Entre los temas electorales causantes de mayor sorpresa a quienes residen fuera de Estados Unidos se encuentra la arraigada costumbre de pronunciarse a favor de alguno de los candidatos, hecho oficial por los principales medios informativos del país, sobre todo los escritos. Un amigo me sugirió escribir algo sobre el tema, para él preocupante porque puede ser interpretado como una forma de dañar el balance informativo, así como de ocultar o disminuir errores o hechos comprometedores para el aspirante apoyado, y al mismo tiempo asumir un papel de opositor al otro candidato.
Es un tema que se debe analizar con cuidado y sobre la base de encontrar sus razones y por qué no afectan el campo de las noticias e informaciones.
Este apoyo se reduce al campo editorial, es decir a la voz oficial del periódico. En ese sentido, es como cualquier otro, al reflejar el punto de vista de la institución periodística sobre un tema determinado, en este caso la elección. No abarca el campo informativo, ni la importancia otorgada a las noticias dentro del diario, y tampoco la publicación de artículos críticos al candidato escogido o alabanzas al contrario. Debe ser visto como un derivado de la frase “nos gustaría que la elección fuera ganada por Fulano de Tal”, pero no esta otra: “como declaramos públicamente nuestro apoyo a esa persona, ahora sesgaremos todo a favor de él y en contra del otro contendiente”. Así ha sido siempre y es una peculiaridad de la prensa estadounidense.
Obviamente, asumir tal posición puede ser suicida para los medios informativos de otros países. Diario El Gráfico, de Guatemala, sucumbió ante las intentonas de Jorge Carpio Nicolle, su presidente y director, de ganar la presidencia de la república y para ello fundar el partido Unión del Centro Nacional. En ese caso el periódico no solo de hecho se volvió vocero del partido y el candidato, sino así fue considerado por sus lectores. Cuando él fue asesinado poco después del autogolpe del delincuente Jorge Serrano, el periódico no pudo recuperar su credibilidad y sucumbió, con lo cual se cerró una interesante etapa del periodismo escrito nacional, desde 1963 hasta 1983, cuando nace la UCN, y 1993, al morir el periodista-candidato.
El tema causa polémicas y preocupaciones. En las propias redacciones de los diarios, en las escuelas de periodismo, y entre los lectores se ha mencionado cómo se puede justificar esa actitud de apoyo de los periódicos a los candidatos desde el punto de vista ético, de sus efectos en la credibilidad, en la cobertura imparcial de los hechos políticos electorales. En algunos casos, ambos partidos se benefician con aportaciones personales tanto de jefes como reporteros y directivos. Según otro criterio, la declaración de favoritismo por un aspirante a cargo público es la mejor forma de posteriormente convertirse en un profundo crítico. Eso puede ser aplicado en el campo del voto personal del ciudadano-periodista, pero no del medio informativo.
En Guatemala sería imposible una declaración de ese tipo sin causarle serios e irreparables daños a la reputación del medio. Los lectores tienen el derecho a ver, según sus puntos de vista, un desbalance informativo a favor de uno de los candidatos de una elección. Al hacerlo, opinan como muchas veces hacen respecto a secciones deportivas, por ejemplo. Todos los presidentes guatemaltecos, sin excepción, han provocado profunda decepción popular y por ello nunca ningún partido oficial podrá repetir la victoria comicial. Estados Unidos es un país distinto cuyas tradiciones políticas se han relacionado de manera muy peculiar con la prensa, y esta ve dificultada su labor por apoyos partidistas, como tales inconvenientes para la democracia.
*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.
