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Urge el cambio en Guatemala
Mar, 14/08/2012 - 10:10

José Raúl González Merlo

La luz de Otto
José Raúl González Merlo

José Raúl González Merlo es catedrático de Finanzas y Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Posee una licenciatura en Administración de Empresas en esta misma casa de estudios superiores y un MBA en Finanzas y Economía de University of Rochester, NY. Actualmente es vicepresidente Financiero de Grupo Progreso y es miembro de la junta directiva del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), además de  columnista de opinión en Prensa Libre (Guatemala).

El gobierno del presidente Pérez Molina está cometiendo demasiados errores innecesarios que únicamente pueden atribuirse a una pésima asesoría política. Como consecuencia de ello, su escaso y valioso capital político se desgasta rápidamente. Es momento de que el presidente repiense la calidad del consejo de sus asesores. Urge su cambio, para bien de su gobierno y del resto del país. Desde que Otto Pérez ganó la primera vuelta, la gente tuvo fe en sus promesas de “cambio”. El índice de confianza en la actividad económica subió progresivamente hasta llegar a 80% en febrero.

Allí se mantuvo hasta que la “actualización fiscal” lo bajó a 60%. Esa improvisada aventura política le costó una caída de 20 puntos. Y que conste que el aumento de impuestos no ha entrado en vigor. Solo las expectativas y las secuelas económicas de una improvisada ley de aduanas acabaron con la confianza y competitividad.La última crisis provocada por la concesión de terrenos en Puerto Quetzal da mucho que pensar. Aunque la idea hubiese sido buena, ¿quién les dijo que un contrato de semejante magnitud podía ser otorgado sin un proceso público? No importa si lo hecho es legal. Simplemente se prometió transparencia; por lo tanto, hubiésemos esperado conocer del caso antes de que se consumase el hecho. Nos llueve sobre mojado. A las secuelas de la ley de aduanas hay que agregar el costo de la paralización del puerto más importante del país.

Como consecuencia de lo anterior, las famosas “reformas constitucionales” han pasado a segundo plano; pero siguen “socializándose”. Ya nadie sabe en qué van los artículos. Sinceramente, qué importa. Quien sea que haya “asesorado” al presidente a meterse en esa aventura política sin pies ni cabeza, únicamente le ha provocado un estéril e innecesario desgaste y enfrentamiento con importantes sectores. Amén de la nefasta incertidumbre provocada. Alguien debe decirle al presidente que esa es una causa sin beneficios. Mejor concéntrese en apoyar a su ministro de Gobernación, que parece ser el único que está bien asesorado.

La promesa del cambio está desapareciendo, si es que algún día existió. ¿De qué nos sirvió haber electo al presidente Pérez, si los fantasmas del pasado dominan el oído presidencial? ¿Acaso votamos para que gobernaran los “herederos intelectuales” del ex ministro de Finanzas de Álvaro Colom? ¿O para que regresara al Gobierno el ex canciller de Alfonso Portillo? ¿Acaso votamos por el ex vicepresidente de Óscar Berger, entre otros? La promesa fue de cambio, no de reciclaje.

Urge que el presidente tome conciencia del camino por el cual sus asesores lo han llevado y lo van a llevar. Si de verdad quiere dejar un legado distinto al de sus predecesores, debe sacarlos pronto. Paradójicamente, el cambio debe comenzar por los mismos gobernantes. El presidente debe buscar nuevos asesores entre gente que esté ocupada y no tenga ansias de poder. Solo así creo que podrá recuperar el capital político desperdiciado. Como país no nos conviene que el presidente fracase. Urge el cambio.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.

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