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Día Mundial de los Océanos
Mié, 08/06/2016 - 10:13

Leonardo Herrera Orozco

Leonardo Herrera Orozco
Leonardo Herrera Orozco

Leonardo Herrera es Ph. D. y Director del Programa de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Icesi de Cali, Colombia.

"… cuando estos ojos se hartan de baldosas y esperan entre el llano y las colinas o en calles que se cierran en más calles… entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede salvarme"  (Mario Benedetti)

Una de las cosas que todos aprendimos en primaria es que Colombia tiene costas frente a dos océanos, al norte el Atlántico (en su pequeño espacio particular que es el mar Caribe), y al occidente el Pacífico. No obstante este privilegio, Colombia es un país culturalmente continental. Lo demuestra que sus tres principales ciudades son interiores. Estas palabras son para recordar a nuestros océanos -recordarlos por el gran papel que juegan en nuestras vidas-, tomando como excusa la celebración de su día. 

En términos de la Organización de las Naciones Unidas, debemos celebrar a los océanos por varios aspectos, entre ellos: 

1.- Son los pulmones del planeta; sí, la mayoría del oxígeno producido y del dióxido de carbono fijado -no son obra de los bosques o del Amazonas-, son trabajo de las algas y los procesos físico-químicos de los océanos. 

2.- Son la principal despensa de proteína animal para la humanidad; sí, la calidad y porcentaje de proteína de los peces y mariscos marinos es mucho mayor que la de carnes de vacuno, porcino o aves de corral. A esto se suma que brindan mayores concentraciones de fósforo -ese elemento base para los procesos energéticos de nuestros cuerpos y cerebros- y el plus de no producir gases de invernadero y otros compuestos contaminantes o ser el motor de procesos de deterioro ambiental (como el cambio de bosques a pastizales). 

3.- Son los reguladores del clima; sí, la energía calorífica viene del sol, pero la regulación térmica del frío polar y el calor ecuatorial está asociada a las corrientes oceánicas, los climas extremos serían la pauta en la Tierra si ésta regulación no se desarrollara -este calorcito rico de las costas de Colombia lo debemos a este proceso. 

Por otro lado, aunque los anteriores servicios ecosistémicos generados por los océanos son valorables en miles de millones de dólares por año, de igual manera sus servicios culturales son invaluables para nuestra especie: la historia de la Humanidad está escrita con agua marina; nuestras culturas se formaron frente a los océanos; entre los principales retos de nuestros ancestros estaba el entender qué había más allá del horizonte en el océano; las primeras poblaciones y las ciudades actuales más grandes se asocian a estos sistemas. Aun así, lamentablemente nuestras acciones -en especial durante las últimas seis décadas- han traído consecuencias negativas en los océanos.

Cada vez acidificamos más y más las aguas marinas y oceánicas con las emisiones de dióxido de carbono (trayendo consecuencias biológicas como la limitación de formación de arrecifes coralinos, o ambientales como la reducción de la fijación de este gas y el consecuente incremento en la temperatura del planeta). La sobrepesca es un motor de cambio drástico, ya que afecta la alimentación global así como la biodiversidad -la mayoría de especies capturadas en las redes no son de importancia para la economía y son devueltas al océano… ¡muertas!-. La contaminación por hidrocarburos, plásticos, cuerdas, el poliestireno expandido (el tradicional Icopor), generados en las grandes urbes -sin importar qué tan distantes estén de la costa, todos los ríos desembocan en ésta-, es una carga poderosa que afecta la capacidad de resiliencia de estos sistemas, modificando en corto o largo plazo sus procesos. 

Por todo lo anterior, hay que ver a los océanos con otros ojos, con unos mejores ojos, corresponder a los beneficios que obtenemos de ellos. Hoy debemos celebrar a los océanos, Pacífico, Atlántico, Índico, Ártico y Antártico, para recordarles a todos su importancia, nuestro papel en su conservación, en su gestión sostenible, porque de esto depende nuestra historia futura.