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Una Nueva Cultura Política en Chile
Vie, 23/05/2014 - 14:31

Patricio Díaz

El accountability que aflora en Chile
Patricio Díaz

Patricio Díaz es Sub Editor de AméricaEconomía.com. y Master en Ciencias Políticas.

La participación ciudadana, como ingrediente de la democracia, aparece en Chile a comienzos de los años 90. Se trata de un componente esencial de la descentralización y la modernización del Estado, y que en el presente ha aflorado como un intento de renovar el funcionamiento de la democracia representativa.

La diferencia de esta "nueva corriente participativa", con intentos previos, está en que quizás el actual momento enfatiza la naturaleza del proceso de adopción de decisiones, mientras que los que le antecedieron, habían estado más orientados al cambio de las condiciones institucionales del aparato del Estado. En este sentido, se podría decir que está surgiendo una Nueva Cultura Política (NCP) en Chile, expresada en nuevas orientaciones de carácter político-fiscal y económico-social. Una en la cual las voces que claman por mayor justicia social y por una reducción de la brecha de la desigualdad. Cada día suma más adeptos. Un clamor que, sin embargo, no es solo chileno, sino que se expande por el resto de América Latina.

Y se expande por el resto de la región porque el continente presenta realidades similares. Brasil, Bolivia y Venezuela son ejemplos de que algo no se está haciendo bien, y se hacen necesarias modificaciones. Urge eliminar practicas de la antigua clase dirigente, sin embargo, en el caso de Chile la extrema obsecuencia de los partidos políticos y el mutismo por el que atraviesa -en ocasiones- el gobierno de Michelle Bachelet (MB) frente a determinados temas, me hace pensar en un futuro poco promisorio.

Este 21 de mayo se realizó la primera cuenta pública del segundo mandato de MB, donde se entregó una hoja ruta ya adelantada en parte en el plan de gobierno, diseño que tocó temas de fondo como la reforma tributara, la reforma educacional y cambios a la constitución, pero que quedó en deuda en lo valórico, a pesar de que se hizo hincapié en que podemos ser, más que en la forma, un Estado laico.

¿Qué ha atizado este fuego popular? En ocasiones, cierto grado de desigualdad económica es fundamental para estimular el progreso y el crecimiento, y así recompensar a las personas con talento. Sin embargo, la extrema concentración de riqueza que vivimos en la actualidad, amenaza con impedir que millones de personas puedan materializar ese capital social que poseen: una piedra bruta sin poder esculpir.

Estimulados por ese escenario han nacido nuevos líderes que quitan espacio a la antigua clase dirigente. En Chile, la "bancada estudiantil", integrada por Giorgo Jackson, Camila Vallejos, Carol Cariola y Gabriel Boric, son un ejemplo. A ellos se suma el dirigente social Iván Fuentes, que saltó de ser un activista en Aysén, en el extremo sur del país, a ganarse un escaño en el Congreso.

¿Qué se busca instalar con la NCP? La NCP es un fenómeno que instala nuevas reglas del juego político que dan cuenta de las orientaciones de los líderes políticos, de la ciudadanía, así como de sus pautas de interacción que debería instaurarse en Chle y en América Latina.

Supone la aparición y la puesta en agenda de temas y/o demandas que antes no eran considerados por las instancias de poder, tales como los derechos sociales, las formas de actuación del Estado y la actuación de los partidos políticos. En el fondo, la NCP supone nuevas reglas para el juego político, que presenta características diferentes a los modelos clásicos de clientelismo y política de clases.

El primero se podría caracterizar como una forma de vinculación política entre los partidos políticos y sus militantes o simpatizantes,  a través del ofrecimiento de empleos estatales, donde se aprecia que la coalición gobernante debe tener a capacidad para organizar y distribuir sus fondos. Desde un punto de vista más teórico, se puede mencionar que por clientelismo se entiende la vinculación política entre un patrón y un cliente, construido sobre la base de transacciones asimétricas donde el primero controla importantes recursos de poder y garantiza, como un guardián, el acceso a ellos de su clientela a cambio de lealtad y apoyo político. En definitiva, un modelo basado en la dinámica del apoyo electoral a cambio de favores políticos. En este formato se privilegia el gasto público, por sobre cuestiones de tipo social.

El segundo patrón, la política de clases, se refiere a la distinción entre líderes demócratas y republicanos. Los primeros se caracterizan por la defensa de asuntos y derechos sociales, así como por proponer un mayor gasto público en la forma de política social. Los líderes están fuertemente integrados al partido, tanto de manera ideológica como organizacional; en el fondo, hacen del partido y de las organizaciones ligadas a éste, como las organizaciones sociales, sus canales de interacción con la comunidad.

Los líderes republicanos, en tanto, se caracterizan por un menor grado de tolerancia hacia los asuntos y derechos sociales. De la misma manera, su enfoque hacia el gasto público es considerablemente más bajo que el de los demócratas.

Los rasgos más distintivos de los modelos expuestos podrían considerarse como ejemplos de las definiciones clásicas de izquierda y derecha, tanto en las preferencias fiscales y sociales de los líderes, como en el papel del partido político y sus pautas de interacción con los actores de la sociedad civil.

El nuevo populismo fiscal es el antecedente a escala local del ejercicio de liderazgo que caracteriza a la NCP, que coexiste con el clientelismo y la política de clases. De acuerdo a esto, se puede mencionar que estos líderes se caracterizan tanto por un menor grado de coherencia entre preferencias fiscales y sociales, además de presentar un menor protagonismo y presencia del partido en la dinámica de la política del gobierno.

La NCP enfatiza cambios hacia la estructura actual de hacer política, por lo que cuestiona la burocracia tradicional, los partidos y sus líderes. En este sentido considera que los nuevos movimientos sociales y las políticas tematizadas son agregados esenciales al proceso de toma de decisiones. Estos movimientos alientan a los gobiernos a responder más directamente a los interesados. Por otro lado, los partidos jerárquicos tradicionales, las agencias de gobierno y los sindicatos son vistos como anticuados y pasados de moda. Los nuevos grupos buscan participar en la formación de políticas generales rivalizando con el establishment, y buscan presionar para participar en el reparto de servicios, rivalizando con los líderes clientelistas. En efecto, el Estado es el que debe acercarse al ciudadano y la 'palanca' más eficaz sería el reforzamiento y la extensión de la participación.

En la nueva forma de hacer política, la demanda de autonomía individual debería ser lo trascendente, lo determinante, ya que se sustenta en orientaciones que asignan prioridad a la libertad y la igualdad; la tolerancia hacia alternativos estilos de vida y la participación no mediatizada, en la que pierden peso organizaciones tradicionales de agregación de intereses como los partidos, los gremios y las asociaciones.