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Singapur: enseñar a pescar y no regalar el pescado
Jue, 27/02/2014 - 11:08

José Ignacio Moreno León

El presidente Santos y el futuro de Colombia
José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

En el último informe Pisa (2013), elaborado por la OCDE y el cual evalúa el rendimiento de alumnos de 15 años de edad, en áreas temáticas clave y, por tanto, su calidad educativa, los estudiantes de Singapur clasifican en el segundo lugar, dentro de 34 países participantes y sólo es superado por Shangai, lo cual revela el esfuerzo que en el campo de la educación se está impulsando en este pequeño país de apenas 707 km2 -menor que el área del distrito metropolitano de Caracas-, y que en agosto del año pasado cumplió solo 48 años desde su separación o casi expulsión de Malasia.

Recordemos que Lee Kuan Yew -quien estaba al frente del primer gobierno de Singapur y contaba con el apoyo de su Partido de Acción del Pueblo (PAP), del cual fue fundador- promovió un ambicioso plan de desarrollo, a pesar de las serias reservas que planteó el Banco Mundial sobre el futuro del pequeño país, por la ausencia de recursos naturales, limitaciones de agua y lo reducido de su territorio. Dadas esas graves restricciones el desarrollo del país se fundamentó, desde sus inicios, en la promoción de la eficiencia de sus recursos humanos, el desarrollo de infraestructura y la creación de un sólido ambiente de seguridad y confianza para los inversionistas extranjeros. Fue así como Singapur se fue configurando aceleradamente como un importante centro manufacturero, apoyado en una activa capacidad logística para el desarrollo de un emporio de distribución comercial con visión global.

Esa estrategia de desarrollo ha estado apalancada en la formación de recursos humanos clave para impulsar sectores estratégicos en las áreas de servicios financieros, turismo, transporte, logística y manufactura de alta tecnología. Todo ello en respuesta a los requerimientos de la Sociedad de la Información y el Conocimiento, evidenciada en la promoción de empresas manufactureras intensivas en tecnología, como la electrónica, mecánica, química y biomédica, para lo cual el gobierno ha impulsado un sistema educativo de excelencia que le ha valido reconocimiento mundial por su orientación a desarrollar, desde la escuela primaria, aptitudes, carácter y valores en los estudiantes para motivarlos a la investigación, la creatividad y el emprendimiento.

Singapur cuenta con tres universidades públicas. Dentro de ellas destaca la Nacional, ubicada en el puesto 31 entre las mejores universidades a nivel mundial, así como otras tres universidades privadas, todas ellas de mucha calidad y completamente abiertas y globalizadas, con alianzas con universidades extranjeras como MIT, Chicago, Yale, Universidad de Nueva York y Duke.

Existe además un novedoso sistema de promoción de la ciencia y tecnología, mediante la Agencia de Ciencia, Tecnología e Investigación, adscrita al Ministerio de Comercio e Industria; recientemente se incorporaron dos importantes complejos de instalaciones -el Fusionopolis y el Biopolis- proyectados como residencias para atraer a los más relevantes 2.000 científicos nacionales y extranjeros para trabajar en proyectos científicos en diferentes campos, incluyendo biotecnología, genética, nanotecnología, ingeniería y ciencias físicas.  

El modelo económico de Singapur se sustenta en un sistema de planificación con libre mercado y acuerdos de desarrollo concertados entre el Estado, los sectores productivos y el sector laboral. Un sistema que se ha mantenido con una visión de largo plazo, con metas específicas, apertura económica, absoluta transparencia y confiabilidad, condiciones fundamentadas en políticas de combate frontal contra la criminalidad, la delincuencia y la corrupción, por la que se castiga implacablemente a políticos, funcionarios y empresarios que incurren en hechos ilícitos.

El país se ha convertido en el 4° sector financiero a nivel mundial, con más de 700 instituciones entre locales y extranjeras. Tiene el puerto con el mayor tráfico mundial en toneladas de carga, el tercer centro petroquímico del mundo y una de las mejores líneas aéreas del planeta. Singapur encabeza la lista del Índice de Desarrollo Humano, de competitividad y de seguridad ciudadana. De un ingreso per cápita que para 1965 era de US$540 (la mitad del de Venezuela para la época), para finales del año pasado ese indicador se había elevado a US$51.709 (Venezuela 12.767), y con pronósticos del FMI de que el mismo podría sobrepasar los US$60.000 para 2013. Con muy eficientes políticas sociales, el país ha logrado que su exitoso crecimiento se esté realizando con equidad social, lo que ha permitido la erradicación de la pobreza extrema y una excelente distribución del ingreso.

El sistema de gobierno de Singapur está calificado como un régimen híbrido o parcialmente democrático, por la hegemonía que ha tenido el Partido Oficial (PAP), al frente del gobierno a lo largo de los 48 años de independencia, pero algunos estudiosos del tema estiman, que, al igual que sucedió en Taiwán, es muy probable que gracias a la bonanza económica y social, el país podría evolucionar hacia la plena democracia. Lo que sí es una realidad incuestionable es que el modelo económico y la eficiente gestión de gobierno que se ha impulsado en este pequeño país, al margen del populismo y del clientelismo, confirma, sin lugar a dudas, la tesis de Lao-Tse, seguida por el gran líder de esta ciudad-Estado, Lee Kuan Yew, cuando afirma que “la clave es enseñar a pescar y no regalar el pescado”.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo.com.ve.

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