente, que politizó fenómenos como la desigualdad económica y llamó la atención hacia la exclusión social de diversos sectores de la sociedad venezolana con miras a polarizar, distinguiendo entre el ‘pueblo’ y la élite”, sostiene la especialista del SWP.

“Esa forma de política simbólica tiene un alto poder de persuasión en países con notables carencias, donde muchos están o se sienten excluidos en términos económicos, sociales, culturales e identitarios. Más allá de los beneficios materiales que los sectores marginados de Venezuela recibieron, la argumentación de Chávez alimentó su sentido de pertenencia; él les dijo ‘ustedes son el pueblo, ustedes son la nación’. Maduro también insiste en decir ‘yo soy uno de ustedes y ahora gobernamos para ustedes’”, añade Zilla.

“Pero ese proceso de inclusión funcionó hasta que dejó de ser la prioridad. El objetivo del chavismo que se impuso con el tiempo fue una nueva exclusión: la estigmatización pública, la agresión física y la detención arbitraria de quienes protestan contra los desatinos de los funcionarios públicos o critican las políticas del Gobierno, por ejemplo. Esos desafueros del Estado están causando escozor ahora porque nadie encuentra leche en el supermercado. Lo inmaterial pesa más para la gente cuando lo material deja de satisfacer sus necesidades”, concluye Zilla.

Autores

Deutsche Welle