México busca detener el comercio de heroína, pero las amapolas no dejan de florecer
El área de México dedicada al cultivo ilegal de amapola creció más de una quinta parte el año pasado a un área del tamaño de Filadelfia, según un estudio respaldado por Naciones Unidas publicado en noviembre.

Juquila Yucucani, México.- En las montañas de la sierra mexicana, la creciente plantación de flores rosadas de amapola ha tumbado los precios de la goma de opio, ingrediente de la heroína, tanto que el granjero Santiago Sánchez se pregunta cómo alimentará y vestirá a su familia.
El área de México dedicada al cultivo ilegal de amapola creció más de una quinta parte el año pasado a un área del tamaño de Filadelfia, según un estudio respaldado por Naciones Unidas publicado en noviembre.
Eso, junto con una tendencia hacia la mezcla de fentanilo en la heroína que sale de México ha reducido lo que los narcotraficantes pagan a agricultores como Sánchez. Actualmente, él recibe rededor de US$260 por kilo, una quinta parte del precio promedio de hace dos años.
Si bien los principales narcotraficantes de México siguen ganando miles de millones de dólares al abastecer los demandantes mercados de Estados Unidos, al extremo inferior de la cadena de suministro, los agricultores apenas sobreviven.
"No podemos seguir viviendo así", se quejó Sánchez, un líder local en la remota comunidad indígena mixteca de Juquila Yucucani, donde cientos de campesinos que cultivan amapola han visto caer sus ingresos. "Apenas podemos pagar nuestra comida".
Comercio de heroína. En Estados Unidos, las muertes por sobredosis de opioides casi se han sextuplicado en las últimas dos décadas, según los Centros para Control y Prevención de Enfermedades. Más de 15.000 personas murieron de sobredosis de heroína en 2017.
La heroína mexicana representa el 86% de la que se encuentra en las calles estadounidenses, según el informe anual más reciente sobre narcóticos de la DEA.
Por ahora, la gente debe conducir o caminar por varias horas para llegar a hospitales o escuelas, por lo que los productores de Juquila Yucucani dicen que tienen dos opciones para ganarse la vida: infiltrarse ilegalmente en Estados Unidos o cultivar amapola.
"No somos narcotraficantes, queremos una vida digna", dijo la anciana Nieves García, quien ha sembrado amapola desde que era una niña. "Mis hijos han abandonado este lugar porque no hay forma de salir adelante".