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El drama del pueblo Wayúu colombo-venezolano
Mié, 10/02/2016 - 08:49

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

Los Wayúu son el pueblo indígena más grande en Venezuela y Colombia. En Venezuela, representan el 11% de la población del Estado de Zulia. Entre tanto, en Colombia son el 20% de la población indígena colombiana y en la Guajira, su territorio ancestral, alcanzan el 45% de la población de aquel departamento.

Se trata de un pueblo con una cultura milenaria de autonomía, que no sucumbió a la dominación española por sus luchas contra el sometimiento de la Corona. El fin de la dominación española y el nacimiento de las vidas republicanas, en Venezuela y Colombia, fue el comienzo de otra etapa histórica de lucha por su autonomía y la defensa de su cultura. Pese a la fragmentación por la división fronteriza colombo-venezolana, por su arraigado espíritu de pueblo guerrero, conservan su organización social, su lengua, su sistema de administración de justicia y sus redes de parentescos. Pero aunque tienen un espíritu de pueblo guerrero... están perdiendo la batalla frente a la pobreza y el hambre.

Las rancherías donde viven los Wayúu -en el desierto de la Alta Guajira, al sur de Colombia, y en la península del mismo nombre- están asentadas en la zona más pobre y abandonada del departamento de la Guajira, donde el 55% de su población vive por debajo de la línea de pobreza. Son áreas donde cunde la pobreza y la desesperanza por falta de agua, electricidad, acceso a los servicios de salud y carencia de fuentes de trabajo. Los sistemas de poblamientos dispersos han dificultado tener una buena cobertura en suministro de agua potable, en una región que hace tres años no llueve.

En dichas circunstancias la supervivencia de pueblo Wayúu es dramática, debido a que es una población que se acostumbró a subsistir de la cría de cabras, ovejas, de las extracciones de sal, de la pesca, las artesanías y el contrabando. Pero esa economía de subsistencia no está siendo eficaz para resolver los graves problemas de pobreza que sufren. De allí que el hambre y las muerte de niños por desnutrición aguda se ha convertido en una tragedia permanente para los indígenas Wayúu.

La Guajira es un departamento donde la minería del carbón aporta el 56% de su PIB, pero las danzas de los millones de las regalías se esfuman por las cañerías de la corrupción en los entes territoriales, epidemia que ha impedido mayores niveles de inversión que permitan elevar la calidad de vida de la población guajira.

Mientras las mafias de la corrupción se apoderan de los dineros públicos, crecen los índices de pobreza, el hambre y las cifras de niños que mueren de desnutrición crónica en la región. La Sociedad Colombiana de Pediatría reveló hace poco que la desnutrición en los niños es un problema crónico en el país. Según sus estadísticas, más de la mitad de las muertes de niños por desnutrición ocurren en las poblaciones indígenas de los departamentos de Guainía, Vichada, Guajira, Vaupés, Chocó y Amazonas. Las estadísticas hablan que un niño indígena tiene 24 veces mayor riesgo de morir por desnutrición que el resto de la población infantil colombiana.

En los últimos tres años, en sólo el departamento de la Guajira han muerto 400 niños indígenas por desnutrición y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) no está diciendo la verdad sobre esta tragedia humana que se vive con los niños indígenas en Colombia.

Weildler Guerra, un indígena Wayúu, en un reportaje en el diario El Tiempo (07-II-2016), relata desde las entrañas cómo nació en medio de esa historia trágica, la dimensión de aquel drama que vive la población Wayú. Dice que "muchos Wayúu están en el límite de su subsistencia". Para Guerra, el ICBF debe revisar el enfoque asistencialista de sus programas, porque su labor debe orientarse a fortalecer sistemas alimentarios sostenibles y las actividades económicas de las poblaciones indígenas, con el fin de erradicar el hambre. La tragedia de los Wayúu es una pequeña muestra de un drama nacional que crece frente a la negligencia del Estado colombiano.

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