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Ecuaciones de 2014
Mar, 30/12/2014 - 08:11

Hernán Pérez Loose

Fujimorato judicial
Hernán Pérez Loose

Hernán Pérez Loose es analista político ecuatoriano.

El año que termina ha estado marcado por ciertos eventos en la economía y política internacional que proyectaran sus efectos más allá del año que está por comenzar. Desde los más variados ángulos se coincide que la caída del precio del petróleo es probablemente el epicentro de estos cambios. La reciente declaración del gobierno de Arabia Saudita en el sentido de que si el precio del barril del crudo llegase a caer a US$20, dicho país no modificará su política de abstenerse de reducir su producción con miras a subir el precio, dice por sí sola sobre la magnitud del cambio que ha operado. Tal parece que a los países petroleros del Golfo Pérsico más les interesa mantener su posición en el mercado del crudo que defender el precio de ese producto.

Aunque la razón principal de esta posición parecería ser el desincentivar que ciertos operadores marginales de los Estados Unidos y Canadá sigan invirtiendo en nuevos proyectos de explotación petrolera no convencional, lo cierto es que las consecuencias de esta decisión trascienden los confines del negocio petrolero. Pocas veces ha podido apreciarse la compleja simbiosis que tiene la economía internacional con la política, y de la primera con la energía, y concretamente con el petróleo.

Los países más afectados por este cambio son aquellos que de una forma u otra se erigieron como profetas de un nuevo orden. Rusia, Venezuela, Irán y otros petroestados similares se convirtieron durante una década en contestatarios vehementes de la institucionalidad internacional. El más reciente y dramático capítulo de esta actitud fue la exhibida por Rusia. La decisión de Vladimir Putin de anexarse una parte del territorio de la vecina Ucrania, a la vieja usanza de los zares, daba al traste con todo el corpus del Derecho Internacional construido desde 1945 sobre los escombros de una guerra desatada precisamente por este tipo de aventurismo. Las payasadas verbales de Chávez no tenían comparación con la toma de Crimea.

Como Putin, los otros líderes de los contestatarios petroestados no cayeron en cuenta de la falta de relación que existía entre el volumen de sus estridencias diplomáticas y sus pretensiones revolucionarias de un nuevo orden, con la fragilidad de sus economías, dependientes como son del precio de un producto primario de exportación. El año que comienza no luce muy bien para estos vociferantes enemigos del sistema internacional, y concretamente de Washington. Los mismos factores que contribuyeron a fortalecerlos en las buenas durante la última década, ahora parece hundirlos en las malas. Basta pensar en el devastador efecto que tendrá en estos países no solo un barril de US$40, no se diga uno de US$20, sino el deterioro de mercados como el ruso convertido en destino importante de sus exportaciones.

Finalmente, la drástica caída del petróleo dio el último empujón al crecimiento de la economía estadounidense. Una economía que cierra el año con el regreso del dólar como la moneda dominante, y dejando atrás la crisis financiera de 2008. Veamos qué depara en este contexto el 2015.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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