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Stiglitz: ¿qué tal si…?
Jue, 02/08/2012 - 10:21

George Gray Molina

La trampa de renta media: ¿sí, pero cuál?
George Gray Molina

George Gray Molina es el Economista Jefe y Líder del Equipo regional de Desarrollo Humano y Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, basada en Nueva York. Proviene del Instituto Alternativo. Previamente, fue miembro de la sociedad de Lideres Globales de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson, en la Universidades de Princeton y Oxford. También fue investigador asociado del Centro de Investigación sobre Desigualdad, Etnicidad y Seguridad Humana (CRISE) de Oxford y miembro del Centro Dialogo Interamericano basado en Washington, DC. Entre 2004 y 2008, fue coordinador del Informe de Desarrollo Humano PNUD en Bolivia. Fue Director de la Unidad de Análisis de Política Económica del Gobierno Boliviano (UDAPE) y Director del Programa de Maestría en Política Publica de la Universidad Católica de ese país. Posee un Doctorado en Filosofía y Política de la Universidad de Oxford, una Maestría en Política Publica de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard y un pregrado en Economía y Antropología de la Universidad de Cornell.

El mes pasado apareció The Price of Inequality del economista Joseph Stiglitz. El libro analiza las causas y consecuencias de la desigualdad en la economía y la sociedad norteamericanas. El capítulo sobre “mercados y desigualdad” plantea un interesante experimento mental: ¿qué tal si la economía global compitiera no por atraer capital, ni por explotar los recursos naturales más baratos, sino por premiar la mano de obra más calificada? Después de todo, “… el análisis económico más simple demuestra, con creces, que las ganancias de eficiencia de la libre movilidad laboral son mucho más altas que las ganancias de eficiencia de la liberalización del capital. Sin embargo, los mercados financieros son los que empujan la economía global, y si bien los operadores financieros continuamente hablan de ganancias de eficiencia, lo que de verdad tienen en mente es algo muy distinto –un conjunto de reglas que los beneficia y que mantiene su ventaja sobre las ganancias de los trabajadores.” (p.60)

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La amenaza de retirar capital financiero, dice Stiglitz, “si los trabajadores se ponen demasiado exigentes sobre salarios y derechos, es lo que mantiene los salarios bajos”.

Más allá de la provocación, ¿qué tal si tomamos a Stiglitz en serio y pensamos en las consecuencias de tener un régimen de libre movilidad laboral –un “mercado libre para el trabajo”? A continuación presentamos este “mundo al revés” en cifras. ¿Que tal si los emprendedores compitieran hacia arriba en el mercado laboral –buscando los mercados con menor explotación infantil, con mayor calificación educacional y mayores protecciones laborales para los trabajadores?

Tomamos estas ideas de nuestros colegas de la Oficina de Desarrollo Humano de México, coordinadas por Rodolfo de la Torre, que estimaron un Índice de competitividad social (ICS) para la economía mexicana –y ejemplificamos como se vería América Latina en los índices de competitividad si compitiera hacia arriba (premiando menor explotación infantil, mayor educación y trabajo decente) y no hacia abajo (premiando facilidad de despidos, protecciones laborales mínimas y flexibilidad para bajar los salarios).

América Latina según Ranking 1 y Ranking 2

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Fuente propia: datos Word Competitiveness Report 2011-2012, International Labour Organization 2012.

Lo sorprendente de este ejercicio son dos cosas: Primero que, los líderes en flexibilidad no son los que suponemos –incluyen Belice, El Salvador y Guyana, sin mayor similitud entre casos. Lo segundo es que, más allá de Costa Rica, que sí lo esperamos,  los líderes laborales tampoco son los esperados –e incluyen México, Bolivia y Ecuador. Si los mercados premiaran la calificación laboral, estándares laborales altos y altos niveles de educación tendríamos quizá un efecto adicional: los mercados dinámicos generarían su propia demanda. Mejorarían, por mucho, los incentivos para desarrollar el capital humano en la región. Los países competirían por atraer pero también por calificar sus recursos humanos.

Mientras tanto, volviendo al “mundo real”, el motor de transformaciones en calificación de la mano de obra es un tanto más silencioso y hasta invisible en América Latina: bolsones de la economía que ya compiten en base a calidad en mercados de industria manufacturera liviana y mercados ecológicos y éticos. Estos bolsones generan una espiral de calificación “hacia arriba” y muestran el potencial de acoplar altos estándares laborales a altos estándares de competitividad económica. Esta es la carrera de mediano y largo plazo que interesa fomentar.

*Esta columna fue publicada originalmente en Revista Humanum del PNUD.