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El mito de las sirenas: ¿pueden las antiguas leyendas proteger a las verdaderas sirenas del mar?
Viernes, Abril 24, 2015 - 14:16

La mayoría de especies de sirenios del planeta están amenazadas. Supuestamente el mito de las sirenas se remonta a estos mamíferos marinos. Esto podría ayudar a su conservación.

La cola de un manatí se asemeja a una paleta gigante. Su gran hocico se muestra, visto desde un ángulo determinado, siempre con una sonrisa amistosa. A su vez, a pesar de su forma aerodinámica parece más bien de aspecto torpe. Se cree que fueron los marineros, ávidos de compañía femenina durante sus largos viajes, quienes crearon el mito de las sirenas al confundir estos curiosos animales con mujeres marinas.

En 1493, Cristóbal Colón anotó en su diario de a bordo el avistamiento de “sirenas” frente a la costa de Haití. Colón escribió que “no son tan hermosas como se representan y que sus rostros recordaban más a los de un hombre”.

Hoy en día, se cree que el explorador escribió en su diario sobre los manatíes. En total existen cuatro especies diferentes. Si a estas, añadimos el dugón, tenemos a todo el orden de los sirenios, también conocidos como vacas marinas – por ser los únicos mamíferos marinos herbívoros. Dondequiera que aparezcan estos animales, se les atribuye símbolos y poderes sobrenaturales

En la actualidad, la vaca marina es protagonista de una historia, tan increíble como la de las sirenas de Colón. Tanto es así que los sirenios se encuentran en el centro de una disputa política entre el gobierno japonés y la Prefectura de Okinawa sobre los planes para el establecimiento de una base militar estadounidense en la costa del país.

El último dugón de Japón. Los activistas, que luchan desde hace casi 20 años contra el establecimiento de la base militar, cada día se centran más en su impacto ambiental. Según los ecologistas, si finalmente se llegara a establecer la base, no sólo tendría consecuencias devastadoras para los arrecifes de coral de la región, sino que también podría ser determinante para la desaparición de la última población de dugón que queda en Japón.

"Este dugón es conocido por ser la población más septentrional de esta especie y se estima que sólo queda una docena de ejemplares", explica Yuki Sekimoto, de Greenpeace Japón, a Global Ideas.

En febrero, los ecologistas pusieron en marcha una campaña para proteger a estos animales. Su objetivo es llamar la atención de la sociedad sobre este problema. Por otro lado, el gobierno japonés está presionando para llevar a cabo la construcción de la estación militar y lo hace a expensas del mundo submarino, según explica Sekimoto.

"Las placas de hormigón que se han lanzado en la bahía, también han destruido los arrecifes de coral fuera de la zona de construcción. Además, en el fondo del mar también crecen pastos marinos, que son la principal fuente de alimento de los dugones", critica la activista.

Importancia cultural. Hideki Yoshikawa, director adjunto de la red de ciudadanos para la Biodiversidad en Okinawa, dice que la importancia histórica y cultural de los manatíes hace que estos animales sean un símbolo natural e importante en la resistencia a la instalación militar planificada.

"Históricamente, son animales muy importantes para la gente de Okinawa", afirma el antropólogo Yoshikawa. "En el pasado, la gente los consideraba mensajeros de los dioses del mar. Conocemos muchos cuentos y muchas leyendas que giran en torno a los dugones. Una de mis historias favoritas es la que cuenta que fueron los manatíes los que enseñaron a los seres humanos el acto del amor."

Este tipo de historias no se dan sólo aquí, sino que existen por todo el planeta. Caryn Self Sullivan, una bióloga marina de la Universidad del Sur de Georgia, en EE.UU., que lleva ya algún tiempo trabajando en proyectos de conservación del manatí alrededor del mundo, cuenta que allí donde hay manatíes, las leyendas y los mitos no andan muy lejos. "En África occidental, por ejemplo, se oye una y otra vez el nombre de Mami Wata", cuenta la científica.

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Señora del mar. Mami Wata describe un espíritu marino femenino, no sólo en el África occidental, sino también en otras regiones. El espíritu es, a menudo, representado como una mujer con cola de pez. Los mitos a su alrededor varían desde la capacidad de curación, o el símbolo de la fertilidad, hasta el de una seductora malévola.

