La caza de Banamex: ¿volverá a manos mexicanas?
Si bien el anuncio de la venta del tercer mayor banco de México por parte de Citigroup era un secreto a voces, la incógnita de quiénes podrían adquirirlo ha generado un alto revuelo en el país -e incluso fuera de él-. Por ahora, las apuestas se decantan por el regreso a manos de empresarios nacionales.
Tras el anuncio de la venta de Banamex por parte de Citigroup el revuelo de la lista de los posibles compradores ha pasado del terreno de la especulación, a la solidez de las propuestas concretas, de actores con la capacidad de adquirir una institución financiera, que de acuerdo con Bank of America Securities (BofA), tiene un valor de US$ 15.500 millones, apenas tres millones arriba de lo que pagara en 2001.
Lo anterior no indica que haya sido un mal negocio, tan solo en los primeros tres trimestres de 2021, la banca de consumo y empresarial le reportaron ingresos por US$ 3.500 millones. Además, como señala Enrique Díaz-Infante Chapa del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, “México es el mercado más grande para ese grupo financiero después de Estados Unidos. Más aún, hay que recordar que Banamex fue la joya de la corona de Citigroup durante la crisis de 2008-2009, que le generó importantes recursos para capitalizarlo”.
Los buenos resultados y la pulcritud con que Citi ha hecho el anuncio de la venta evitaron sobresaltos entre accionistas, usuarios y autoridades. Incluso el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dijo haber sido informado previamente. El punto clave fue comunicar que el banco no está quebrado y, en segundo plano, que la venta es parte de una estrategia global de Citi de dejar la banca de consumo y dedicarse a la banca corporativa, patrimonial y de mercado de valores. Saber que Banamex se vende por una decisión empresarial y no por las condiciones del mercado mexicano le ha dado mucha tranquilidad a clientes, inversionistas y futuros compradores.
Solo queda pendiente saber quién adquirirá el tercer banco más importante del país, que de golpe podría convertirse en el primero. El presidente López Obrador ha dicho que su gobierno facilitará la transacción, que esta vez sí pagará impuestos y que sería muy de su agrado que fuese capital mexicano quien lo adquiriera, no por chauvinismo, dijo el mandatario, sino para aumentar las posibilidades que se reinviertan las utilidades.
Su acotación sobre los impuestos que pagaría la transacción, por otro lado, no es gratuita. Tiene que ver con la misma adquisición de la entidad por CitiGroup en 2001, que fue aprobada por Hacienda a pesar de realizarse vía la Bolsa Mexicana de Valores, con lo que se evadieron aproximadamente US$ 3.500 millones en impuestos.
Entre las propuestas con posibilidades reales, Bank of America Merry Lynch ha señalado que Banorte (el único de los grandes bancos con capital nacional) es el que cuenta con mayor solidez financiera, ya que tiene una capitalización de mercado de US$ 20.000 millones, más del doble de Inbursa y de Santander México, cuya presidenta en España, Ana Botín, también ha manifestado su interés por Banamex.
En cualquiera de estos tres casos las autoridades financieras y las de competencia deben ser cautelosas para evitar la ya de por sí elevada concentración bancaria en México. Ya que, como recuerda Enrique Díaz-Infante, “Banamex concentra actualmente el 12,24% del total de los activos del sistema bancario mexicano (llegó a tener a principios del siglo arriba del 20%), BBVA el 22,74%, Santander el 15,05% y Banorte el 11,25%. Conjuntamente estos cuatro bancos poseen el 61,28% de los activos del sistema bancario”.
Quiénes apuestan
En cuanto se dio a conocer la noticia de la venta del banco, Ricardo Salinas Pliego, heredero de una fortuna considerable y dueño de TV Azteca y Banco Azteca, dijo en su cuenta de Twitter que ya le había encargado a su gente que evaluara la compra del banco. Días después, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó a una de sus empresas pagar una millonaria suma de impuestos que debe desde hace 15 años. Mientras que Raquel Buenrostro, jefa del Servicio de Administración Tributaria, declaró en una radio local que los adeudos tributarios de diversas empresas del magnate podrían alcanzar US$ 2.000 millones.
Otro de los empresarios que levantó la mano para la compra de Banamex fue Javier Garza Calderón, proveniente de unas de las familias más acaudaladas del país, dueños de Grupo Monterrey, un conglomerado que fue pieza clave para convertir a Monterrey en la gran ciudad industrial que es hoy. Garza Calderón conformó el grupo de Empresarios por la Cuarta Transformación Nacional, que apoyó a López Obrador en su camino a la presidencia y también vía Twitter anunció que está en búsqueda de empresarios que quieran comprar el banco.
Aunque los anteriores tienen una relación cordial con López Obrador todo parece indicar que el beneplácito presidencial estaría con Banorte, dirigido por Carlos Hank González proveniente de dos de las grandes dinastías político-económicas del país. Su abuelo paterno (de idéntico nombre) fue fundador, a mediados del siglo XX del Grupo Atlacomulco, cuyo proyecto político de alcanzar la presidencia del país culminó con la llegada de Enrique Peña Nieto. Mientras que del lado materno es heredero de Roberto González Barrera, fundador de Maseca y de Banorte.
Otro de los fuertes postores para adquirir Banamex es Carlos Slim, alguna vez el hombre más rico del mundo, dueño de la telco Claro entre otras empresas. Él no participó de la privatización de los bancos a finales de la década de 1980, pues recién había comprado Telmex, pero años después convirtió su casa de bolsa en un exitoso grupo financiero, Banco Inbursa, hoy dirigido por su hijo Marco Antonio.
