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Capitalismo occidental en versión asiática
Vie, 30/07/2010 - 14:53

Patricia Teullet

Pymes: entre el romanticismo y la dura realidad
Patricia Teullet

Es economista de la Universidad del Pacífico. Ha sido responsable del manejo del mayor programa de nutrición infantil en el Perú. Asimismo, ha sido viceministra de Economía, en el ministerio de Economía y Finanzas, y viceministra de Desarrollo Social en el Ministerio de la Presidencia de Perú.

Al estallar la crisis financiera y, nuevamente frente a la crisis europea, muchos ojos se han vuelto hacia el Asia. Hace poco, Kishore Mahbubani, profesor de la Universidad de Singapur, explicó en Lima cómo es que lo que él llama ‘los siete pilares de la sabiduría occidental’ explican hoy el éxito del Asia. Y éxito es una palabra que se queda chica cuando hay pruebas de que, en su periodo de vida, un asiático puede tener una mejora de hasta 10.000%.

El Perú, bien podría mirar a su alrededor (o más bien al frente) y utilizar algunos de los pilares que Mahbubani destaca:

Primero: Respetemos la economía de mercado. El mercado funciona y asigna eficientemente los recursos. La prueba más evidente es China, que ha aplicado tanto el sistema de planificación central como el de libre mercado: el ‘gran salto hacia delante’ (aceleración del crecimiento industrial) no se logró con la planificación centralizada de Mao, sino cuando esta se abandonó para aplicar principios de libertad económica.

Lección que el Perú parece haber aprendido.

Segundo: Ciencia y Tecnología. El gran desarrollo de Europa se da en los siglos en los que estuvo a la vanguardia de los nuevos descubrimientos. Luego de un retroceso relativo del Asia (quien siglos antes había liderado investigación e invenciones), hoy a nadie sorprende el liderazgo de estudiantes asiáticos en las mejores universidades americanas y europeas. Y cada vez más, los títulos de doctorado son abrumadoramente asiáticos.

Tercero: Meritocracia. El principio es simple: todos los miembros de una sociedad merecen una oportunidad. Y para cada cosa hay que buscar a los mejores. El esfuerzo que hace Brasil para conseguir a los mejores jugadores de fútbol, sin importar su origen, explica sus resultados en los mundiales. ¡Y Singapur sí que sabe de meritocracia!:
funcionarios que ganan hasta un millón de dólares al año le permiten al gobierno negociar con países, empresas, o darle vuelta a la crisis.

En contraste, ¿qué ocurre en el Perú? Desmotivación y deterioro de la calidad de la gestión. A los bajos sueldos se suman la persecución política, la fiscalización absurda y los rígidos reglamentos que ahuyentan a los funcionarios capaces de liderar el desarrollo.

Cuarto: Pragmatismo; explicado brillantemente con el dicho de Deng Xiao Ping respecto al color del gato y su capacidad para cazar ratones. Un ejemplo más doméstico es la tolerancia religiosa: para los japoneses el nacimiento se asocia a un rito sintoísta; la muerte va más con el budismo; y, como la moda se impone: a las novias japonesas les encanta casarse de blanco y velo como en las capillas cristianas. ¿Por qué no?

El Perú se deja llevar por el ‘etiquetado ideológico’. Ser calificado de izquierda o derecha tiene consecuencias. Y hay quienes incluso encuentran sofisticado (aunque más bien sea huachafo) definirse como ‘caviar’.

Quinto: Cultura de la Paz. Después de las dos guerras mundiales, no se registra conflictos armados entre países occidentales. Después de la crisis financiera este pensamiento va calando en el Asia, y China es especialmente cuidadosa en su manejo diplomático. A decir de Mahbubani, mientras la antigua Unión Soviética se concentra en lo militar, China se concentra en lo económico.

Los peruanos tenemos fijación con un vecino. Los militares (de ambos) quieren comprar armamento. Los fabricantes quieren venderlo. Negocios interesantes. Pero, con una guerra, las pérdidas de bienestar nunca llegan a cuantificarse totalmente. Como dice Kundera: “¿... la eterna premisa de la tragedia? La existencia de ideales a los que se atribuye mayor valor que a la vida humana. ¿Y cuál es la premisa de las guerras? La misma. Te empujan a morir porque al parecer existe algo más valioso que tu vida”.

Sexto: Imperio de la ley. Asia tiene mucho por avanzar aún, pero la necesidad de atraer inversión extranjera está induciendo al cambio. El Perú tiene muy claro lo que hay que hacer… pero a veces se le olvida.

Séptimo: Educación. A nadie sorprende ver las mejores universidades occidentales llenas de asiáticos que luego regresan a sus países por las oportunidades que allí les brindan. ¿Qué hacemos nosotros para educar y atraer a nuestros talentos? ¿Salarios públicos del 15% de lo que ganarían fuera?

Tenemos mucho que aprender. Y, gracias a Dios, tenemos la capacidad para hacerlo. Solo faltan las ganas.

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