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Agenda global post-2015: tres-pasos-para-el-éxito
Mar, 04/12/2012 - 21:13

George Gray Molina

La trampa de renta media: ¿sí, pero cuál?
George Gray Molina

George Gray Molina es el Economista Jefe y Líder del Equipo regional de Desarrollo Humano y Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, basada en Nueva York. Proviene del Instituto Alternativo. Previamente, fue miembro de la sociedad de Lideres Globales de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson, en la Universidades de Princeton y Oxford. También fue investigador asociado del Centro de Investigación sobre Desigualdad, Etnicidad y Seguridad Humana (CRISE) de Oxford y miembro del Centro Dialogo Interamericano basado en Washington, DC. Entre 2004 y 2008, fue coordinador del Informe de Desarrollo Humano PNUD en Bolivia. Fue Director de la Unidad de Análisis de Política Económica del Gobierno Boliviano (UDAPE) y Director del Programa de Maestría en Política Publica de la Universidad Católica de ese país. Posee un Doctorado en Filosofía y Política de la Universidad de Oxford, una Maestría en Política Publica de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard y un pregrado en Economía y Antropología de la Universidad de Cornell.

En Nueva York, se vive el periodo preparatorio a la agenda de desarrollo post-2015. Mike Edwards escribió algo certero a propósito del “futuro del desarrollo”. Mientras cada ola de desarrollismo promete soluciones cada vez más fáciles (balas de plata, ganchos de marketing, TED, pasos-para-el-éxito, campañas virales tipo Kony, etc.) los problemas globales se ponen cada vez más complejos (cambio climático, multi-dimensionalidad del bienestar, gobernanza multi-polar, etc.). A diferencia de la complejidad de los postmodernos, la complejidad actual es más una dificultad de acción que de comprensión. ¿Cómo se modifican las decisiones de miles de actores locales que acarrean impactos globales?

Algunos expertos plantean nuevos umbrales para la acción -ODSs, ODMs modificados, índices ajustados, entre otros. A mi juicio, el problema no está en la formulación de nuevos umbrales, sino en la generación de nuevos procesos de cambio. Si algo aprendimos de los últimos 20 años de experiencia es que la planificación lineal no funciona. El patrón OECD como punto de llegada, no tiene el atractivo que alguna vez tuvo. Ante límites planetarios dramáticos, la obsesión por el crecimiento económico, tampoco mueve. Para micro-desarrollistas el problema está en los incentivos que cambian de manera aislada, proyecto por proyecto, decisión por decisión. Para macro-desarrollistas, el problema está en los paradigmas globales, modelos de desarrollo, que incluyen determinantes ulteriores de comportamiento.

Todo esto pareciera muy académico. Sin embargo, el desempate entre problemas complejos y soluciones fáciles que discierne Edwards requerirá de mayor elaboración: la agenda post-2015 que sustituirá los Objetivos de Desarrollo del Milenio tiene entre sus retos evitar ser un árbol de navidad y, en el extremo opuesto, reducir todo a una gran idea.

¿Como imaginaríamos este desempate? En el espíritu de los tiempos, propongo tres-pasos-para-el-éxito.

Primero, reconocer que los mayores progresos del último medio siglo -disminuciones de la mortalidad infantil, reducciones de la pobreza extrema, erradicación de enfermedades contagiosas- son el resultado de procesos inter-relacionados y no de soluciones unívocas. Para cada mujer que suma un año adicional de educación formal, disminuye la tasa neta de fertilidad, se retrasa el momento promedio de tener hijos, aumenta el ingreso laboral esperado, cambia el retorno promedio a la educación, se genera mayor equidad de género en el hogar y en la sociedad y se distribuyen los logros del desarrollo de manera mas amplia.  ¿Si tuviésemos que colgarle un “indicador” a esto, como le haríamos? PASO 1: “no apostar por las balas de plata”.

Segundo, reconocer que no todo lo bueno viene junto. A pesar de la fascinación desarrollista con el win-win (todos ganan, nadie pierde), no todas las decisiones que protegerían el planeta o erradicarían la pobreza conllevan también un mayor ritmo de consumo, mejores rendimientos en la bolsa y más seguridad jurídica para empresas extractivistas. Es más, es probable que estos dos sub-conjuntos no intersecten sino por accidente -a pesar de cambios tecnológicos acelerados. ¿Cómo procedemos? El proceso actual se asemeja más a una acomodación de despojados a poderosos, que a un proceso de desarrollo -cuando baja la competitividad país, el lugar natural para el win-win suele ser el ajuste de salarios de los trabajadores; cuando se desacelera el rendimiento en la bolsa de valores, el lugar del win-win suele ser un mercado secundario que mantiene el super-ciclo de recursos naturales primarios; cuando se avizora un buen negocio en el sector de energía, el lugar del win-win suele ser relajar los estándares ambientales. PASO 2: “comprometer metas para norte y sur, ricos y pobres. No reproducir aquello de donantes y beneficiarios”.

Tercero, hablemos explícitamente de sujetos, actores, empoderamiento y agencia en el desarrollo -y ya no de percentiles estadísticos. “Quién decide qué” es una pregunta más importante que “quién quiere o necesita qué”. A esto se solía llamar política. La posibilidad de vivir una vida digna esta íntimamente ligada a la posibilidad de decidir -individual y colectivamente- sobre la propia vida. En el corazón del paradigma de desarrollo humano esta la noción de “vivir la vida que uno valora vivir”. Mucho de la agenda ODM actual trabaja sobre esto implícitamente, pero quizá valga pena hacerlo explícito. En las estadísticas oficiales, aparecen deciles, quintiles y promedios estadísticos que encapsulan como se mueve la distribución. Rara vez hablamos de la identidad y capacidad de decidir. PASO 3: “fortalecer las capacidades individuales y colectivas y no simplemente cruzar umbrales”.

Ahí están. Tres-pasos-para-el-éxito.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.