Pasar al contenido principal

ES / EN

Polo en Chile, un Mundial de glamour y adversidad
Vie, 27/03/2015 - 10:55

Gastón Meza Acuña

El jeitinho brasileiro y su influencia en “el Mundial de los mundiales”
Gastón Meza Acuña

Gastón Meza es periodista titulado de la Universidad Nacional Andrés Bello (Chile). Comenzó su labor periodística en el diario La Tercera (Chile), donde se desempeñó en el área de Economía. Posteriormente trabajó como asesor comunicacional en el Ministerio del Trabajo de Chile y en la Fundación Empresarial EuroChile. Actualmente es sub editor en AméricaEconomía.com.

Este viernes comienza el Mundial de Polo en Santiago de Chile. Con un retraso de tres días. Las lluvias –lejos de las de dramática intensidad registradas en la zona norte del país- hicieron de las suyas. Es que canchas de césped mojadas y húmedas no van con los encuentros de polo… los caballos se pueden torcer y lastimar sus patas y los jugadores terminar quién sabe con qué tipo de accidente. Nadie quiere terminar como Gabriel Donoso, el mejor polista de toda la historia chilena, que encontró la muerte al caer de su caballo en un entrenamiento en 2006. ¿Resultado? Muerte cerebral.  Hay que tomar resguardos, claro está.

Lo cierto es que el Mundial que se iba a disputar desde el 24 al 29 de marzo se retrasó y se corrió del 27 al 29. Pocos días de diferencia, pero mucho dinero más de lo presupuestado. Si el evento originalmente contemplaba un financiamiento de US$1 millón, el retraso, se calcula, ya implica un aumento de al menos ¡30% en los costos! de la organización. Pienso en el desafortunado presidente de la federación chilena de polo, Lionel Soffia, que prácticamente organizó este mundial a pulso, tras la caída de Italia como sede de una nueva versión...

Ofrecer a Chile como sede fue una decisión absolutamente personal de Soffia. Organizar un mundial por un asunto de voluntad personal es algo no menor. Me acuerdo del Mundial de Fútbol que organizó Chile en 1962, porque la leyenda apunta a que ese evento fue por la tenaz voluntad de unos cuantos. Acá hay algo parecido. Vencer las barreras de traer un Mundial a un lugar tan lejano como Santiago, terminar con las dudas sobre la capacidad de infraestructura deportiva para albergar a un evento de tal magnitud y demostrar a varios la capacidad de financiamiento para organizar un evento de primera, fueron algunas de las dificultades. Porque en el mundo del polo nadie está para improvisaciones o arreglos que no sean de alta categoría. Partiendo por los caballos. El país sede también tiene que proveerlos para las seis selecciones participantes. Y a lo menos deben ser 200 ejemplares de primera línea, certificados por la federación internacional del rubro que manda a especialistas para controlar a los animales al país sede. Ah, y sin olvidar que los caballos para esta edición fueron conseguidos sin costo por la organización del evento. Digamos que están prestados por gente local ligada a la actividad, porque la tradición indicaba que los caballitos participantes o se compraban o se arrendaban. Aunque  igual vamos sumando, porque los equinos deben estar asegurados -punto no menor-, sean éstos prestados, regalados o vendidos a la organización.  

Definitivamente hay que tener temple y voluntad para organizar eventos de este tipo, más aún si los gobiernos tienen una presencia bien limitada en los eventos deportivos, sea hockey, básquetbol o alguna otra disciplina que no sea el fútbol, amo y señor del deporte en estas latitudes.

Por muy sufrida que sea la organización de un Mundial de polo, tengamos claro que no sólo es un deporte, ya que tiene bastante de glamour. No se puede vivir sin éste. Auspiciadores de alta gama o infraestructura de primer nivel, son puntos cardinales asociados a la actividad, que está lejos de masificarse. Como botón de muestra es cosa de ver los precios de los implementos para practicar la actividad. Sólo para montar el caballo, entre casco (obligatorio), cinturón, botas y taco, sume unos US$1.000. Añada además camiseta, jeans, anteojos, rodilleras, coderas y montura. Y todavía queda la mantención del caballo y costos asociados. Válgame Dios, creo que ya voy en unos US$6.000. Ahora, digámoslo, el hecho de jugar polo podría llevar implícito que probablemente uno tiene los recursos para hacerlo, pero no siempre es así. Dicen que vale, sobretodo, el sacrificio, ya que exige mucha constancia si el polo se desea practicar a un alto nivel. Pero así y todo, hay un concepto preconcebido difícil de romper: el que juega polo, tiene plata.

Como sea, seamos prácticos de cara al evento: los partidos se transmitirán vía streamming, así es que si se interesa, vaya considerando algunos datos: los encuentros constan normalmente de entre cuatro y seis chukkers (tiempos) de siete minutos cada uno, con un período de descanso de tres minutos; al acabar el período, el juego continúa durante 30 segundos si la pelota no sale fuera del campo o hay una falta; si el partido termina en empate, se juega un chukker adicional. El primer equipo que convierta el gol será el ganador.

¿Y de los seis participantes, quien tiene más probabilidades? Argentina, sempiterno candidato al título. Pese a que de sus diez jugadores cuatro son sub 20 y seis no pasan de los 22. Claro que todos de primerísima línea. Y vienen a revalidar el título conquistado en la última versión jugada en la provincia argentina de San Luis, en cuya final derrotó a Brasil, otro de los grandes exponentes a nivel planetario.

Chile la tiene difícil –su único título mundial coincidió con la ausencia de Argentina-, pero con el esfuerzo puesto en la organización del evento, quién sabe…

Países