Pasar al contenido principal

ES / EN

Las elecciones son un revés para Haití
Mié, 15/12/2010 - 09:12

Mark Weisbrot

Cuando los reporteros no dejan que los hechos impidan una buena historia
Mark Weisbrot

Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

La “elección” en Haití muestra qué tan bajos son los estándares democráticos de Washington en los países donde quiere obtener el control político.

No hay duda de eso. Como el gobierno electo en Haití fue derrocado en 2004, sumado a las consecuencias del terremoto, es la "comunidad internacional" la que lleva la voz cantante.

La elección fue una farsa. Para empezar, el Consejo Electoral Provisional, que no es independiente, decidió excluir la participación del mayor partido político, junto con otros partidos. Fanni Lavalas es el partido del líder político más popular de Haití, Jean-Bertrand Aristide. Ha ganado todas las elecciones que ha impugnado. Mientras, Aristide se queda en el exilio después de que fue derrocado por Estados Unidos en 2004.

Imagine la celebración de una elección en Estados Unidos si se les prohíbe participar a los partidos Demócrata y Republicano. Si nos fijamos en otras elecciones con problemas en el mundo - Irán en 2009, o Afganistán, más recientemente - la de Haití es mucho menos legítima. Es, quizás, lo más comparable a las recientes elecciones en Birmania.

Pero el gobierno de Estados Unidos pagó por esta elección, y estaba decidido a seguir adelante para obtener los mismos apoyos de siempre. Los otros 45 miembros Demócratas del Congreso, que enviaron una carta a Hillary Clinton el 7 de octubre pidiendo una elección con todos los partidos políticos incluidos, fueron ignoradas.

El domingo, el día de la elección, doce de los dieciocho candidatos presidenciales -prácticamente todos los candidatos presidenciales, excepto el del gobierno actual, Jude Celestin-, pidieron públicamente que las elecciones fueran anuladas. Y fueron apoyados por miles de manifestantes en las calles.

Las elecciones resultaron ser aún peor de lo esperado. Hubo numerosos informes de personas que no pudieron votar porque no estaban en las listas de votantes y otras irregularidades.

A pesar de todo esto, la Organización de Estados Americanos emitió su comunicado: "La misión conjunta no cree que estas irregularidades, graves como eran, invaliden el proceso".

No es extraño que los líderes de América Latina y el Caribe se hayan reunido en febrero y decidido crear una nueva organización regional sin Estados Unidos y Canadá.

Haití, por supuesto, tiene problemas más grandes que una elección falsa. Y algunas de las preguntas que surgen es por qué se desperdicia dinero en un circo electoral, cuando las personas no tienen acceso al agua potable y el país está en medio de una epidemia del cólera?

Y luego está el hecho increíble de la propia reconstrucción. Casi un año después del terremoto, ha desaparecido por lo menos 2% de los escombros y menos de 10% de las 1,5 millones de personas que quedaron sin hogar. La mayoría está viviendo bajo lonas, con la tierra debajo de ellos, que se convierte en barro cada vez que llueve y la comunidad internacional no puede ni siquiera conseguir tiendas de campaña.

Si este tema se sigue dilatando, se conferirá un gobierno ilegítimo en Haití. La mayor parte de su existencia y hasta hace muy poco, Haití fue dirigido por gobiernos ilegítimos que dependían en gran medida de la violencia para mantenerse el poder. Aristide fue el primer presidente democráticamente elegido, en 1990. Fue derrocado siete meses después, pero finalmente reelegido en 2000. Debido a que su gobierno era legítimo y que no recurría a la violencia, abolió el ejército, que era el máximo instrumento de violencia. Washington nunca lo perdonó por esto, y organizó una corte de ayuda internacional para el país.

Si bien ahora no hay un ejército, sino que un policía nacional mal entrenada y una fuerza militar de la ONU (MINUSTAH) que es ampliamente vista como un ejército de ocupación y conocido por su violencia y abusos contra los derechos humanos. Su posición ha caído aún más, debido a que se ha especulado que podría haber sido la fuente de la epidemia del cólera.

Haití necesita un gobierno que pueda contribuir a la reconstrucción del país, su salud pública y las instituciones necesarias para promover el desarrollo económico y el empleo. Un gobierno ilegítimo no se ajusta a ninguna de estas necesidades, y trae el riesgo de aumento de la violencia política.

Esta columna fue publicada por www.cpr.net

Países
Autores