Finalmente, pero no menos importante, está Ana Botín, dueña del Banco Santander, que en México es encabezado por Laura Diez Barroso Azcárraga (única mujer en dirigir un banco en ese país), prima de Emilio Azcárraga, dueño de Televisa y del Estadio Azteca, empresaria exitosa quien cuenta con más de 25 años de experiencia en cargos directivos en empresas como Grupo Aeroportuario del Pacífico del cual es accionista, Telmex y ha sido consejera para empresas como Inbursa y Royal Caribbean Cruises.
Escollo en la operaciión
Si bien se desconoce cuándo se concretará la jugosa venta del Citibanamex, todo apunta a que la transacción se concretaría este año y medios mexicanos han asegurado, como Expansión, salvaría las cuentas de la entidad tributaria local. La operación, sin embargo, cuenta con un obstáculo en el camino y que tiene que ver con un proceso judicial pendiente de la entidad. En 2014 Citi tuvo que enfrentar un fraude por parte de la empresa Oceanografía por US$ 400 millones de crédito respaldados por supuestas cuentas por cobrar a Petróleos Mexicanos, que fueron desconocidas por la empresa paraestatal luego de que Oceanografía fuese inhabilitada por la Auditoría Superior de la Federación.
Dicha operación fraudulenta podría retrasar la venta del banco toda vez que un juez del Tribunal de Justicia de la Ciudad de México emitió una orden cautelar que impide la venta de los activos de Banamex mientras siga la demanda por fraude, aunque el banco informó que apelará dicha medida y considera que hay elementos jurídicos para que proceda sin afectar el calendario de venta.
*Fotos: Citibanamex/Reuters
Historia de pesos
Banamex nació el 27 de marzo de 1882 con el nombre de Banco Mercantil Mexicano, que dos años después se fusionaría con el Banco Nacional Mexicano y cambiarían su nombre a Banco Nacional de México, aunque no sería sino hasta 1977 que se le conocería como Banamex. Este banco permaneció en poder de la familia mexicana Legorreta durante tres generaciones hasta que el 1 de septiembre de 1982, durante su último informe de gobierno el presidente José López Portillo, anunció, al borde del llanto, la nacionalización de la banca y el control generalizado de cambios: “¡Ya nos saquearon y no nos volverán a saquear!”, gritó, mientras sacudía con el puño, la tribuna del congreso.
La decisión fue tomada ante la devaluación del peso de 26 a 47 por dólar; la insuficiencia de las reservas internacionales del banco central local, el Banco de México, para hacer frente a la demanda de dólares y a la cancelación de créditos del país a la banca internacional. Dicha nacionalización tuvo un costo solo en deudas de US$ 25.000 millones. Se había acabado el milagro mexicano y el país arrastró con él a toda América Latina en la primera gran crisis financiera que vivió el continente.
Ya como parte del gobierno, Banamex fue dirigido por varios pesos pesados de las finanzas nacionales, uno de ellos Antonio Ortiz Mena, quien dirigió el destino económico del país durante 12 años, en la etapa conocida como el desarrollo estabilizador. Mena estuvo al frente del banco, hasta que, en 1990, en plena efervescencia privatizadora global, el gobierno tecnócrata le devolvió la banca al capital privado. “La vendemos no por razones ideológicas, sino porque necesitamos esos bienes, esos activos, para remediar los males sociales”, argumentó en aquel entonces el presidente Carlos Salinas de Gortari.
Junto con la privatización, el presidente Salinas también creó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), un fondo de contingencia para prevenir la falta de liquidez del sistema bancario, que en realidad era una bomba activada y lista para explotar. Banamex, la llamada “Joya de la Corona”, le fue entregado a Roberto Hernández (sobrino de un prominente político que trabajó con Raúl Salinas Lozano, padre del presidente en turno) y a Alfredo Harp Helú (primo de Carlos Slim Helú).
La Mala Racha
En 1994 tuvo lugar una nueva crisis económica, México se había quedado sin dinero y adeudaba más de US$ 50.000 millones. Se dispararon las tasas de interés y el tipo de cambio, con lo que la mayoría de los créditos se volvieron impagables. El llamado ‘Efecto Tequila’, fue la primer gran crisis financiera global del siglo XXI, que fue contenida por un plan de ayuda internacional a México ideada y operada principalmente por el entonces secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Robert Rubin, quien posteriormente dirigiría Citigroup.
Entre otras medidas, en 1995 el gobierno mexicano decidió rescatar la banca comercial vía el Fobaproa, generando una deuda multimillonaria para cada ciudadano y ciudadana del país. Una vez rescatados, los bancos iniciaron procesos de capitalización, fusión y venta.
Para 2000 solo cuatro de los 18 bancos privatizados continuaban en manos de mexicanos, entre ellos Banamex y Bancomer. Desde 2004 solo Banorte sigue siendo de capital nacional.
En 2000, Banamex “lanzó una agresiva oferta pública de compra por el Grupo Financiero Bancomer, como la única fórmula para lograr la sinergia que podría disminuir considerablemente los gastos de operación en ambas instituciones y colocar a la institución resultante como protagonista financiero líder en México y Latinoamérica, con capacidad para competir en el ámbito internacional. Nuestra propuesta fue rechazada por las autoridades y para lo único que sirvió fue para beneficiar a los accionistas de Grupo Financiero Bancomer, que recibieron un mayor pago en la oferta de compra y capitalización que efectuó el grupo español Banco Bilbao Vizcaya”, escribe Harp Helú en sus memorias.
En ese año, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la presidencia de la república, por primera vez desde su fundación. El ganador fue el candidato de la derecha, Vicente Fox, quien fue compañero de Roberto Hernández en la Universidad Iberoamericana. Un año después del ascenso de Fox, CitiGroup adquirió Banamex por US$ 12.500 millones en efectivo y acciones.