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Es posible tener mejores salarios en el mundo: el caso de Henry Ford
Mié, 10/07/2013 - 16:01

Iván Franco

México: mercados de consumo antes y después de la crisis
Iván Franco

Economista del ITAM (México), con estudios de Econometría en la misma institución. Es consultor de negocios para diversas organizaciones en America Latina. @IvanFranco555

Henry Ford, el célebre empresario norteamericano precursor de la producción de automóviles en serie, es apenas mencionado por un suceso que contrasta con la historia del capitalismo. De un día para otro Ford duplicó los salarios de sus más de 14 mil trabajadores, hecho que se conoce como the five-dollar workday. Más allá de las razones que motivaron el aumento es importante reconocer que Ford tuvo la determinación y contó con el capital necesario para hacerlo.

Las razones del aumento fueron diversas, entre las que destacó la baja productividad generada por la alta rotación dentro de la empresa. En 1913 Ford tenía una rotación anual de 370%, lo que significó que para mantener su planta laboral tuvo que contratar a más de 50 mil empleados en el mismo año.

Según los economistas Daniel Raff y Lawrene Summers, a un año de que Ford duplicara los salarios la productividad de la empresa creció entre 40% y 70% y la rotación cayó a un dígito, en un entorno donde los precios de los automóviles decrecían. Las ganancias en productividad se asociaron con un alza en la moral de los trabajadores que se sintieron motivados a permanecer en la empresa y a trabajar más.

Por otro lado, el aumento en el costo de la nómina fue insignificante comparado con la disminución en costos originada por la permanencia de los trabajadores en la empresa. Independientemente del problema laboral que Ford enfrentaba, este masivo incremento de salarios fue posible gracias a que tenía el capital necesario para cubrirlo porque estaba generando ganancias extraordinarias, siendo su decisión discrecional y personal. Uno de los capitalistas más famosos de la historia tomó una resolución basada en el deseo de distribuir parte del capital generado por su empresa entre sus trabajadores. Ford, con una gran visión se dio cuenta que esta decisión le traería mayores beneficios que costos. A diferencia del empresario común, Ford no intentó minimizar el costo del trabajo, sino que encontró el punto de eficiencia de su costo laboral y fijó los salarios en una línea que coadyuvó a incrementar sus ganancias. En aquel entonces, aunque la economía norteamericana estaba en manos de la banca y de la bolsa de valores, mismas que tenían control sobre los fondos y la liquidez del sistema, no se opusieron a la estrategia de Ford. Posiblemente, los bancos presentían que esta estrategia sería exitosa y no conduciría a Ford a la quiebra. O bien, pensaron que era mejor tener como masa de clientes a una clase media que a gente viviendo apenas con lo indispensable.

Muchos años atrás, el economista John Stuart Mill formuló una teoría de fijación de los salarios o wagefund, un postulado simplista que argumenta que el nivel de los salarios depende del capital o fondo acumulado en un periodo de tiempo para un cierto número de trabajadores. Este axioma sigue vigente hasta nuestros días y se ejemplifica muy fácilmente: si el empresario dividiera las ganancias generadas por la empresa en partes iguales entre sus trabajadores, estos serian igual de acaudalados que él en cierto periodo de tiempo. En otras palabras, cuando existen ganancias en la empresa que aumentan el capital del empresario, es su decisión aumentar o no los salarios. Excluyendo a los microempresarios, cuyo proceso de acumulación es distinto, es un hecho es que en el mundo hay cientos de miles de empresas que tienen la posibilidad de realizar la hazaña de Ford y duplicar sus salarios. El dilema está entre distribuir o concentrar las ganancias producidas por la empresa. En una primera instancia, los salarios se fijan de acuerdo con la capacidad del empresario para pagar y en un segundo momento, dependen de la decisión de redistribuir las ganancias del capital entre los empleados, cuando las hay.

Ford quería y podía duplicar el salario de miles empleados de un día para otro.

En economía, el caso de Ford es un proceso conocido como distribución de rentas y ha sido poco estudiado, posiblemente por la falta de casos. Este fenómeno sucede generalmente de forma unilateral y pocas veces es producto de un pacto entre empresarios y trabajadores. La distribución de rentas no está regulada por ninguna ley o institución y ningún sindicato en el mundo puede realmente influenciar al empresario para que duplique los salarios de un día para otro. Ello depende enteramente del empresario y de cuánto esté dispuesto a ceder de sus ganancias.

La realidad es que a lo largo de la historia, la práctica que ha dominado es la de minimizar el costo del trabajo y en paralelo, maximizar las ganancias del capital. Los salarios se han mantenido estancados con el argumento de que los costos de producción deben permanecer bajos, para evitar transferir los incrementos hacia los precios finales. Además de la falta de lógica de este modelo para una economía de consumo, el problema es que ha generado círculos de desigualdad y pobreza, además de oligopolios, que benefician solo a algunos jugadores mientras que la mayoría de la población ve sus ingresos deteriorándose a través del tiempo. En el mundo existen millones de trabajadores percibiendo salarios mínimos que no cubren sus necesidades básicas. Basta con ver las condiciones de trabajo y los salarios de los trabajadores informales de Mumbai, India, un ejemplo lamentablemente muy ilustrativo.

El mundo actual de los salarios es ilógico para una economía de consumo, debido a las ineficiencias, contradicciones y desigualdades que se encuentran a través de países, industrias y empresas. Parecería que el objetivo del modelo es que el trabajador apenas subsista y que gaste todo su ingreso corriente en productos y servicios producidos por él mismo. Es preciso dejar de ver al trabajo como un costo más para la empresa y reconocer que el empresario genera riqueza y crece gracias al trabajo. Y por su parte, el trabajador encuentra en la empresa un medio para generar valor a través de sus capacidades. Si la balanza está a favor de uno de ellos, es difícil crecer y generar competencia en la economía y ampliar a las clases medias. Si al menos existieran mil casos como el de Ford en la actualidad, el mundo ya no sería igual.

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