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La geografía del desarrollo
Mar, 25/09/2012 - 08:32

George Gray Molina

La trampa de renta media: ¿sí, pero cuál?
George Gray Molina

George Gray Molina es el Economista Jefe y Líder del Equipo regional de Desarrollo Humano y Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, basada en Nueva York. Proviene del Instituto Alternativo. Previamente, fue miembro de la sociedad de Lideres Globales de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson, en la Universidades de Princeton y Oxford. También fue investigador asociado del Centro de Investigación sobre Desigualdad, Etnicidad y Seguridad Humana (CRISE) de Oxford y miembro del Centro Dialogo Interamericano basado en Washington, DC. Entre 2004 y 2008, fue coordinador del Informe de Desarrollo Humano PNUD en Bolivia. Fue Director de la Unidad de Análisis de Política Económica del Gobierno Boliviano (UDAPE) y Director del Programa de Maestría en Política Publica de la Universidad Católica de ese país. Posee un Doctorado en Filosofía y Política de la Universidad de Oxford, una Maestría en Política Publica de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard y un pregrado en Economía y Antropología de la Universidad de Cornell.

En la medida en que se siente la ola de contracción de la actividad económica en América Latina, se visibilizan mejor los retos de los próximos años. En el “mejor de los tiempos” se crearon empleos de manera récord en el sector de servicios, para hombres y para el grupo etario de 25 a 49 años de edad. El boom de empleos de baja calidad  se mantuvo gracias a la liquidez del sector financiero, bajas tasas de interés y un auge del consumo de hogares y de gobiernos.

Con auge y todo, quedan cerca de 70 millones de personas bajo la línea de indigencia y centenas de millones sin protección social. Esta trayectoria abre flancos insospechados para el “peor de los tiempos” que nos devuelven a la pregunta de cómo insertarnos al escenario global en temas de crecimiento y reducción de la pobreza.

Primero, el rol latinoamericano en la división internacional de pobreza. Los últimos datos globales procesados por el Institute for Developments Studies de Sussex muestran que, poco a poco, América Latina se va graduando de la pobreza extrema. Quedan 1.289 millones de personas bajo la línea de pobreza extrema en el mundo –570 millones en el Sudeste Asiático, 386 millones en el Sub-Sahara Africano y 332 millones en Asia Oriental. En la región quedan 37 millones de personas bajo la línea de $1.25 al día. Una de las consignas del movimiento que se movilizó por el “fin de la pobreza” global el año 2000 se materializa gradualmente en la región.

El foco de la pobreza extrema se está moviendo de China e India hacia África. De hecho, con el explosivo crecimiento demográfico africano y el alto crecimiento económico asiático, en los próximos 15 años habrá más personas bajo la línea de pobreza extrema en África que en Asia. Segundo, también se mueve el debate sobre los determinantes de mejorías. Para avances en pobreza moderada, los mercados laborales jugaron un rol crítico; para mejorías en salud infantil una combinación de nuevas tecnologías y expansión de servicios de salud; para mejorías en seguridad alimentaria o mortalidad materna, una combinación de mecanismos de protección estatales e incentivos de mercado. Estamos lejos de la literatura que pregonaba una solución única a los problemas de desarrollo.

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Segundo, vale la pena analizar el papel latinoamericano en la división internacional de crecimiento. Aquí también hay una traslación. Durante la crisis, América Latina contribuyó mas allá de su peso económico al crecimiento económico global, primero como proveedor de recursos naturales primarios y segundo como consumidor. Jose Antonio Ocampo anticipa el fin del super-ciclo latinoamericano, alimentado por una insaciable demanda china y acomodaticias condiciones de financiamiento barato. Ya sabemos donde se generan los empleos perdidos por los sectores de manufactura y agricultura en la región: en el sector de servicios. Ante la contracción Europea y la desaceleración china, la región tendrá que mejorar su capacidad de crear empleos de calidad en los sectores de servicios desde adentro y afuera.

Desde adentro, se debe apostar por el enorme potencial de integración regional. América Latina sigue rezagada en función de intercambio de comercio y servicios entre países de la región. El mercado doméstico, por decirlo así, no se compone de numerosas islas económicas de 5 o 10 millones de personas, sino de un gran mercado regional de 590 millones de personas. Desde afuera, y con la anticipada contracción china, el motor de crecimiento no podrá seguir siendo el de proveedor de materias primas baratas. La próxima contracción generará los incentivos para mejorar los aparatos manufactureros y repensar la relación con Asia.

Volviendo a la “geografía del desarrollo” y más allá de los cambios coyunturales, el destino de la región se definirá dentro de América Latina y no fuera de ella. Los cambios globales son un dato que no podemos cambiar. Lo que sí puede cambiar es el patrón de integración regional que dejamos rezagado en la última década y el patrón de inserción internacional que sigue siendo primario exportador. En cierto sentido, la apuesta por un mercado regional latinoamericano tuvo que esperar esta década de boom para materializarse: el auge coyuntural posiciona un mercado de consumo regional que no existía hace 20 años. Es momento de actuar.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.

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