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¿Cómo transformarse en una empresa socialmente responsable?
Mié, 08/04/2015 - 10:15

Luis Jara Sarrúa

Chile deja de aplicar íntegramente la norma IFRS
Luis Jara Sarrúa

Luis Jara Sarrúa, es director del Centro de Contabilidad y Transparencia Informativa de la Universidad de Chile y de Observatorio IFRS. Miembro del Comité Técnico CAPIC y Académico del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile.

Las diversas demandas sociales por las que se ven afectadas las empresas del país, obligan a sus administradores a diseñar estrategias orientadas a minimizar las externalidades negativas que pudiesen estar generándose y, por ende, afectando el entorno humano y natural donde desarrollan sus actividades.

En la actualidad, las organizaciones conviven con ciudadanos cada vez más informados, empáticos y resueltos a exigir sus derechos, y es por esta razón que no deben orientarse los esfuerzos sólo a maximizar los beneficios económicos que les corresponden a los dueños (de las empresas), si la intención es asegurar un crecimiento y desarrollo sostenible en el tiempo. Por el contrario, también deben planificarse estrategias que movilicen los recursos empresariales, con el fin de satisfacer las diversas demandas que exigen los distintos grupos de interés o stakeholders relacionados a la organización.

De acuerdo a esta lógica o nuevo enfoque de negocio, surgen múltiples interrogantes y una de las principales apunta a los elementos que deben ser considerados para transformar a una empresa en una entidad socialmente responsable.

Antes de abordar la respuesta, primero debemos explicar que la condición "socialmente responsable" se adquiere introduciendo, en el ADN del negocio, los factores de resguardo y fortalecimiento de las esferas sociales y ambientales. Por ello, y en primer término, se debe entender que la transformación es un proceso que tiene que planificarse y ejecutarse en un determinado periodo de tiempo. No es un estado que se adquiere de un día para otro.  

Precisamente, en función de la planificación estratégica relacionada a los aspectos de responsabilidad social, deben incluirse, entre otros: la identificación de los stakeholders relacionados con la organización. En este sentido, las empresas deben jerarquizar a los grupos de interés con los cuales se contraponen de forma directa o indirecta –independiente de si están localizados dentro o fuera de la organización- de acuerdo a criterios medibles, evaluando el grado de dependencia que tienen de forma recíproca con ellos, y determinando además la influencia y el poder que pueden ejercer en la entidad, de tal manera que puedan ser creadas las estrategias que sirvan para discutir y acordar acciones que beneficien a los grupos de interés  y a la empresa.

En términos de "dependencia", podemos ejemplificar con el caso de una empresa que genere electricidad, debido a que mantiene niveles de dependencia muy altos con la ciudadanía, principalmente, con las localidades aledañas a las zonas geográficas donde posee o pretende instalar centrales de generación eléctrica. En este escenario, la empresa a su vez puede afectarse por las presiones de ambientalistas que tienen por objetivo el resguardo del ecosistema. No obstante, al estar la entidad inmersa en una industria muy regulada y concentrada, los clientes -otro tipo de stakeholders- no representan mayores amenazas.

Retomando los factores claves de un plan estratégico, deben ser considerados además los canales de comunicación, trascendentales en el diseño de la planificación y de las acciones de responsabilidad social corporativa, puesto que permiten no sólo recabar antecedentes sobre las exigencias y potenciales demandas de los stakeholders prioritarios, sino que también sirven para informar sobre las acciones que se llevan a cabo en virtud de las demandas. En un principio, dichos canales pueden estructurarse sobre la base de criterios internos de información para posteriormente ir avanzando hacia modelos fundamentados en informes de responsabilidad social, siguiendo alguna de las diversas directrices internacionales que existen para dicho fin, como la Guía para la Elaboración de Memorias de Sostenibilidad, realizada por Global Reporting Initiative -que puede ser complementada con la ISO 26000 sobre Responsabilidad Social, elaborada por la Organización Internacional para la Estandarización (ISO, por su sigla en inglés)-; y el Reporte Integrado, cuyo modelo de información es desarrollado por el International Integrated Reporting Council.

En conclusión, una entidad puede convertirse en una organización socialmente responsable si se realizan los cambios culturales y organizacionales necesarios, y si se cuenta con los recursos económicos suficientes, pero no deben descuidarse los riesgos socio ambientales porque éstos pueden afectar de forma negativa y significativa los resultados económicos de una entidad, y condicionar además su funcionamiento. Es por ello que resulta crucial incorporar dichos factores en las decisiones estratégicas de las empresas, sin importar el tamaño que ésta tenga, si la meta es crecer y desarrollarse de manera sostenible a través del tiempo.