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¿Cuántos árboles tiene tu ciudad?
Jue, 16/05/2013 - 10:43

Horacio Terraza

¿Qué es una ciudad emergente? ¿Cuántas hay en América Latina?
Horacio Terraza

Horacio Terraza se desempeña en la actualidad como coordinador, por parte de la Gerencia de Infraestructura y Medioambiente, de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Al mismo tiempo es Especialista Líder en Agua y Saneamiento de la División de Agua y Saneamiento. Su formación es en ingeniería, con 20 años de experiencia profesional en el campo urbano-ambiental, habiendo trabajado tanto en el sector privado como en organizaciones multilaterales de desarrollo. Anteriormente, Horacio trabajo durante once años para el Banco Mundial como Especialista Ambiental Senior, liderando la agenda urbana ambiental y coordinando las operaciones relacionadas con financiamiento de carbono en el Departamento Regional de América Latina. Terraza es ingeniero mecánico recibido en la Universidad Nacional de La Plata en Argentina y posee un master en Economía Internacional y Relaciones Internacionales de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad de Johns Hopkins.

Mientras la primavera del hemisferio norte aporta renovados colores al paisaje urbano, no pude evitar sentir la ausencia del árbol que compartíamos con mi vecino el cual fue arrancado de raíz durante el último huracán que azoto la ciudad. Creo que todo el barrio va a extrañar la sombra que ofrecía de primavera a otoño. En mi búsqueda para reemplazarlo, me empecé a preguntar sobre el rol de los árboles en el entorno urbano más allá de lo estético. Por ejemplo, ¿cuál debería ser el objetivo cobertura arbórea en la ciudad? Encontré datos interesantes sobre árboles y sobre doseles arbóreos (o copas de árboles), esto es, las capas de hojas y ramas que cubren el suelo cuando se observa desde la altura. En primera instancia me interesó investigar como cambiaba el dosel arbóreo en las ciudades y utilicé como ejemplo la mía, Washington, D.C. Por ejemplo en la figura 1, se puede apreciar una disminución de cobertura arbórea notable entre 1973 y 1997 (izquierda a derecha), concretamente del 37% al 21%. Una razón obvia sería adjudicar esta disminución a la creciente urbanización de la ciudad, sin embargo, Washington en estos años sufrió una disminución poblacional de 154,787 habitantes entre 1970 y 2000. Es evidente que se trató de un fenómeno más relacionado quizás con políticas del sector.

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La cobertura arbórea es cada vez más importante en el contexto del cambio climático en varios aspectos. En primer término, los mayores niveles de precipitación están concentrados en menor cantidad de eventos climáticos y la creciente impermeabilización de las áreas urbanas está poniendo presión a sistemas de drenajes urbanos antiguos, diseñados para caudales menores o simplemente insuficientes, creando como resultado inundaciones, la erosión del suelo, inundaciones fluviales, etc. Estos efectos pueden ser, en parte, mitigados mediante un incremento en la plantación de árboles urbanos. Por ejemplo, en un día, un árbol grande puede absorber hasta casi 380 litros de agua y descargarlo al ambiente.[1] De hecho, se estima que en un clima templado aproximadamente 33% del total de agua recibida por una zona (precipitación) es devuelta a la atmósfera a través del proceso de evapotranspiración, 33% es recarga subterránea, mientras que el 33% restante constituye la escorrentía superficial.[2]

En segundo término, durante los meses de verano los edificios, las calles, y otras superficies grises retienen el calor del sol, creando temperaturas de superficie y aire más elevadas en las ciudades que en las áreas sub-urbanas o rurales. Este efecto denominado “isla de calor” (ver figura 2) puede ser también en parte mitigado mediante la plantación de árboles.

