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El costo de los errores diplomáticos de Colombia
Mar, 12/04/2016 - 09:13

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

Por nuestra política exterior errática, el país ha perdido más de la mitad de su territorio con los países vecinos. Colombia no ha sabido sortear sus diferendos limítrofes y por eso cada vez cede más territorio. En el litigio marítimo con Nicaragua ha tenido más desaciertos que aciertos. 

Indudablemente que nuestra postura frente a Nicaragua ha sido desacertada. Colombia, desde 1804, tenía dominios sobre la costa de Mosquito desde El Cabo de Gracias a Dios, al río San Juan y el archipiélago de San Andrés. La doctrina de utti posidetis iure, de 1810, que se impuso en las antiguas colonias españolas después de fin del colonialismo, ratificó los derechos colombianos sobre aquellos territorios. Igualmente que el tratado Gual-Molina, firmado en 1825, entre la República Unida de América Central y la Nueva Granada.

Nicaragua, de 1890 a 1894, invadió las islas de Mangle y la costa de Mosquitos. El error de Colombia fue que por más de tres décadas dejó que Nicaragua ejerciera dominio sobre los territorios usurpados. Lo insólito fue que en 1928 Colombia firmó con Nicaragua el tratado Esguerra-Bárcenas, a través del cual y en palabras del abogado e historiador Enrique Gaviria Liévano, "Colombia entregó dos territorios y ganó soberanía sobre otro que también le pertenecían". 

Por lo tanto, en su criterio "si Colombia no fuera cedido la costa de Mosquitos no tenían los nicaragüenses costas en el Caribe y como reclamar como suyo el archipiélago como los han hechos en el último siglo". Mediante el tratado Esguerra-Bárcenas, Colombia concedió soberanía a Nicaragua sobre la costa de Mosquitos de El Cabo de Gracias a Dios, al río San Juan y las islas de Mangles, Corn Island y Littie Corn Island. En cambio, Nicaragua reconoció la soberanía nuestra sobre San Andrés, Providencia, Santa Catalina y los islotes de Quitasueños, Roncador y Serrana. 

Colombia entregó dominios a Nicaragua en la costa Caribe sobre un territorio que le pertenecía. Ahora lo polémico es que estamos sufriendo las consecuencias de aquel yerro diplomático y con el ingrediente que en dicho tratado no hubo delimitaciones de la frontera marítima entre los dos países.

Cuando en 1980 la Junta de Reconstrucción Nacional de Nicaragua decidió declarar la nulidad e invalidez del tratado Esguerra-Bárcenas, Colombia tuvo la oportunidad de haber entrado en unas renegociaciones directas con Nicaragua para definir una frontera marítima y sobre los derechos colombianos sobre la costa Caribe nicaragüense.

La tesis de Nicaragua fue que debido a la ocupación norteamericana, el tratado firmado con Colombia fue producto de una imposición de Estados Unidos. Por consiguiente, un pacto firmado bajo esas circunstancias carecía de validez jurídica. Indudablemente que Colombia cometió el error al no aprovechar la coyuntura para renegociar con Nicaragua un nuevo tratado, antes de ir a la Corte de La Haya. 

Recuerdo unas declaraciones del ex canciller Guillermo Fernández de Soto, revestidas de arrogancia, cuando dijo que no había ni conciliaciones, ni renegaciones del tratado Esguerra-Bárcenas, porque había sido firmado y ratificado de conformidad con el derecho internacional.

De hecho, Colombia actúa con arrogancia debido a que de 1976 a 1993 firmó tratados de delimitaciones marítimas con Haití, República Dominicana, Jamaica, Honduras, Costa Rica y Panamá. Sin embargo, no ha hecho lo mismo con Nicaragua. La tesis del meridiano 82, como límites marítimos de Colombia con Nicaragua fue una falacia que no fue definida claramente en dicho acuerdo. Por eso el historiador Jorge Orlando Melo la ha llamado "una ilusión sin bases". De manera que Managua jamás aceptó aquel referente como línea fronteriza y, desde luego, las funestas consecuencias de los errores del tratado Esguerra-Bárcenas, fue que Colombia cedió dominios a Nicaragua sobre tres islas que hacen parte del archipiélago y fracturó su unidad geográfica y ahora tras los fallos de La Haya siente los efectos del costo de los errores diplomáticos.