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2012, año de cambios
Mar, 17/01/2012 - 09:32

José Ignacio Moreno León

El presidente Santos y el futuro de Colombia
José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

La crisis financiera que se inició a principios de 2007 en los Estados Unidos, con el desplome de los precios de las viviendas y el encarecimiento de los créditos hipotecarios otorgados, se profundizó en 2008 con graves consecuencias para otros sectores de la economía de ese país y para las economías de otros países, especialmente europeos, los cuales aún no han podido recuperarse; y en los casos de Italia, España y Grecia, deberán enfrentar en este año duros ajustes económicos para lograr su estabilización, lo cual representa importantes retos para sus recién instalados gobiernos.

China e India, que tuvieron durante la pasada década un notable crecimiento económico que en parte explica la permanencia de elevados precios petroleros, a pesar de la crisis económica de Estados Unidos y varios países europeos, comienzan a dar señales de desaceleración en sus procesos económicos, lo cual de acentuarse este año, podría generar una caída significativa de los precios de los hidrocarburos con graves consecuencias para economías rentistas petroleras como la venezolana.

A nivel político, 2012 presenta un variado abanico de posibles cambios de gobierno que seguramente tendrán repercusiones globales, con elecciones presidenciales en Taiwán este mismo mes de enero; Rusia, el 4 de marzo; Francia, en abril y mayo; México, 1° de julio; Kenia, 14 de agosto; Venezuela, 7 de octubre. Además de la renovación de autoridades del régimen comunista-monopartidista de China en octubre; las posibles elecciones presidenciales en Egipto, el derrocamiento de la sanguinaria dictadura de Siria y el 6 de noviembre, las elecciones presidenciales en EE.UU.

De todos estos cambios los más relevantes por su impacto en la política global son los de Estados Unidos, Rusia, Francia y China, ya que ello representa la renovación de cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en un año en el que seguramente se acentúe y extienda la crisis económica y no es descartable un conflicto en el Golfo Pérsico por las amenazas belicistas y nucleares del caudillo fundamentalista de Irán. En Rusia y, a pesar de los descarados fraudes electorales y de las multitudinarias protestas de los ciudadanos que claman en contra de estas amenazas a la democracia y por la erradicación de la alarmante corrupción en ese país, es muy probable que Vladimir Putin sea reelecto como nuevo presidente de ese país, lo que posiblemente le imprima un sesgo más nacionalista y confrontacional a la política internacional, especialmente en temas como los movimientos democráticos de la "primavera árabe", los conflictos de Irán y Palestina contra Israel y en otros problemas que puedan surgir y que requieran de acuerdos con intervención de Estados Unidos y otras potencias occidentales para su solución.

En Francia, el presidente Nicolas Sarkozy, quien ha desempeñado un relevante papel, junto con la canciller alemana Angela Merkel en el manejo de la crisis del euro y, en general de la crisis financiera de importantes países de la Comunidad Europea, no tiene muy segura su reelección para un nuevo período de gobierno.

En China, los cambios a producirse en octubre implican solo el reemplazo del actual liderazgo del hegemónico partido comunista, con expectativas de que, con la remoción del presidente y del primer ministro, se genere la renovación de 70% del liderazgo gubernamental, lo que para algunos representa una reestructuración similar a la producida luego de la muerte de Mao en 1976, pero con muy pocas posibilidades de flexibilización en el autoritarismo político que caracteriza al gobierno chino.

En los Estados Unidos y, como consecuencia de la crisis económica que vive ese país, el presidente Obama tiene dificultades para su reelección, pero no hay que olvidar que desde la Segunda Guerra Mundial, solo los presidentes Ford, Carter y George Bush no tuvieron un segundo mandato.

En todo caso y debido a que las elecciones presidenciales serán a finales de año, la gestión de gobierno de Obama va a estar concentrada en continuar el esfuerzo por reactivar la economía y combatir el alto nivel de desempleo, y en lo internacional y a pesar de los importantes recortes en el gasto militar, no hay dudas que la presencia de ese país se hará sentir en los más relevantes escenarios de conflicto internacional.

En América Latina, además de las elecciones en México que probablemente lleven de nuevo al PRI al poder, las mayores expectativas de cambio se concentran en las elecciones presidenciales de octubre en nuestro país (Venezuela). Y el gran reto que tenemos los venezolanos es entender que solo es posible un cambio positivo para el país, deslastrándonos del autoritarismo y de los empeños de implantar recetas fracasadas del pasado, pero igualmente evitando recaer en los vicios del populismo rentista y de la vieja democracia tutelada y pactada, y emprendiendo mediante un acuerdo nacional, con visión de largo plazo, la reconstrucción nacional con una economía productiva y competitiva, en un entorno de inclusión social, de valores éticos, de libertades públicas y de genuina democracia participativa.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.