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El impreciso tamaño de la clase media latinoamericana
Mié, 23/04/2014 - 08:50

Rolf Campos

El impreciso tamaño de la clase media latinoamericana
Rolf Campos

Rolf Campos es Profesor de Economía en IESE Business School. Está especializado en teoría económica aplicada, macroeconomía, economía financiera y economía bancaria. Entre los temas que ha investigado se encuentra el efecto del ciclo económico y el nivel de aversión al riesgo sobre crisis bancarias, problemas de regulación financiera y las propiedades cíclicas del consumo. Antes de llegar al IESE ha impartido clases de Economía en UCLA y en dos universidades argentinas, la Universidad Nacional de General Sarmiento y la Universidad Católica de Buenos Aires.

En los últimos años, la cuestión de la clase media latinoamericana ha aparecido con frecuencia en las noticias. El tema es objeto de un intenso debate en Latinoamérica, debido probablemente a que la región presenta, junto con el África subsahariana, el mayor grado de desigualdad del mundo.

¿Por qué debe importarnos el tamaño de la clase media en la región? En primer lugar porque si es creciente, supone un incremento en el número de consumidores que demanden bienes y servicios por encima de los niveles de subsistencia, aumentando de este modo el tamaño de los mercados locales. Además, una clase media mayor puede tener efectos sociales beneficiosos, ya que reduce la polarización en la sociedad. La investigación académica demuestra que la acotación de la desigualdad en los ingresos mejora la cohesión social y que el crecimiento de la clase media favorece el proceso de democratización.

Son varios los estudios que afirman que el tamaño de la clase media en Latinoamérica ha aumentado en la última década. Al mismo tiempo, las investigaciones proporcionan un amplio rango de estimaciones de su volumen real, que oscilaría entre los 170 y los 350 millones de personas. Mientras un estudio reciente de 2010 de la OCDE consideraba que representa entre un 40% y 50% de la población, el año pasado economistas del Banco Mundial estimaron que la clase media suponía 29% de la población de Latinoamérica. Las cifras difieren porque estos estudios utilizan diferentes métodos para llevar a cabo la medición, ya que los economistas no han establecido aún una pauta común para realizarla.

La mayoría de estudios coincide en señalar que para establecer si uno es rico, pobre o pertenece a la clase media la medida pertinente es  considerar la renta per cápita del hogar. Existen varias metodologías empleadas habitualmente para medir la clase media en términos de estos ingresos y su posible incremento. Veamos dos de ellas, las utilizadas por la OCDE y el Banco Mundial en sus más recientes publicaciones.

En su estudio, la OCDE fija un punto central en la renta mediana y mide la clase media como cualquiera que se encuentre dentro de un cierto rango a su alrededor. Así, define la clase media como los hogares con una renta per cápita de entre el 50% y el 150% de la mediana nacional. Según este procedimiento, la clase media constituye el 56% de la población de Uruguay, alrededor del 45% de la población de Brasil, y del 40% de Bolivia y Colombia. Según este estudio, durante la última década la reducción de las desigualdades en los ingresos ha provocado el aumento de la clase media medida en términos relativos.

Por su parte, el estudio sobre Latinoamérica realizado por los investigadores del Banco Mundial, y que está destinado a convertirse en una referencia estándar sobre el tamaño de la clase media de Latinoamérica, la define como los hogares con una renta per cápita de entre US$10 y US$50 diarios. Para un hogar con cuatro miembros, esto se traduce en unos ingresos anuales de entre US$14.600 y US$73.000. Esta definición de la clase media es más restrictiva que muchas de las que han sido utilizadas anteriormente para países de la región, entre ellos Brasil. Por ejemplo, la “clase C” utilizada por Marcelo Neri, de la Fundación Getulio Vargas, corresponde a un rango de renta per cápita de entre US$6 y US$26 diarios.

Un aspecto interesante del estudio del Banco Mundial es cómo el umbral de US$10 diarios fue calibrado específicamente para el contexto latinoamericano: el valor de US$10 implica que existe una probabilidad máxima del 10% de que los ingresos de un hogar experimenten una caída que los sitúe por debajo del umbral utilizado para medir la pobreza en aquella región, fijado en US$4. Usando esta definición de clase media, el estudio del Banco Mundial recoge un aumento del tamaño de la clase media del 20% de la población en 1995, hasta el 29% en el 2009. De nuevo, el país con una mayor clase media según esta medición es Uruguay, país en el cual más de la mitad de la población es de clase media. En el caso de Brasil, la clase media según la definición del Banco Mundial es menor, un poco inferior a un tercio de la población, si bien ha experimentado un importante crecimiento desde 1995.

La razón principal del incremento de la clase media en la región es el crecimiento económico, el cual ha sacado a los hogares de la pobreza. De acuerdo con el Banco Mundial, en el momento en que los ingresos de un hogar superan los US$4 per cápita, éste deja de considerarse pobre y entra en un grupo vulnerable, hasta que aumenta sus ingresos por encima del umbral de los US$10 y se desplaza hacia la clase media. Los hogares latinoamericanos han ido abandonando el grupo vulnerable y desplazándose hacia la clase media. El porcentaje de hogares situados en el grupo vulnerable de transición no ha aumentado demasiado, por lo que el descenso de la pobreza se refleja en aumento de la clase media.

¿Qué nos depara el futuro? Según un pronóstico del Banco Mundial, la clase media de Latinoamérica, medida en función de umbrales absolutos, podría aumentar 10 puntos porcentuales y llegar al 40% de la población en el 2030. Solo el tiempo dirá si esta predicción es correcta. Si este crecimiento se materializa dependerá de las políticas que implementen los gobiernos latinoamericanos y de cómo lidien con las turbulencias financieras que afectarán, y en algunos casos ya están afectando, a todos los mercados emergentes.

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