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Alemania y la extensión de la zona gris
Lun, 26/12/2016 - 07:38

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

ISIS reivindicó el reciente atentado terrorista en Alemania como una respuesta a su invocación de atacar a los países que integran la coalición que los enfrenta. Pero aunque formalmente pertenezca a esa coalición, el Estado alemán no participa de los bombardeos en Siria, ni participó en 2003 de la invasión de Iraq. En 2015 Alemania recibió más refugiados que todo el resto de Europa (la mayoría de ellos de religión musulmana), y Berlín es una ciudad particularmente multicultural y tolerante. ¿Por qué entonces ISIS podría albergar alguna animadversión particular hacia Alemania?   

Por paradójico que parezca, por todo lo dicho. En un documento denominado “La Extinción de la Zona Gris”, ISIS sostenía lo siguiente: “Como dijera el Sheik Osama Bin Laden, ‘El mundo está hoy dividido en dos campos. Bush habló con la verdad cuando dijo, O están con nosotros, o están con los terroristas’. Es decir, o están con los cruzados, o están con el Islam”. Se trata de una perspectiva que no es inusual entre grupos extremistas de distinta orientación política: Al Qaeda, ISIS y Sendero Luminoso comparten una visión maniquea del mundo que aborrece los tonos de gris, y que busca una polarización en la que sólo cabe pintar el mundo en blanco y negro.

Pero ISIS trasciende la perspectiva de Al Qaeda. Cuando George W. Bush declaró ante el Congreso de su país que los terroristas odiaban a los Estados Unidos por lo que representaban como sociedad y no por lo que hacía su gobierno, Osama Bin Laden apeló a la ironía como respuesta. En 2004 dijo que si la animadversión hacia la sociedad liberal fuese su principal motivación, le habría sido más fácil atacar Suecia o Noruega. En cambio su organización propició ataques contra Washington, Londres y Madrid. Es decir, contra las capitales de los tres Estados cuyos gobernantes coincidieron en marzo de 2003 en las islas Azores, para lanzar el ultimátum contra Saddam Hussein que precedió a la invasión de Iraq. 

Aunque ISIS tenía como blanco principal a los regímenes del Medio Oriente a los que califica como “apóstatas”, siempre tuvo entre sus huestes una elevada proporción de ciudadanos de potencias occidentales. El pasaje del documento “La Extinción de la Zona Gris” antes citado, continuaba diciendo que sus ataques “habrán de forzar a los cruzados a destruir por sí mismos la zona gris. Los musulmanes de Occidente pronto tendrán que elegir entre dos opciones: cometer apostasía o emigrar al Estado Islámico, y así escapar la persecución de los gobiernos cruzados y sus ciudadanos”. Es decir, había que atacar indiscriminadamente civiles en países occidentales hasta que sus ciudadanos y sus autoridades respondan de manera relativamente indiscriminada contra las minorías musulmanas que viven en esos países. El propósito último sería impedir su integración.  

En buen romance, la “Zona Gris” es aquel punto de intersección en el que un alemán puede ser a la vez un buen ciudadano de su país mientras practica la religión musulmana. Al igual que la derecha xenófoba en Europa, ISIS considera que esa confluencia es a fin de cuentas una contradicción en los términos. Pero en el fondo temen estar equivocados: si la mentada zona gris es una imposibilidad lógica, ¿por qué habría necesidad de realizar un esfuerzo denodado y violento por extinguirla?

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