Pasar al contenido principal

ES / EN

Unión Europea: ¿encaminada a ser un jugador global como EE.UU.?
Mar, 29/04/2014 - 10:56

Patricio Díaz

El accountability que aflora en Chile
Patricio Díaz

Patricio Díaz es Sub Editor de AméricaEconomía.com. y Master en Ciencias Políticas.

Ha sido tal vez la escalada de violencia que se está llevando a cabo en Ucrania la que hace cuestionar tratados y convenciones. El poder de los que antes pudieron hacer mucho, hoy se refleja nada más que en el papel.

La OTAN, la Unión Europea, por nombrar algunas organizaciones, son entidades fuertes y consistentes para algunas cosas, para otras en tanto, su poderío se reduce solo a efímeras palabras que en la realidad no aportan demasiado. La diplomacia constituye la manera tradicional a través de la cual los Estados se relacionan entre sí, ya sea directamente o en las organizaciones internacionales, mediantes agentes u otros medios pacíficos.

En este sentido, la crisis de Ucrania y sus derivadas políticas, económicas y energéticas van a ser el plato fuerte de la reunión que van a celebrar en Washington este viernes la canciller alemana, Ángela Merkel y Barack Obama.

"Si persiste la desestabilización de Ucrania, el nivel tres de sanciones no se descarta", han dicho algunas fuentes. En este sentido, el teórico Steven Everest decía que “los politólogos norteamericanos tratan sobre amenazas externas como la proliferación de armas de destrucción masiva, terrorismo y Estados proscritos”. Los europeos, en tanto, centran su atención “en desafíos como el conflicto étnico, la inmigración, el crimen organizado y la pobreza”. Por eso es que Everest manifiesta que los europeos concentran sus esfuerzos  en aquellos desafíos en que los puntos fuertes de Europa juegan un papel importante, es decir, acuerdos políticos y económicos.

Estados Unidos se entiende, entonces, como un gendarme supremo, debido a su poderío militar. El inmenso poder y su determinación de proteger a otras naciones es lo que lo convierte en objetivo único y predilecto. Aun cuando lo anterior pudiera ser verdad, no es menos cierto que la necesidad de un guardián supremo parece real. En el "replanteamiento del mundo" acelerado al que estamos asistiendo, son muchos los que encuentran que falta un papel político-militar más unificado, fuerte y decidido de la Unión Europea.

Quisieran una "Europa potencia", que desempeñase un papel de relevancia mundial, de "global player" en pie de igualdad con los Estados Unidos. La propia Comisión Europea en su documento preparatorio de la cumbre de Laeken- Bruselas, de diciembre de 2001, después de señalar que el proyecto europeo había "perdido progresivamente su coherencia y su ambición política inicial", afirmó que "sólo la integración puede permitir a los europeos pesar sobre el devenir del mundo, a condición de que hablen con una sola voz". La alternativa se plantea en términos bastante contundentes: o influir seriamente, o resignarse a la entropía de una dispersión de mini poderes europeos de muy escasa ambición. Después del 11 de septiembre hemos visto una aceleración de las políticas europeas en relación a la lucha contra el terrorismo, pero la política exterior "común" se encuentra todavía en una situación balbuceante, tanto en lo relativo a la visión estratégica como a los instrumentos.

La “grieta” que existe entre EE.UU. y Europa, en la actualidad, se relaciona con la decisión de Europa de establecerse como una sola entidad, la Unión Europea ajena a EE.UU. Donde su activo más importante es la paz versus la hegemonía de EE.UU.

Pero dónde se fundamenta esta constricción europea. Algunos lo adjudican al pasado de guerras y conflictos al interior de la misma Europa. A lo largo de los últimos 50 años los europeos han desarrollado una perspectiva sinceramente diferente sobre el papel del poder en las relaciones internacionales, perspectiva que arranca de la experiencia histórica que vienen protagonizando desde el final de la segunda guerra mundial.

En este sentido las cualidades que configuran la cultura estratégica de Europa son: su insistencia en la negociación, la diplomacia y los lazos comerciales; su defensa del derecho internacional frente al empleo de la fuerza, de la seducción frente a la coacción, del multilateralismo frente al unilateralismo. En otras palabras, un rechazo de la matchpolitik.

Así las cosas se puede decir que la UE es un referente y un modelo que muestra, con la fuerza de convicción de los hechos, que pueblos que conocieron grandes crisis sociales y protagonizaron terribles guerras fratricidas pueden encauzar conjuntamente un camino de paz y democracia, y desarrollar un modelo que ha sabido combinar crecimiento económico con cohesión y derechos sociales. Europa es un gran referente y un gran modelo que sumado a su potencia económica y comercial permite el desarrollo de un gran papel internacional, de una gran política exterior, siempre y cuando así se lo planteé.