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Elecciones presidenciales en Chile: la legitimidad del silencio
Lun, 16/12/2013 - 09:26

Álvaro Bellolio

Municipales, voto voluntario y jóvenes
Álvaro Bellolio

Alvaro Bellolio es Coordinador  del Programa Sociedad y Política de Libertad y Desarrollo desde diciembre de 2010. Es Ingeniero civil industrial de la Universidad Católica, con mención en Tecnologías de la Información. Anteriormente se desempeñaba en la Secretaría General de la Presidencia, como asesor  de la División de Coordinación Interministerial, en temas de gestión programática, procesos, tecnologías y políticas públicas.

Con los resultados en mano, nadie puede dudar de la victoria obtenida por Michelle Bachelet. La candidata socialista, representando al pacto de la Nueva Mayoría, que incluía a la desgastada Concertación con el Partido Comunista, logró el triunfo en el balotaje al obtener el 62% de los votos en una elección con 5,7 millones de votantes.

El principal factor a destacar, más allá de la holgada victoria, es que la participación corresponde aproximadamente a un 48% del padrón corregido, casi un millón de votantes menos que en la primera vuelta del pasado 17 de noviembre. Si bien nadie puede criticar la legitimidad de la victoria de Bachelet, que obtuvo el triunfo en buena lid según las reglas de nuestra democracia, es interesante analizar brevemente las razones de la abstención.

La participación política y la desafección cívica es multivariable, depende de factores como la educación cívica y el capital social, el tamaño de la población, la ruralidad, el nivel de competencia -donde se tiende a sufragar en mayor medida si el resultado es más estrecho y el voto tiene mayor poder de "decisión"-, la estabilidad de la población -si en la elección hay más en juego en términos de definición de cambios en el estilo de vida-, el gasto de la campaña, la obligatoriedad/voluntariedad del voto, el tipo de sistema electoral, la distancia al lugar de votación y facilitar los procedimientos de de votación entre otros, por lo que es difícil atribuir la abstención a un grupo o factor único, y debe ser más estudiado a futuro.

El resultado de este domingo muestra un claro apoyo a la candidatura de Michelle Bachelet, que contaba con un programa bastante ambiguo, sin definiciones claras en materias como la gratuidad en la educación superior, mecanismo para el cambio en la constitución; donde en el debate nacional de la ARCHI comentaba que "vamos a iniciar un amplio debate a nivel nacional, para ver cuál es la manera adecuada de estudiar la posibilidad de hacer algo concreto". Esto cuestiona la eficiencia e importancia del voto programático, entregándole una mayor relevancia a la forma por sobre el fondo y al silencio sobre las propuestas, y ha sido asociado a los bajos niveles de capital social de la sociedad chilena.

Una vez concluidas las elecciones, inmediatamente aparecen los desafíos. Para la presidenta electa, el poder manejar una coalición que integra socialcristianos como la Democracia Cristiana con el Partido Comunista, en un escenario donde se cuestiona el nivel de competitividad y productividad del país al no tener una matriz energética futura y una institucionalidad jurídica estable, además del manejo de las crecientes expectativas generadas y el creciente empoderamiento de los movimientos sociales, plantean escenarios complejos donde se espere que prime la gobernabilidad, Estado de Derecho e institucionalidad.

Sobre los desafíos de nuestra democracia, se debe considerar que esta fue la primera elección presidencial con voto voluntario, y antes de correr y retornar al voto obligatorio, es importante considerar que la concepción original del voto voluntario es que éste empodera a las personas como libres, responsables y capaces de tomar sus propias decisiones, algo que es consistente con nuestra sociedad libre y democrática. La Constitución estableció el voto como un derecho, de manera que cada ciudadano decida libremente si decide sufragar o no, y no esté obligado por la ley bajo amenaza de sanción.

Ahora bien, esto no significa que nuestra democracia no pueda ser perfectible, es por ello que reformas que permitan simplificar los procedimientos de votación, como lo es el voto anticipado, voto de los chilenos en el extranjero y voto electrónico, permiten contribuir a disminuir la abstención, aunque es un desafío también pendiente, tanto para la ciudadanía como para la clase política.

En esta elección, el silencio, tanto en las campañas como por la alta abstención, fue el gran triunfador, por lo que se espera que en los próximos años, con una ciudadanía más empoderada y con mejoras a nuestra democracia y capital social, vaya en retroceso y veamos una mayor participación cívica de nuestra sociedad.

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