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La evapotranspiración, solo o en combinación con la sombra, puede reducir las temperaturas picos del verano en 1–5°C (2–9°F).[3] [4] Según un estudio realizado por La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), ha demostrado a través de las imágenes de satélite que la temperatura de la superficie terrestre del verano de las ciudades en el noreste de EE.UU. eran un promedio de 7,9 ° C (13-16 ° F) más caliente que las zonas rurales circundantes durante un período de tres años período.[5]

Por último, y quizás el efecto más obvio, es la importancia del follaje como una manera natural para mitigar los efectos del cambio climático a través de la captura y almacenaje a largo plazo del dióxido de carbono. Por ejemplo un roble laurel (quercus laurifolia) que tiene 30 años de edad puede absorber hasta 69,5 libras de dióxido de carbono por año.[6] Pero quizás un efecto menos obvio es que los árboles son efectivos en la eliminación de partículas sólidas y gaseosas en el aire, un estudio de Servicio Forestal del EE.UU. indica que los árboles reducen estas partículas entre 9% y 13%, y por este motivo la cantidad de polvo que llega al suelo es de 27% a 42% más bajo que en un ara despoblada de árboles.

Y volviendo a la pregunta original ¿Cómo pueden las ciudades medir si el nivel de su dosel arbóreo es suficiente? Es difícil encontrar un ¨regla¨ al respecto, pero por ejemplo American Forests (una ONG involucrada en el tema) recomienda al menos un 40% de cobertura de dosel arbóreo para las ciudades. De hecho, muchas ciudades están estableciendo metas para sí mismas. Washington, D.C., que tiene un dosel arbóreo de 35%, tiene la meta de aumentar el dosel hasta el 40% antes del 2035. Para lograr esta meta, un total de 216.300 árboles tienen que ser plantados, lo que equivale a plantar 8.600 árboles por año en las próximas dos décadas. (El cálculo fue hecho por Casey Trees que es otra organización muy activa en el tema en DC), y tiene en cuenta una tasa de mortalidad de árboles por año del 6%, y supone que 100 árboles es 0,4 hectáreas). Este cálculo se puede hacer mediante fotos aéreas o con el software ArcGIS para mapear, medir, y cuantificar los beneficios de dosel arbóreo urbano.

Los espacios verdes y los árboles en particular deben ser vistos como un bien común y como un elemento importante de la planificación hacia la sustentabilidad urbana. ¿Cómo están evolucionando nuestras ciudades en ALC en este aspecto, crece o disminuye el dosel arbóreo? Hay ciudades con metas establecidas? Vamos a seguir durante este mes escribiendo sobre este tema en el blog, pero mientras tanto nos interesaría  saber sobre cuál es el índice de cobertura arbórea de tu ciudad.

[1] Kramer, P.J., Kozlowski, T., 1960. Physiology of Trees. McGraw Hill, New York.

[2] UNESCO, Water e-Newsletter No. 172: The Hydrological Cycle, 19 January 2007 http://www.unesco.org/water/news/newsletter/172.shtml

[3] Huang, J., H. Akbari, and H. Taha. 1990. The Wind-Shielding and Shading Effects of Trees on Residential Heating and Cooling Requirements. ASHRAE Winter Meeting, American Society of Heating, Refrigerating and Air-Conditioning Engineers. Atlanta, Georgia.

[4] Kurn, D., S. Bretz, B. Huang, and H. Akbari. 1994. The Potential for Reducing Urban Air Temperatures and Energy Consumption through Vegetative Cooling (PDF) (31 pp, 1.76MB). ACEEE Summer Study on Energy Efficiency in Buildings, American Council for an Energy Efficient Economy. Pacific Grove, California.

[5] Killingsworth, B. et al., Nov/Dec 2011. The Urban Heat Island Effect and Concrete’s Role  in Mitigation Part I http://www.nrmca.org/members/ConcreteInFocus/Enviro%20Library/NRC-S0511_....

[6] Departamento de Energía de EEUU, abril 1998, ftp://ftp.eia.doe.gov/pub/oiaf/1605/cdrom/pdf/sequester.pdf.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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