"Existe una historia que me gusta mucho", cuenta Sullivan. "Trata sobre el origen de los manatíes. Se dice que hubo una vez una doncella que se bañaba en la orilla de un río. Un desconocido se acercó y le robó toda su ropa. Ella se metió bajo el agua para protegerse de su mirada, cubriéndose tan sólo con una hoja de palma. Una vez en el agua, utilizó la hoja para remar y así se convirtió en un manatí."

Las diferentes culturas indígenas alrededor del mundo tienen su propia historia, que contar. Algunas de ellas, representan a los manatíes como hermosas doncellas del mar; otras cuentan que la Vía Láctea se derramó en el cielo cuando una cría de manatí fue arrancada del pecho de su madre. De hecho, el nombre "dugón" proviene de una palabra malaya, que significa "señora del mar."

Como Colón en su día, quienes estudian los manatíes afirman que estos animales tienen muy poco en común con la belleza femenina. No obstante, también señalan que los sirenios se encuentran entre los pocos mamíferos que tienen dos mamas, situadas entre las aletas delanteras, que desde lejos los marineros podrían haber confundido con manos. Incluso hay informes de manatíes hembra que acunan a sus crías con sus aletas mientras las amamantan.

"Si contemplamos a los dugones, cuando nadan con sus crías, se asemejan mucho a nosotros", afirma Yoshikawa.

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Un manjar para el paladar. Helene Marsh es profesora de Estudios Marítimos y Medioambientales de la Universidad James Cook, en Australia, y estudia los manatíes desde la década de 1970. Sobre todo le interesa la importancia de estos animales para la cultura indígena.

"En Australia, se consideran uno de los mayores símbolos de la identidad indígena", explica Marsh. "En el estrecho de Torres, entre Australia y Nueva Guinea, por ejemplo, se encuentran símbolos de dugones por todas partes: en los uniformes escolares, en los autobuses. En Tailandia y Palau también son animales muy importantes".

No obstante, importantes de diversas maneras, ya que según Marsh también se consideran un “manjar culinario”. La profesora explica que la caza de los dugones en el estrecho se remonta a una tradición de 4000 años, sin haber puesto en peligro la especie. La profesora sostiene que las colisiones con las hélices de las embarcaciones motoras, las redes de arrastre y la pérdida de hábitat y alimento son los factores que en mayor medida han puesto en peligro a esta especie. Por el contrario, la caza, según Marsh, representa una estrecha relación del manatí con la cultura indígena y por ello podría ser utilizada para su protección.

Admite, sin embargo, que hoy en día sería imposible una caza del dugón sostenible en ninguna parte del planeta, ya que la especie está amenazada, dondequiera que aparezca.

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Historia de éxito. En Florida, el número de manatíes está aumentando, según censos recientes. Este éxito ha llevado al departamento de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos a reconsiderar el estado de amenaza de la especie y cambiarlo de "en peligro" a "vulnerable". Sin embargo, los ecologistas temen que esto pudiera afectar a la financiación de proyectos de conservación del manatí.

"Los números han aumentado significativamente," admite Sullivan pero no cree que la especie se haya recuperado los suficiente para cambiar su estado de protección.

De este modo, el manatí de Florida es la única vaca marina en el mundo que no está considerada “en peligro de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Por el contrario, el manatí de Okinawa se encuentra en grave peligro de extinción.

Yoshikawa admite que las objeciones a la base planificada tienen que ver, en gran medida, con la resistencia a la presencia militar estadounidense en Okinawa. No obstante, la protección de los dugones, que tienen la condición de "monumento natural" en la Ley japonesa para la Protección del Patrimonio Cultural, ha despertado entre los manifestantes una antigua conexión con la naturaleza.

"La extinción de los dugones simboliza la pérdida de algo muy importante", afirma Yoshikawa. Y añade: "un aspecto positivo de esta larga lucha contra la construcción de la base, es que la gente de aquí –donde me incluyo– está aprendiendo más sobre el medio ambiente".

Autores

Deutsche Welle