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Qué efecto tienen los ingresos familiares en la violencia de pareja
Vie, 25/03/2016 - 01:20

Norma Peña

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Norma Peña

Norma Peña es consultora de del Banco Interamericano de Desarrollo en seguridad ciudadana.

Algunos gobiernos de la región han puesto en marcha programas de transferencias monetarias condicionadas para reducir la pobreza mejorando los niveles de educación, salud, nutrición y empleabilidad de las familias así como las condiciones económicas de las mujeres, quienes reciben y administran dichas transferencias. Sin embargo, las transferencias pueden generar efectos no esperados en áreas como la violencia de pareja.
¿Aumentan o disminuyen la violencia de pareja los incrementos en el ingreso de las mujeres?

Como se observa en la matriz[1], la evidencia es contradictoria. Algunos autores han encontrado que las mujeres que reciben transferencias tienen menores probabilidades de ser víctimas de violencia física por parte de su pareja pues al aumentar su empoderamiento económico, mejoran sus habilidades para negociar y resolver conflictos por vías alternas a la violencia (Farmer y Tiefenthaler, 2002; Aizer 2010; Bowlus y Seitz 2006, Tauchen et al., 2001). Otros, por el contrario, han encontrado que las transferencias aumentan la violencia psicológica y física, pues al ver amenazado su rol de proveedores los hombres acuden a la violencia para retomar el control de los recursos del hogar y el poder de decisión (Macmillan y Gartner, 1999; Jewkes, 2002).

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Para contribuir al conocimiento en la materia, el BID realizó tres estudios que analizan la relación entre el empoderamiento económico de las mujeres y la violencia de pareja en la región.

En el estudio “Violencia intrafamiliar y transferencias monetarias condicionadas: el impacto de Familias en Acción en Colombia” (Oct 2015), Catherine Rodriguez analiza el impacto del programa de transferencias condicionadas “Familias en Acción” en la violencia intrafamiliar, entendida como maltrato a niños y niñas, a la pareja, al adulto mayor y a otros familiares. El estudio encuentra una reducción de casi 6% del promedio de violencia intrafamiliar en los municipios del país (no únicamente en los hogares beneficiados).  Los efectos son significativos en el corto plazo, pero desaparecen en el mediano y largo plazo. Se concentran en los municipios y en la región del país con los niveles más altos de riqueza (Andina). En los municipios más pobres, el efecto desaparece e incluso, en algunos casos se vuelve positivo.

El estudio también encontró que la reducción de la violencia intrafamiliar es menor cuando se recibe un pago inesperado y que al contrario, cuando un pago esperado no ocurre, la violencia intrafamiliar aumenta.

En el estudio BID “Transferencias Monetarias Condicionadas para Mujeres y Violencia de Pareja: Evidencia de la relación de largo plazo del Programa Oportunidades en México Rural (Oct 2015)”, Gustavo Bobonis, Roberto Castro y Juan Morales analizaron la relación entre el programa de transferencias condicionadas “Oportunidades” (hoy Prospera) y la prevalencia de violencia de pareja en áreas rurales. Encontraron que la violencia física y psicológica contra las mujeres en el marco de una relación de pareja puede ser en un principio alta pero se reduce con el paso de los años, llegando a ser igual la probabilidad de ser víctima de violencia para las mujeres que recibieron transferencias que para las que no.

¿Qué explica la diferencia entre el efecto de corto y largo plazo?

Por un lado, la selección marital: las parejas con esposos agresivos tienden a disolverse (Bowlus and Seitz 2006) y por otro, la cada vez menor aceptación de las normas y actitudes que justifican la violencia contra las mujeres. En suma, el estudio advierte que las transferencias pueden llegar a aumentar las amenazas de agresión en el marco de la pareja en el corto plazo, afectando la salud y el bienestar de las mujeres; sin embargo, en el largo plazo sus consecuencias negativas desaparecen.

En nuestro tercer estudio “Tasa de cambio real, brechas de género salariales y violencia doméstica” (Ago. 2015) Ignacio Munyo y Martín Rossi, exploraron la relación entre las brechas salariales entre hombres y mujeres y la violencia doméstica (o violencia de pareja) en Uruguay. Los autores plantearon que modificaciones en la tasa de cambio real afectan de manera diferenciada a los hombres, quienes están tradicionalmente asociados a industrias transables, como el sector manufacturero, y a las mujeres, asociadas a industrias no transables, como el sector servicios. Así, las fluctuaciones en la tasa de cambio afectan el precio relativo entre los bienes transables y no transables, y en consecuencia, el salario potencial relativo de los hombres frente a las mujeres, y viceversa. En el estudio, los autores plantearon que un aumento en la tasa de cambio, al incrementar el valor de los bienes transables, reduce el salario potencial relativo de las mujeres (frente a los hombres), y su poder de negociación en el hogar. Identificaron como consecuencia aumentos en la frecuencia de la violencia de pareja (entendida como violencia física, sexual, económica y emocional), en áreas de alta y baja riqueza de Montevideo. En suma, el estudio encontró que existe una relación entre los aumentos en la tasa de cambio real y el incremento de la violencia de pareja.

Los hallazgos de estos tres estudios muestran que los efectos en el cambio en el ingreso de las mujeres, vía transferencias condicionadas o cambios en el salario potencial relativo, son variados. Aumentos pueden, en el corto plazo, disminuir o aumentar la violencia de pareja, como mencionado anteriormente. Pueden también incrementar las amenazas e incluso la violencia física cuando los pagos esperados no llegan. Saber esto es relevante para los gobiernos a la hora de diseñar sus programas de reducción de la pobreza, o incluso tomar decisiones de política cambiaria, pues sus resultados pueden estar afectando, positiva o negativamente, el bienestar y la seguridad de las mujeres en el hogar.

Ahora bien, si el objetivo de política pública es empoderar económicamente a las mujeres para reducir la violencia de pareja directamente, los gobiernos deberían considerar programas de “empoderamiento económico plus” (Banco Mundial, 2014), en los que además de aumentar los ingresos de las mujeres, se fortalecen sus capacidades para la toma de decisiones y se transforman las actitudes y normas sociales hacia la violencia de pareja en la comunidad.

Un ejemplo es el programa Sumaq Warmi financiado por el BID en Perú, a través del cual el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán y Finca Perú proporcionan capacitación en violencia contra las mujeres, niños y niñas, y promueven planes de movilización comunitaria con mujeres vinculadas a bancos comunales rurales. El programa está basado en el exitoso modelo de microfinanzas para la reducción del VIH-SIDA IMAGE de Sudáfrica y está siendo evaluado para generar evidencia sobre su efectividad.

[1] Elaborado con base en BID, Rodriguez, Catherine, ¨Violencia intrafamiliar y transferencias monetarias condicionadas: el impacto de Familias en Acción en Colombia¨ (Oct 2015).

[2] Este estudio se enfoca en analizar el impacto del programa a las madres beneficiarias en términos de su empoderamiento dentro del hogar.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Sin Miedo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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