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En búsqueda del tesoro escondido: el potencial de las startups en A. Latina
Mié, 02/03/2016 - 08:37

José Miguel Benavente

¿Cuál es el camino para el éxito de las startups en América Latina?
José Miguel Benavente

José Miguel Benavente es Jefe de la División de Competitividad e Innovación Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Fue director del Centro de Productividad de la Universidad Adolfo Ibáñez y profesor en la Universidad de Chile por más de 15 años. Es Ingeniero Civil Industrial de la Universidad Católica de Valparaíso, máster en Economía de la Universidad de Chile, e igualmente posee el título de master y PhD en Economía por la Universidad de Oxford.

Algo está cambiando en el modelo de negocios a nivel mundial, y para comprenderlo, debemos comenzar por entender qué es hoy una startup. Se trata de un emprendimiento que surge como oportunidad, no como necesidad.

Este modelo apuesta a ofrecer una solución o servicio que, al menos en la región, no existe. Tradicionalmente, el capital inicial o capital semilla de un emprendimiento no es provisto por la banca, sino por capitalistas de riesgo. Pero, actualmente, es cada vez mayor el acompañamiento financiero formal desde los inicios del proyecto. Hoy sabemos que lo fundamental está en encontrar un financiamiento colaborativo e inteligente, donde muchas veces se requiere apoyo desde las políticas públicas.

El foco de una política pública orientada al modelo startup debe dirigirse a generar un espacio, un ecosistema de innovación y emprendimiento, en el que se encuentren las ideas, los inversores, los técnicos, y el mercado. A nivel mundial, Sillicon Valley fue eso: un espacio geográfico de encuentro. A nivel regional el ejemplo más avanzado es el chileno, con el proyecto Startup Chile.

Un dato alentador para el mercado latinoamericano es que por una parte el sector público ha apostado a estos emprendimientos, y por otro, se han desarrollado modelos más colaborativos y de repartición de la inversión, de los riesgos y de las ganancias.

Uno de los retos que enfrenta la región tiene que ver con el flujo de ideas. De mil ideas se analizan cien; se financian diez y va bien en dos. Por eso, quizás la región no está aún lista para que, en cada país, se presenten mil ideas para cada industria. Esto puede resolverse con el apoyo recíproco entre países de la región.

Desde el Banco Interamericano del Desarrollo promovemos esta cooperación, por ejemplo con la Alianza del Pacífico, que reúne a Chile, Perú, Colombia y México. La idea es que cada país pueda especializarse -Chile en industria minera, México en biotecnología, Colombia en industria creativa- y que el costo de transacción entre los países sea cero. Que se apoye la creación de puntos de encuentro geográficos, que se financie la movilidad. Esto ocurre, por ejemplo, en Estados Unidos, con Sillicon Valley o el camino de Boston; pero, al ser un solo país, con las mismas reglas, no se nota, no hay costos.

La región tiene un gran potencial para este modelo, sin embargo, debe enfrentar cuatro desafíos clave.

1. Falta de cultura de la inversión

En muchos casos se trata del peligro de una zona de confort, en la cual arriesgarse no es contemplado como una opción, y esto bloquea el crecimiento. En la evaluación de la política pública chilena, se ve que cuando llegan ideas y talentos extranjeros, los chilenos aprenden mucho. Se trata de un cambio cultural.

2. Competencias técnicas

Algunas industrias, como las que tienen que ver con las TIC, o las biotecnologías, pueden tener un gran potencial en la región pero las competencias técnicas que requieren aún son escasas en nuestras sociedades y debemos generarlas.

3. Dificultad para sobrevivir y expandirse

Una característica de nuestras sociedades es que vivimos en una cultura más bien rentista. El espacio está limitado. Hay “falta de competencia”, esto quiere decir, desde un punto de vista más economista, que las barreras de entrada a nuevas ideas son extremadamente altas.

4. Perder el miedo a fallar

La cultura startup es una cultura del éxito basado en los fracasos. Y en nuestra cultura el fracaso es mal visto, no se ve como mecanismo de aprendizaje sino como mala utilización de recursos.

Todos estos desafíos están ligados, y probablemente el más importante sea el cultural. Se trata de un proceso de cambio. Debemos pensar a futuro, y pensar, por ejemplo, que los programas incluso pueden influir en los procesos de aprendizaje, para que ser emprendedor sea un valor codiciado; como en nuestra generación fueron otros, como ser un empleado asalariado, prolijo, eficiente.

El mundo ya nos ha iluminado con las claves para que este modelo sea exitoso, ahora debemos complementar este aprendizaje con lo propio de nuestra región, para aprovechar estas oportunidades.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Puntos sobre la I del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).