Pasar al contenido principal

ES / EN

Se abre una nueva etapa en Venezuela
Mié, 06/03/2013 - 17:13

Mario Antonio Sandoval

Elecciones en Guatemala: el mapa político entre Patriota y Líder
Mario Antonio Sandoval

Mario Antonio Sandoval Samayoa es periodista, escritor y comunicador social. Es miembro de la Real Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente a la RAE, y ha sido dos veces presidente de la Asociación de Periodistas. Ha escrito dos libros, varios ensayos y es columnista estable de Prensa Libre (Guatemala).

El anuncio de la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez, hecho ayer en la tarde por el vicepresidente Nicolás Maduro, puso fin a una etapa histórica latinoamericana y al mismo tiempo abre la puerta a una serie de posibilidades, todas derivadas de cómo actuó en vida quien se convirtió en un mandatario sui géneris desde todo punto de vista. La noticia en sí misma no fue sorprendente porque era esperada desde el momento de saberse del cáncer terminal sufrido por el líder de un importante segmento de la población venezolana,  y sobre todo cuando las autoridades cubanas lo dejaron regresar a su país. Toda persona tiene el derecho de morir en su tierra o en su casa, independientemente de ser amado y admirado o no.

Hugo Chávez tuvo un recorrido notorio por la historia latinoamericana. Golpista, posteriormente a su encarcelamiento llegó por la vía de las urnas a la presidencia venezolana con la mayor cantidad de votos de todas las elecciones de ese país. Sobrevivió a un golpe de Estado contra él y se mantuvo como monarca absoluto incluso después de conocerse su enfermedad, en el 2011. El gobierno venezolano, a la usanza de los regímenes dictatoriales y antidemocráticos, mantuvo de hecho en secreto el real estado de salud del presidente, quien al estar convencido de salvarse, decidió participar en las últimas elecciones, y al ganarlas señaló el camino al prometer el respeto de la Constitución, por cierto creada de acuerdo a sus beneficios políticos.

Como era de esperarse, de inmediato comenzaron las elucubraciones o comentarios sobre cómo será el futuro inmediato de Venezuela. Por aparte, es necesario discutir sobre los posibles efectos de la era postchavista, tanto en el país de Simón Bolívar como en el resto del continente latinoamericano, en especial a los países cercanos por su geografía y por la manera de pensar de sus gobernantes. El caso de Chávez y de los presidentes Rafael Correa y Evo Morales, por ejemplo, debe ser seguido con interés porque el ahora fallecido presidente venezolano se había convertido en el creador y líder de un experimento político económico al cual su autor bautizó como el “socialismo del siglo veintiuno” desde este momento ya mortecino.

El caso de Chávez, creo yo, ejemplifica un hecho indudable del continente: la tendencia popular al caudillismo, a buscar a alguien para obedecerle, para tomar las decisiones, para emplear una magnánima forma de ayudar a los pobres, sin tomar en cuenta las consecuencias económico sociales de tales medidas. Un factor indudable para permitir este experimento, tan cercano a la dictadura castrista de Cuba, lo fue la producción petrolera venezolana, sin cuyos ingresos hubiera sido imposible repartir el dinero como Chávez lo hizo, dentro y fuera de su país. La creación o la permanencia y solidificación de los partidos políticos latinoamericanos es tarea difícil porque de hecho en todos los políticos se esconde un dictador en potencia.

Las declaraciones del ministro de la Defensa demuestran dos cosas. Una, la intención de mantener a Venezuela dentro de la normalidad. Y la segunda, la entrega de las fuerzas armadas a una ideología política específica, cuando alabó la “independencia socialista” y se dirigió a los “camaradas venezolanos”. Es necesario abrigar la esperanza de un proceso pacífico inmediatamente después del sepelio de Hugo Chávez y el cumplimiento de las órdenes constitucionales, por lo cual dentro de poco tiempo habrá nuevas elecciones y de nuevo los venezolanos decidirán quién será su gobernante. La otra tarea fundamental es medir la realidad del costo para Venezuela de un gobierno unipersonal, omnímodo y no dispuesto a admitir crítica alguna.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.

Países